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Termino de preparar el estofado, tomo las manoplas de cocina y retiro la olla de la estufa. Mi cena está lista.

Me dirijo a la mesa, acomodo mis cubiertos y me dispongo a comer.

Siendo el silencio mi única compañía.

Este primer mes ha sido una batalla contra mis demonios internos, esos que me torturan en las noches con pensamientos perjudiciales que rápidamente evito. Mamá siempre me enseñó a ver el lado bueno de la vida.

Me he distanciado un poco de mis tres únicos amigos. Sasuke, Itachi y Naruto se agobiaban mucho por mi, he dejado que ellos siguieran por su lado, a pesar que casi todos los días tocan mi puerta.

Papá, lo extraño. Sólo vino a quedarse una semana y luego volvió a desaparecer con la excusa de regresar con una mejor vida para los dos. Me cuesta creerle, pero al menos de este modo, deja de herirme y creo que es mejor así para ambos.

Enciendo el televisor, las noticias de la noche empiezan a aparecer por la pantalla.

De repente, un soplo de viento rodea la cocina. Me pongo de pie y camino hacia la puerta.

Una silueta se encuentra de pie en la entrada, lo reconozco.

—¿Papá?—me acerco sigilosamente, no responde—¿Quieres que sirva tu cena? Acabo de preparar estofado de res.—sugiero. Sé que ha regresado y debería ser más afectuosa, sin embargo, decido mantenerme lejos. Algo no pinta bien.

El estruendo de un rayo me sobresalta.

—Sakura, Sakura—su voz no es la usual, achino los ojos—Me largué tanto tiempo para buscar dinero, ¿Y así es como me recibes?

—Lo siento, no sabía que venías, de ser así, hubiera cocinado tu plato favorito—doy pasos en retroceso mientras siento la piel china.

—¡Nos largamos!—grita al mismo tiempo que otro rayo golpea—Alista tus maletas que nos vamos a Fukuoka.

—Papá, no—niego como por reflejo. En mi mente aparecen los tres. Aparece Sasuke, no quiero alejarme de él—sólo cálmate y hablemos las cosas, tengo una escuela aquí, no podemos mudarnos de Tokyo a mitad de curso.

Puedo ver como el humo sale de sus oídos. Está furioso y tengo la seguridad que está ebrio por el olor nauseabundo que emana. Se me adelanta, toma mi mano y me jala hasta la salida. Pongo resistencia y logro soltarme a duras penas.

—Maldita sea, no seas obstinada—maldice, su cabello, con pocas canas a la vista, está hecho un nido de pájaros. Toma la lámpara ubicada cerca de un mueble y me lo lanza sin siquiera pensar en nada, llegando directo a mi mejilla.

Caigo directo al suelo por el impacto.

—Tu madre ya está muerta, vas a seguir mis órdenes—me jalonea, estirando la manga de mi suéter hasta romperla.

—¡Déjame!—forcejeo, su aliento apestando a alcohol me enferma. Me propina una bofetada, quedo en estado de shock, la fuerza con la que me golpea causa que mi vista se nuble. Definitivamente ha llegado a su límite y está totalmente alcoholizado. De pronto, siento como sus manos rozan mis muslos con rudeza.

—Te pierdo de vista un instante y ya luces como tu madre—incapaz de no oír aquello, comienzo a llorar, me revuelvo con el objetivo de salir huyendo como pudiese, pero me tiene aprisionada.

Tengo ganas de vomitar. Mi cabeza está a punto de estallar. Que pare toda esta pesadilla.

Sasuke.

De repente escucho el sonido de un cinturón desabrochándose.

No, Dios mío, no.

—¡Auxilio!—grito con todo el oxígeno que me queda, recibo, ahora un puñetazo que va directo a mi estómago, siento como la comida sube hasta mi traquea impidiéndome respirar bien.

PEQUEÑO DILEMA /SASUSAKUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora