05; maullido.

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—Ji-An, ya... —regañó So-Hyun golpeando mi espalda.

El sabor nauseabundo de mi propio vómito no hacía otra cosa si no incrementar las ganas de trasbocar.

—De esta forma no encontrarás a Suga —masculló, peinando mi cabello hacia atrás, con la intención de evitar ensuciarlo—. Ni se arreglarán las cosas con Jimin-ssi.

Bufé con tedio. Sólo habían pasado tres días desde que Taehyung y Jeongguk empezaron a ayudarme con la búsqueda, Sohyun se había unido a ellos, pues al ser estudiante de veterinaria conocía muchas redes y me ayudó a difundir la desaparición de Suga.

Sin embargo, no habíamos sido capaces de encontrarlo.

Hablé con Jimin, sí. Pero la llamada no duró más de cinco minutos, su tono era tosco y únicamente hablamos de lo que había hecho para buscar a Suga.

Por culpa de la discusión que tuvimos al final, terminé saliendo arrastrada de un bar por mi fiel amiga Sohyun más cerca de la muerte que de otra cosa.

—Ese bastardo... —mascullé, mis ojos se entrecerraban, el sueño me llamaba mientras mi amiga ajustaba el cinturón de seguridad—. No le vayas a decir nada de esto a Taehyung, se lo dirá a Jeongguk, y ese imbécil no tardará en decirle a Jimin-ah...

So-Hyung farfulló afirmativa. Lo último que sentí fue que aceleró el vehículo, luego me perdí en la inconsciencia.

× × ×

Abrí los ojos de golpe, calada por el frío y con la bilis golpeando en mi garganta, arrojé las cobijas y me lancé a la cocina buscando un balde, de inmediato trasboqué.

Vaya mierda, por estas cosas era que no bebía.

Luego de enjuagar mi boca en el lavaplatos y notar que, efectivamente me encontraba sola en casa, tomé el móvil para verificar la hora, eran las tres y media de la madrugada.

Tenía unas cuantas notificaciones en la aplicación de mensajería instantánea.

Ninguna de Ji-Min.

So-Hyun: Jian lamento dejarte sola, pero no podía traerte a mi casa, ya sabes que a mis padres no les gustan... tus actitudes, aunque ambas sabemos que ya no eres así, lo que sucedió esta noche demuestra lo contrario. Compré algo de medicina para ti, tan pronto como leas este mensaje llámame, necesito saber que sigues con vida. De nuevo, lo siento mucho. 1:15 a.m.

Resoplé, así que Sohyun me había dejado en casa después de la una de la mañana. Aunque no la odiaba por dejarme, no pensaba contestarle.

Tae-Hyung: Noona, tómate un descanso. Mañana buscaremos de nuevo a Suga, no te angusties tanto, ya verás que lo encontraremos. 10:07 p.m.

Jeon: Aún no hay señales de Suga, más te vale no olvidarlo. No necesitas darle más preocupaciones a Ji-Min. 8:53 p.m.

Ugh, realmente deseaba arrancarle la cabeza a Jeongguk.

Bebí agua de la llave, ansiosa por rehidratar mi cuerpo, dispuesta a volver a la cama y dormir todo el maldito día siguiente. Si el gato seguía vivo podía esperar a que se me pasara la resaca.

Sin embargo, al regresar a mi habitación con la intención de cerrar la ventana que seguramente dejé abierta con la esperanza de que el gato volviera, escuché un sonido extraño proveniente del baño.

Con miedo de que pudiera ser un ladrón infiltrado por la ventana, tomé una sombrilla y abrí la puerta con temor.

Pero ni la más loca de las películas, o la novela más fantasiosa me había preparado para ver a un hombre de cabello blanco precariamente cubierto por una de mis toallas, con el rostro magullado y herido, arrinconado en la cabina de la ducha.

—¡¿Quién eres?! ¡Fuera de mi casa!

El hombre se levantó y la toalla cayó, su cuerpo temblaba, y claro, estaba jodidamente desnudo. Aparté la vista de la surreal escena.

¿Por qué un sujeto lleno de cortes y golpes estaba en mi maldito baño en plena madrugada?

—Ji-An... —musitó grave y desconfiado. Pareció asustado del propio sonido de su voz.

¿Eran alucinaciones de borracha?

—¿Q-Quién eres? —alcé la sombrilla lista para golpearle. ¿Cómo sabía mi nombre?

—¿Esto es real? Yo... —se dejó caer en el suelo, cubrió su cuerpo con la toalla y pude verlo con más tranquilidad—. ¿Por qué puedes entenderme? ¿En dónde está Jiminie?

Pero más que confundido parecía molesto.

Jodidamente cabreado.

¿Conmigo?

Yo era la que estaba que echaba humo por las orejas.

—Dime ahora quién eres o juro que voy a meterte esta sombrilla por el cu...-

—Jian, ¿Estoy soñando?

¿Qué?

No tuve tiempo de procesar lo que sucedió después, porque al escuchar un fuerte estruendo en la calle, el hombre brincó al sanitario luego de soltar un maullido.

¿Un maullido?

grumpy suga ; myg ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora