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—Una mega hamburguesa con extra queso, tocino, incluido mayonesa, ají y una pizca de mostaza,—digo por el pequeño micrófono que está sujetado en mi oído-a la mesa nueve.

—Va saliendo—mi compañero de trabajo asiente, comienza a sacar las papas listas para freír y las mete al freidor industrial.

Me seco la gota de sudor que amenaza por resbalar de mi frente y sigo en lo mío.

Fin de semana, estos días realmente son los peores: El establecimiento se llena de personas por doquier, nos gritan injustificadamente y sólo nos queda sonreír o sino se deshacen de nosotros sino les mostramos una sonrisa, aunque sea falsa.

Un zumbido me saca de mis pensamientos—Uff, al fin las nueve—suspiro y camino por entre medio de todos mis compañeros que corren ajetreados para servir las órdenes. Me acerco a mi locker. Mi móvil tiene miles de notificaciones. Y creo tener idea de quién son la mayoría de ellos.

—Vamos, di que sí,—me dice con insistencia luego de responder su llamada—hoy se acaba nuestro penúltimo año universitario, el próximo es el último y pasará volando.

—Sabes que prefiero quedarnos en casa y ver películas en Netflix.

Un quejido se oye en la otra línea—¿Lo haces por mí?

Me hago la difícil y medito un poco.

—Bueno, supongo que hace mucho no voy a alguna fiesta, necesito divertirme—hundo los hombros, esperando que mi mejor amiga grite y me deje sorda.

—¡Eso es lo que quería oír!—su voz llena todo el espacio en donde estoy. Lo sabía, la conozco tan bien que sé como iba a reaccionar.

—Llego en veinte—respondo y sin esperar más, termino con la llamada.

Cierro mi locker y me dirijo a la estación de autobuses.

En mi caminata traigo conmigo una interrogante.

¿Hace cuánto que no salgo a una fiesta y me divierto como se debe? ¿Seis meses, un año? He rechazado tanto a las salidas que me decía Ino que ya ni lo recuerdo. Observo el bus aproximarse hacia mí y alzo la mano para que este se detenga.

Algo me dice que esta noche será inolvidable.


—¡Wow!—me limito a decir asombrada por ver lo que está frente mío.

—Lo sé,—mi rubia amiga no puede contener la emoción rebozante en todo su cuerpo y se gira hacia mí—esta fiesta es imperdible, ya sabes, es como la fiesta de clausura del año universitario, bebidas, comida, buena música...

—Y chicos guapos,—completo la oración esbozando una sonrisita—lo sé, Ino, repites lo mismo cada vez que salimos.

—¿Estará Sai ya dentro?—pregunta curiosa, tiene un crush con él desde ya hace un par de meses y sé que a él también le gusta Ino, esas miraditas que se hacen es imposible de pasar por desapercibidas.

—Bueno, entremos si quieres averiguarlo,—tomo su brazo y la llevo dentro de aquella casa, que mas parece un edificio de Hollywood.

Aquí dentro todo parece un sauna. Parejas por aquí y por allá casi comiéndose los unos con los otros, el volúmen de la música es tan alta que siento como los vidrios que dan pase a otra habitación tiemblan.

Ino me toma de la mano y comenzamos a bailar cuales locas desenfrenadas. Sostiene un vaso de alcohol y me lo da. Yo acepto, sabe que soy demasiado intolerante a cualquier tipo de bebida alcohólica, pero ¡Vamos! Un vaso no mata a nadie.

PEQUEÑO DILEMA /SASUSAKUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora