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Era la última semana de febrero y ya había reservado el vuelo para volver. No había hablado con Raoul en todo el tiempo que estuve en la isla, pero le dije a Nerea la hora y el día que volvería y eso esperaba que sirviera para que el catalán viniera a recogerme como había prometido.
Me encontraba mirando el mar cuando lo vi todo un poco más claro, más en paz. Me pareció ver a un Agoney de cinco años corriendo por la arena de aquella playa, seguido por Glenda y, después, por mamá, y entonces tuve que aceptar que se había ido. Se habían ido el Agoney de cinco años, la Glenda de diez y mamá. Y no me quedaba otra que aceptarlo porque, por mucho que pudiera llorar se habían ido y no volverían.
Lo que menos me esperaba en mitad de la calma del mar fue la llamada que vino después.
-¿Quién?
-Hola, Agoney, hemos visto tus videos en YouTube- había colgado un par de canciones en Internet, pero ni siquiera me había visto con la capacidad como para mirar la repercusión que habían tenido- y nos han parecido increíbles, bueno, a nosotros y a millones de personas- ¿millones?- así que nos preguntábamos si querrías trabajar con nosotros.
-¿Se está usted quedando conmigo?- y el hombre rio al otro lado.
-No, claro que no, soy de Universal, ¿sabe usted no?
-Sí.
-Pues hemos visto sus videos y nos ha encantado, queremos trabajar con usted, tiene mucho carisma- pero ni siquiera podía creérmelo.
-Pues, ahora mismo no estoy en la península.
-Y, ¿cuándo volverá?- ¿esto es en serio?
-El día uno de marzo- todo me temblaba y quería salir corriendo, gritar, llorar, algo, porque me sentía completamente excitado por la noticia.
-Pues podríamos quedar al día siguiente, si le parece bien.
-Sí- ni siquiera me lo pensé.
-Pues vamos hablando y concretamos, yo soy Mark- joder que sí que esto va en serio.
-Yo Agoney- tío eres tonto, si ya lo sabe.
-Ya- y de nuevo risas al otro lado.
Cuando colgué me metí en YouTube y pude ver que los videos tenían alrededor de cuatro millones de visualizaciones, y entonces quise morirme allí mismo de felicidad.
Volví a mirar a la playa y quise poder ver al Agoney de ahora corriendo por la playa, libre y feliz, y a Raoul mirándome de lejos, andando despacio y con calma.
Me prometí a mi mismo llevarle allí, al lugar de donde fui.
Y súper que había encontrado un nuevo lugar del que ser, un lugar donde nuevas y maravillosas personas me esperaban, y sentí que no solo me debía aquel viaje a mi, sino a todos los que me querían ver bien.
Que bonita se siente la vida cuando te perdonas y te quieres.

1 de Marzo
Dos meses.
Llevaba dos meses en Adeje para reencontrarme conmigo mismo. Con mi propio ser. Para pedirme perdón y para, sobretodo, superar mi pasado y, así, aceptar lo que pueda venir en el futuro.
Pero ya era hora de volver.
Porque ya me había reconciliado con el mar y las olas iban en calma.
Y porque echaba de menos a Nerea, a mi trabajo y a Raoul.
Por eso, cuando llegué al aeropuerto de Barcelona sonriente, y lo vi con una gorra y una camiseta blanca que marcaba todos sus músculos no pude evitar acercarme a él y abrazarle enormemente. Y ahí estaba Raoul, príncipe del tiempo, sonrisa de perlas y corazón de cristal. Y me sentí feliz, feliz como nunca. Pero lo que de verdad me hizo feliz fue el beso que dejó en mis labios. Allí, en mitad del aeropuerto de Barcelona Raoul me cogió entre sus manos y me besó en los labios. Allí en mitad de gente que no conocía de nada, me sentí libre.
-Te he echado de menos- susurros de menta y limón y besos infinitos.
-Yo a ti también- y mis dedos ardientes sobre su piel fría, fría como era de esperar, porque si su piel fuera algo sería nieve. Yo siempre fui de arena, de playa, hasta Raoul, porque si tenía que ver con el catalán podía llegar a ser de lo que quisiera.
-Te invito a comer- sonrisa ilusionada, que bonito me parecía siempre Raoul.
-Vamos- y un último beso que poco nos supo a despedida.
Cuando llegamos al restaurante y pedimos, Raoul puso su mano encima de la mesa, tendiéndomela, pidiéndome que se la cogiera con los ojos. Y si Raoul me pedía que le cogiera la mano en mitad de un restaurante lleno de gente yo no podía negarme ni un poco.
-¿Cómo estás?- se atrevió a preguntar. No era una pregunta por educación, lo sabía de sobra, Raoul me estaba preguntando de verdad cómo me encontraba.
-Bien- y yo no dudé ni un segundo en mi respuesta.
-Como me alegro, Ago, de verdad- regalaba pequeñas caricias a mi mano, y yo me moría de ternura.
-Me han ofrecido un contrato como cantante, mañana he quedado para hablarlo todo- me mordí el labio, emocionado. Al decirlo en voz alta parecía aún más real, aún más tangible.
-Eso es genial- sus ojos se cristalizaron, apretó mi mano con fuerza y yo tiré de ella para dejar un beso allí, haciendo que Raoul aflojase su agarre-. Es increíble enserio Ago, eres genial, vas a ser el mejor cantante del mundo.
Ojalá me lo hubiera comido a besos entonces.
-Gracias, amor- y entonces abrió su boca, yo ni siquiera me di cuenta de como le había llamado, pero Raoul sí. ¿Cómo no lo iba a hacer si siempre estaba pendiente de todo?
-¿Me has llamado amor?- y una enorme sonrisa que dejó ver todos sus dientes y le achinó los ojos.
-Puede ser- solté una carcajada y Raoul tiró de nuestras manos, aún entrelazadas, acercándome a él por encima de la mesa.
-Te voy a besar- y ni siquiera había terminado la frase y ya me había besado, beso que solo se cortó porque no podíamos dejar de sonreír.
Poco después llegó la comida, hablamos de todo hasta ponernos al día y cuando terminamos, Raoul me invitó tras insistir varias veces, me llevó a mi casa.
-Gracias por la comida- le dije.
-Gracias a ti por querer comer conmigo- y un beso rápido en los labios.
-¿Quieres pasar?- y otro beso en los labios para después asentir.
Cuando entramos dentro de casa dejé las maletas en la entrada y caminamos hasta el salón. Nos sentamos en el sofá, completamente en silencio. Raoul jugaba con sus dedos, nervioso.
-Aquí nos besamos por primera vez- le miré y sonreí-, y luego salí corriendo, que cobarde- puse mi mano en su rodilla y la apreté.
-Es normal, no fui justo contigo, acababas de descubrirte y yo comencé a presionarte pero, pero era solo porque tenía miedo de que te fueras cuando ya me gustases demasiado- Raoul asintió, comprendiendo mis palabras-. Si te beso ahora, ¿saldrás corriendo?- y su respuesta llegó pegando sus labios a los míos.
Nos besamos tímidamente, como llevábamos haciendo todo el día, hasta que mi lengua se coló entre los labios del catalán, buscando volver a saborearlo.
-Hagamos el amor, Agoney.
Y si Raoul me pedía la luna, yo sé la bajaba.

Hoy hablemos de nosotros- RagoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora