19; viejo amigo.

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Cuando desperté a causa del intenso mareo, prometí en serio dejar de beber. So-Hyun y mis padres tenían razón, aquello se me estaba yendo de las manos y quizá sólo eran alucinaciones, pero comenzaba a asustarme de que algo más intenso y real sucediera.

—¿Y es que tú estás de su parte, Yoongi? ¿No te cansas de andar tras el culo de Jimin?

Me levanté de golpe al escuchar la voz de mi mejor amigo fuera de mi habitación. Asumí que él en algún punto me había llevado a descansar luego de caer en la inconsciencia, pero lo que me preocupaba era que no estaba solo.

Caminé sintiendo un profundo malestar en el estómago y en las extremidades, me dolía todo, empezando por mi cabeza y terminando en la punta de mis pies.

Me arrastré como pude hasta la cocina, sin embargo mis piernas dejaron de responder en el momento en el que reconocí a la persona con la que estaba hablando Jin, sentado frente a la barra con una botella de soju entre sus dedos.

—¿Suga?

El aludido me observó con una mueca apática y lo más lógico que pude hacer por mi sanidad mental, fue pensar que seguía soñando. No obstante, estaba empezando a creer que aquello, de alucinación no tenía nada.

Seok-Jin me miró expectante, su gesto estaba serio y su piel más pálida de lo normal. Palmeó la silla a su lado y agitó su cabeza, llamándome como si fuese un perro.

Temerosa y con una resaca del infierno me aproximé a su posición. Mis piernas temblaban y no por la debilidad que me azotaba, si no por la dura expresión del rostro de Seokjin. ¿Qué había hecho mal?

—Realmente eres ingenua... o loca, no lo sé —peinó su cabello azabache hacia atrás y resopló con fuerza—. ¿Cómo pudiste creer que este idiota era el gato? De verdad An, las drogas ya te tienen muy jodida la cabeza.

Mi gesto confundido de seguro le pareció demasiado divertido a Suga, porque soltó una corta carcajada pero cargada de burla.

—Jin... ¿cómo lo conoces?

Tenía muchas preguntas, demasiadas. Pero como una loca ya había quedado, obvié hacer las más disparatadas. Podía seguir algo ebria, pero la lucidez me había visitado de repente y en mi cabeza comenzaron a enredarse más los hilos de mis pensamientos.

—Yoongi es un viejo amigo.

—¿Yoongi?

El aludido alzó el brazo y expandió sus labios en una sonrisa socarrona, sus ojos pequeños se hicieron media lunas y asintió con cierto entretenimiento.

—Ese soy yo —habló—, y antes de que preguntes: no, no soy el gato.

Jin se golpeó la frente con la palma de su mano y me recordó uno de esos graciosos memes de internet, no pude evitar reirme de su cara de estar cansado de la estupidez de la humanidad o más específicamente, de la mía.

—A mi no me parece gracioso Ji-An, estás muy frita.

Le arrebaté la copa que bebía y sus redondos ojos se expandieron, la tomó de regreso y se levantó de la silla para caminar hacia la estufa. Antes de que pudiese preguntar algo, gruñó—: Te haré un café Jian, necesito que estés bien despierta.

Me mantuve en silencio y busqué el reloj que pendía de la pared, eran las seis de la mañana de jueves, sin embargo yo no tenía nada que hacer, no había vuelto al trabajo y no tenía intenciones de asistir a la universidad. Por otro lado, sabía que Seokjin tenía que verse con sus padres y bueno, de Suga o Yoongi no tenía idea, pero si aparecía en mi departamento de vez en cuando, dudaba que tuviese obligaciones, o que le importase cumplirlas.

—Dime Jian —habló Jin, sus brazos se cruzaron bajo su pecho y se recostó en la encimera—. ¿Por qué creiste que este bueno para nada era el gato? ¿Seguiste con esa mierda de películas de fantasía? ¿De metamorfosis... Hombres lobo?

Suga alzó las cejas en una mueca burlona y me miró con intensidad.

—No es eso oppa...

—Jian —me cortó y chasqueé la lengua al ver mi estrategia frustrada—. No me llames así que tenemos la misma edad.

El peliblanco separó los labios y sus ojos se hicieron redondos, ¿qué edad pensaba que tenía?

—Seok-Jin no puedes culparme por creer eso, estaba jodidamente borracha y un extraño apareció en mi baño desnudo y golpeado diciendo que era el gato, ¿qué querías que pensara? ¿te parece eso normal?

—No, lo normal hubiese sido que llamaras a alguien en lugar de creer que era el gato.

Yoongi soltó una carcajada y le lancé un manotazo que fue interrumpido por el cuerpo de Seokjin que se interpuso entre ambos.

—¿Disculpa? ¿Por qué un extraño estaría en mi departamento en esas condiciones? —Jin volcó los ojos y se sentó en medio de los dos—. Además no tiene sentido en ninguna forma que lo veas, no tengo la culpa que luzca y actúe como gato, además de que aunque estaba ebria él me siguió el juego.

—¿Eh?

—Sí, yo ni siquiera pensaba que era real, y de verdad que no lo he creído así, y llega este imbécil a decirme que es el gato y me hace creer que es él, te parece divertido? —le señalé—. ¿Ji-Min está detrás de esto?

Suga bajó la cabeza y negó lentamente, Seokjin y yo nos miramos perplejos, sin saber qué diablos estaba sucediendo y por qué Yoongi, a quién antes de ello no había visto en mi vida, había estado jugando con mi mente.

—Yoongi-ah —tenté, si llamaba a Jin hyung, era porque era menor que nosotros, él enarcó las cejas porque de seguro no se esperaba tal trato formal de mi parte—. ¿Por qué fingiste ser el gato?

Soltó una carcajada, corta y áspera. Había algo en su voz grave que me atraía y en el momento en el que me percaté de todas las veces que le dejé dormir en mi cama, que lo acaricié e incluso cuando me besó, no era producto de una alucinación si no que se trataba de un extraño cuyas intenciones desconocía.

—Tu asumiste que lo era.

Iba a replicarle, sin embargo Seokjin agarró mi mano hecha puño y me impidió golpearle, lo miré furiosa y él meneó la cabeza en negativa.

—An, no —espetó y luego fijó su penetrante mirada en el peliblanco—. Yoongi, si Jimin no te pidió nada respecto a Jian, ¿Por qué la jodiste?

El aludido dibujó una sonrisa amplia en sus facciones y temblé, era como si estuviese presenciando la sonrisa del mismo diablo.

× × ×

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grumpy suga ; myg ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora