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Sasuke

Mis dedos se aferran a algo suave. Definitivamente, no es el suelo, estoy en una...

—¿Qué?¿Qué pasó?—me enderezo de golpe sintiendo un mareo intenso. No conozco este lugar, ¿Me atraparon?

—Jovencito, si hace eso volverá a desmayarse.

Un anciano sentado me dirige la mirada. Por instinto veo el pequeño cuarto en dónde estoy. Es muy diminuto y andrajoso.

—Señor, ¿Trabaja para Fugaku Uchiha?—pregunto por instinto.

—¿Fuga qué?—hace un mueca con la nariz—Jovencito, nunca aprendí trabalenguas.

—Escuche, ¿Qué me pasó?

—Como ya se debió dar cuenta, soy un pobre viejo que vive en esta pocilga. Recojo botellas y las vendo. Ayer...

—¿Ayer?—lo corto exasperado—¿Me desmayé ayer?

—Si. Pasaba por la parte trasera de los edificios y lo encontré desparramado bajo unos arbustos. Ay, muchacho, creí que estabas muerto, pero cuando me acerqué vi que aún respiraba. Lo cargué hasta mi biclicletita y lo traje para curar sus heridas.

Y diciendo eso señala mi pierna, que está atada con vendas a una madera.

—Gracias—con gratitud me dirijo al hombre. Y pensar que este anciano bondadoso vive de este modo.

—Puede que peque de curioso, pero mientras lo llevaba decía el nombre de una muchachita.

—¿Sakura?—trato de no reír porque me duele hasta el alma.

—Esa misma, ¿Sabe ella que estás herido?

Niego con tristeza. En realidad no sabe nada.

—Es complicado. Verá, ella está embarazada, pero como se pudo dar cuenta, soy un crío que no tiene nada que ofrecer—el anciano no dice nada. Se mantiene en silencio mientras bebe algo humeante—. Aún no termino de estudiar, mentalmente tampoco me encuentro listo. Sucede que mi padre me ha quitado todo lo que gané cuando trabajaba, siendo eso lo único que tenía como fondo para mi hija. Y he venido para hacer algo malo—hago comillas con los dedos—pero bueno para mi hija.

Me sorprendo cuán liberal he sido para contarle todo lo que me pasaba. Debo seguir delirando.

—¡Uyyy! Jovencito, su hija es afortunada. Escucha los consejos de este hombre senil—el anciano se levanta a duras penas y me dirije la mirada de nuevo. —Mi padre siempre solía decir: hay acciones realizadas que siempre nos martitizan. No obstante, si aquellas fueron realizadas con intenciones ocultas o perjudiciales entonces vivirás lamentando cada día, si no, será un peldaño del que deberás subir, aprender y seguir.

Quedo inmerso en el conjunto de palabras que acaba de revelar. Mi situación es solamente obtener lo que ya tenía y darle algo digno a mi familia.

—Entonces sólo subir el escalón—confieso mirando al vacío.

—Pero antes, descanse un día más. No ve nada más como no puede ni erguirse bien.

—Agradezco su preocupación, pero tengo algo que resolver y el tiempo es lo menos que me sobra.

Dicho esto, consigo girar mi cuerpo hasta el borde de la cama, veo mis tenis en el suelo y me los coloco.

Pero un pinchazo en la pierna me obliga a volver a tenderme en la cama.

—La juventud es tan terca—el anciano niega con la cabeza divertido.

Arrugo la cara tratando de idear algo. Sin duda mamá se debe estar preguntando dónde estoy. Si salgo arrastrando un pie no haré más que llamar la atención y podrían reconocerme. Un día más será suficiente para mi recuperación.

—Agradezco su hospitalidad.

—Ni lo mencione, es aburrido para un viejo estar sólo todo el año.

Noto como sus hombros delgados se hunden. De repente, un dolor terrible golpea mi pecho. Nunca había visto una expresión tan abatida y lamentable. Debe ser solitario vivir aquí.

—¿Y su familia?—me atrevo a preguntar.

—Me dejaron tirado en víspera de Navidad. Fue hace diez años y lo recuerdo cada día.

—¿Ha ido a solicitar alguna ayuda al ayuntamiento?

El anciano ríe amargamente, noto arrugas colgar de su rostro.

—Esa gente no quiere a un viejo que hará gastar dinero innecesario. Pero respondiendo a tu pregunta, si, perdí la cuenta de cuantas veces he acudido, pero la respuesta siempre fue la misma.

Quedamos en silencio. No sé que decir. No tengo ninguna respuesta razonable.

—No se fuerce a responder, muchacho y ya duerma si quiere recuperarse—me sonríe.

—Yo...—observo los alrededores, solo hay una cama y muy estrecha-venga aquí.

Le señalo la misma cama y me acomodo al borde.

—Duerma bien, yo tengo mi sillón.

—Señor, si no viene ahora mismo, tomo mi pie cojo y salgo por la puerta.

Suelta una carcajada-estos muchachos de hoy, se atreven a desobedecer a los adultos.

Ya en la cama, de reojo miro al anciano quitarse unos zapatos de charol usados y se recuesta.

Habrá sido tan pesado mi sueño, que sólo recuerdo que me acomodé en la almohada y quedé profundamente dormido.

Tan dormido que olvidé todas mis preocupaciones.




—¿Está seguro que puede caminar?

—A diferencia de ayer, siento que ya no me palpita la pierna.

Siendo las doce del mediodía, me coloco los tenis, la sudadera, cojo el file, me pongo de pie para salir y dirigirme a la empresa de mi padre.

—Ha sido un gusto poder charlar con usted.

—Oh, deje las formalidades, este viejo no lo merece.

Su mano se extiende y yo correspondo para darle un apretón muy cálido. Me inclino para poder salir por la pequeña puerta de madera y observo el exterior.

Antes de irme, doy la vuelta y con más claridad puedo ver la diminuta casa del anciano.

Me devuelvo y, con mucha discreción me meto entre los transeúntes.



—Buenas tardes. Infórmele a mi padre que Sasuke Uchiha está aquí.

La recepcionista del primer piso retrocede su silla al verme parado dentro de la empresa en la que estoy baneado de por vida.

—Bu, bueno, el señor...

—Sé que está arriba. Así que, si no me quiere enojar, le pido que presione ese botón y me haga subir—ordeno con despotismo.

No pasa menos de diez segundos y la joven habla por un transmisor muy nerviosa.

Sujeto entre mi brazo y mi pecho el file que está metido debajo de mi sudadera.

Entonces aquí viene la parte ruda de la historia.

PEQUEÑO DILEMA /SASUSAKUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora