PEQUEÑO DILEMA /SASUSAKU

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Trece años atrás

Sakura, nueve años

—Mami, ¿Aún sigues durmiendo? Los vecinos hablan sobre la fiesta que tendrá el niño de al lado—doy saltitos para poder llegar a la cama.

—Sakura, esa familia no es como el resto, no les gusta que los vecinos interactúen con sus hijos, mas aún si somos nosotros—me alza y me sienta en su regazo—¿Qué es lo que estás haciendo?

—Lo aprendí en clase de manualidades—le muestro mi creación, estoy muy orgullosa—la profesora nos dio moldes a elección para hacer un muñeco de felpa.

—¿Y elegiste la girafa celeste?

Asiento contenta, mamá examina mi avance, ya he unido las partes, sólo necesito ponerle el relleno y los detalles para tenerlo todo listo.

—Has hecho un excelente trabajo,—besa mi frente—estoy muy orgullosa de ti, cariño.

—Sip—me acurruco en ella, mamá siempre ha sido muy buena y paciente conmigo. Es la mejor madre del universo.

Aunque últimamente ya no salimos como solíamos. Todas las tardes, luego que llegara de trabajar, me llevaba al parque a volar cometas o comer helado. Ahora sólo la veo recostada en su cama, tecleando en su portátil.

—¿Ya terminaste los deberes?— pregunta, me acuesta a su lado—Sabes que siempre es mejor hacer las cosas con anticipación.

—Si mami, me lo dices todos los días.

—Hija,—baja la tapa de su portátil, se acomoda para tener su vista fija en la mía—pase lo que pase, sabes que siempre estaré orgullosa de ti, ¿Lo sabes, verdad?—escucho como su voz se hace más débil.

—¡Mamá!—aprieto sus mejillas—Ya lo sé, tu y yo siempre estaremos juntas, tal vez peleemos, pero te quiero mucho.

—Eso es porque aún no sabes doblar tu ropa—pellizca mi nariz—Ven, vamos, acompáñame a preparar la cena.

Me deslizo, acomodo mi sudadera rosa que se había arrugado y voy corriendo detrás de ella.

Mamá comienza a abrir varios cajones, saca instrumentos para cocinar, del refrigerador saca varias verduras que desconozco.

—Hoy te toca lavar los apios—me llama, tira de una diminuta banca con una escalera al lado y subo en ella para estar a la altura del lavabo. Mi estatura siempre ha sido un problema que ha ido conmigo, peor aún, que la construcción de esta casa ha sido diseñada para personas altas como papá.

De pronto, escucho el tintineo de unas llaves. Cierro el grifo y me giro hacia un pasillo que lleva hasta la puerta principal.

—¡Es papá!—afirmo entusiamada. Mamá sigue concentrada en la estufa.

—Mebuki—su voz invade nuestro alrededor. Ya está aquí—¿Aún no está la cena?

—Recién iniciamos. Sería de mucha ayuda si nos das una mano, como solíamos hacerlo antes.

—Mi corbata es nueva, puede dañarse o quemarse.

—Vamos, puedes quitarte esa corbata, no per—

—¡Que no!—levanta la voz. Mamá da un pequeño salto, me mira, he dejado de seguir lavando lo que me ordenó, los miro de aquí para allá—¡Y ya agilicen las manos!

Me mantengo en silencio, no es la primera vez que llega a casa y nos grita sin ningún motivo. Estos últimos días ha estado insoportable, insulta a mamá e incluso ha llegado a lanzarle un zapato mientras yo veía la escena a escondidas.