03

4.1K 313 10
                                    


Agito los bolsillos de mi cardigan con las pastillas dentro de una bolsa. Ya tengo lo que necesito, sólo debo ir a casa y seguir sin esta preocupación que me come viva. Giro para cruzar la avenida e ir a casa. De repente, una voz a lo lejos grita mi nombre.

—¡Haruno!¡Oye!—una voz animosa y potente llega a mis oídos. Me giro por completo y lo veo al otro lado de la calle, cerca a una fuente de soda que es muy popular por aquí. Me hago la desentendida y me devuelvo.

—¡No nos ignores!¡Ya vimos que nos escuchaste!—sigue gritando.

—Ya voy, sólo baja la voz—replico al ver como todos los transeúntes se nos quedan viendo. Sin poder hacer nada, doy pasos rápidos hacia ellos. Si, ellos. Naruto no se encuentra solo. A su lado se halla su muy buen y ponderado amigo Sasuke mirando hacía otro lado, como si no se estuviera uniendo al escándalo que acaba de hacer su amigo.

—¿Qué pasa?—cuestiono, hace tanto frío que no sé si entendieron lo que les dije.

—Es muy tarde, ¿Qué haces andando sola por aquí?—el rubio ladea la cabeza.

Entonces ya sé hacia donde va todo esto, ¡Tenía que suponerlo!

—Uzumaki, sabes que esos jueguitos no funcionan conmigo,—cruzo los brazos hacia los lados—intenta por otro lado.

Naruto parece que no entiende lo que le acabo de decir. Luego de un par de segundos su cara indica que al fin pudo comprender mi respuesta.

—Oh, no, no, no estoy tratando de ligar contigo, no podr—

—Dejalo, para qué perder el tiempo con personas amargadas —Sasuke al fin se gira a nosotros e interrumpe a Naruto, pero sólo para decir lo que siempre dice cada vez que me aparezco por su delante.

—Si, lo mismo opino, ¿Cómo es que puedes aguantar tanto tiempo al Uchiha contigo?—¡Bam! Le devuelvo la jugada. Noto como Sasuke hace una mueca y contengo la risa.

—Sólo quería que te unieras a nosotros, iremos a la hamburguesería de por allá, mis padres salieron y se olvidaron de dejarnos la cena,—el rubio se coloca al medio de Sasuke y yo, como evitando que nuestra discusión se intensifique—somos compañeros de curso de todos modos.

Frunzo el ceño y lo pienso por un momento.

Parece amigable. Si hubiese querido ligar hubiese actuado más agresivo, no veo malas intenciones hacia mí y creo que no sería mala idea pasar tiempo fuera. Apreto mis manos por el frío y la bolsa emite un ruido que llegan a mis oídos.

Casi lo olvido por completo.

—Lo siento, Naruto, esta vez no será posible, tengo algo importante que hacer,—me excuso dando pasos hacia atrás-nos vemos en un mes en la universidad—termino y troto por la otra calle, viendo como ambos se me quedan viendo hasta que desaparezco de su campo de visión.

—¡This bitch is back!—escucho gritar a Ino mientras deja sus botas en la entrada del apartamento y cuelga su parka en los colgadores.

—¿Todo bien?—me giro para responderle. Mis manos agitan con una cuchara una mezcla para los panqueques de la cena. Siempre solemos hacerlos cada último día de la semana. Desde que me aparecí en su puerta y ella me dejó entrar sin juzgarme, recuerdo que fue la primera cosa que me preparó.

Y ahora han pasado cuatro años desde ese día.

—Debería decir que si, pero no,—la veo hundir los hombros—mamá ha tenido fuertes problemas de depresión, mis tías no le despegan la mirada en ningún momento. El divorcio la ha afectado más de lo que creí.

Mis ánimos caen al suelo al verla tan apagada y triste. Me acerco cuidadosamente y la abrazo por detrás,—¿Necesitas ir allá un tiempo? Estamos de vacaciones, podrías aprovechar este tiempo e ir por unas cuantas semanas. Les hará bien a ambas.

—No puedo, debo llevar los diseños que hago de las revistas a la empresa la próxima semana, ya sabes, las entrego una vez al mes y si no lo hago me mandarán al demonio, no tienen piedad con los que hacemos pasantías.

—Yo puedo hacerlo,—me giro y me siento frente a ella—Sakura está libre y a tu disposición—hago un ademán de un soldado saludando.

—¿Lo harías por mí?—un brillo emerge de su rostro. Yo asiento sin pensarlo—¡Yay! Que haría sin ti.

—Pues nada—replico juguetonamente.

Ambas corremos hacia el pequeño mueble en nuestra sala de estar en el que apenas entramos, no sin antes terminar de preparar los panqueques, chocolate caliente, y nos ponemos a ver nuestro programa favorito de los domingos por la noche.

—Repasémoslo una vez más. Vas a esta dirección, tomas el ascensor al décimo piso, oficina número 341 y lueg—

—Y luego le adjunto la carpeta con los diseños y el plan de investigación—completo su frase—Ino, me lo has repetido unas mil veces, tranquila, amarán tu trabajo.

—No te olvides de escribirme si sucede algo o si piden otro documento.

—Si, si, si,—asiento moviendo la cabeza-tú sólo ve y relájate, del resto se encarga esta chica—me señalo orgullosamente a mí misma con el índice.

La veo girarse, tirar de su mochila a rueditas y salir por nuestra puerta color beige.

Doy un gran suspiro.

Hice lo correcto. Ella necesitaba ver a su madre. Todo el mundo, aunque viva a millas de distancia, siempre necesitará las palabras, consuelo o abrazo de su madre.

—Aunque quisiera no podría—me digo a mí misma.

Otro pensamiento regresa a mi mente.

No le platiqué del asuntillo de mi noche descontrolada, aunque no hay certeza de nada, ya hice lo que me enseñaron y seguí las indicaciones de la farmacéutica. No podría hacerlo. Llenarla de más cosas en su atareada cabeza sería cruel de mi parte.

Voy hasta mi recámara y me aproximo hasta el mini calendario que tengo puesto sobre mi mesa de noche—Bien, aún quedan seis días para llevar el encargo de Ino.

PEQUEÑO DILEMA /SASUSAKUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora