Capítulo 17.

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Narra Ana:

Estaba nerviosa, estaba muy nerviosa.
Llegué a la biblioteca casi una hora antes, fui hacia la máquina y compré un café.
Salí y me senté en un banco a esperar mientras fumaba.
Quedaban 5 minutos, Miriam solía llegar antes de la hora asi que estaba pendiente por si la veía aparecer.

15 minutos.

30 minutos.

1 hora.

2 horas.

Y Miriam no apareció, noté una mano en mi hombro y me giré esperanzada.
No era Miriam, era Mireya que me miraba con pena.

-Anda, que te acerco a casa -dijo Mireya apretando cariñosamente mi hombro

La seguí y subimos a su coche, no pude evitar soltar alguna que otra lágrima, notaba como Mireya me miraba de reojo.
Paramos en un semáforo y Mireya colocó su mano sobre mi pierna.

-Amiga, Miriam es... complicada, necesita tiempo -dijo antes de que el semáforo se pusiera en verde

Subimos al piso en silencio, al llegar yo fui directa a mi habitación, no quería que nadie me preguntara porque sabía que rompería a llorar.
Mireya se quedó en el salón hablando con Mimi y Ricky.
Salí de la habitación en pijama y en silencio, pasé entre ellos, llegué a la cocina y cogí una botella de vino.
Esa botella la compré antes de irme para invitar a Miriam, pero ya no servía.
Fui de nuevo a mi habitación, notaba las miradas de todos al pasar por el salón.

-Ya va la dramas, arrastrando hasta los pies como un alma en pena -dijo Ricky negando con la cabeza

Escuché a Mireya despedirse y entré en mi habitación.
Al cabo de media hora aparecieron Mimi y Ricky.

-Banana, abre la puerta -dijo Mimi
-Un coño, que esta no se levanta a abrir -dijo Ricky
-Voy a abrir, ¿vale? -dijo Mimi abriendo despacio
-No, quiero estar sola -dije secandome las lágrimas
-Que dramas eres hija, vaya cuadro -dijo Ricky apoyado en el marco de la puerta

Y razón no le faltaba, estaba sentada en la cama, rodeada de pañuelos, con la botella de vino en mano que ya estaba prácticamente media, viendo nuestras fotos mientras sonaba Chavela Vargas de fondo.
Quizá tenían razón y me pasaba de intensa.

Los miré a ambos y rompí a llorar de nuevo, se acercaron rápidamente y me abrazaron, con cuidado me quitaron la botella y apartaron los pañuelos.

-Desahogate, cariño -dijo Ricky abrazandome
-No ha venido, esta mañana la vi pero ella apenas me miraba y y la dibujé, detrás le escribí que la esperaba a las siete, pero no se ha presentado -dije entre lágrimas
-A ver cariño, no puedes pretender que tras irte sin darle explicaciones y estar todo este tiempo ignorandola, ahora vuelvas y la tengas en la palma de la mano -dijo Mimi acariciando mi cabeza
-Apaga eso ya, por dios, que al final me pongo dramas yo -dijo Ricky refiriéndose a la música
-Si me hubieras dejado contarle por qué te habías ido... Ella ha preguntado mucho por ti y también lo ha pasado mal, dale tiempo, es normal que ahora no quiera saber nada -siguió Mimi
-Ella cree que habías vuelto con el capullo de tu ex, me lo preguntó la última vez que estuve en su piso -dijo Ricky suspirando
-Ay Anita, si es que te metes en cada fregao' tú sola, con lo fácil que habría sido contarle todo en un principio -dijo Mimi

'Nada me han enseñado los años, siempre caigo en los mismos errores'

Ay Chavela.
Era cierto, la había cagado, había metido la pata hasta el fondo por una tontería y eso había hecho una bola cada vez más grande.
Y esa bola me acababa de estallar en la cara.

Ricky y Mimi salieron de la habitación para hacer la cena.
Recordé todo lo que me dijo mi padre.
Ay papá.
Miré en mi galería y vi las últimas fotos que nos hicimos, él estaba con la cánula nasal por la que le llegaba el oxígeno y aún así tenía una sonrisa de oreja a oreja.
Casi juraría que podía escucharle reír, su risa profunda esa en la que casi podías verle hasta el último empaste.
Mi padre y su descubrimiento de los filtros de Snapchat.
Sonreí y compartí una de esas fotos en instagram.

'Llevo menos de un día lejos de él y ya le echo de menos'

Tras esto le mandé un mensaje de buenas noches, aunque probablemente él ya estaría dormido.

Narra Miriam:

Estaba dividida, no sabía qué hacer.
Una parte de mi deseaba ir y abrazarla, la echaba de menos.
Por otra parte estaba mi orgullo, que aunque quisiera cambiarlo, era demasiado grande. Además, estaba cabreada, aunque tenía curiosidad por saber que excusa inventaria para justificarse.
Me quedé en casa con Nerea viendo una película y usando toda mi fuerza de voluntad que tenía para no ir a verla.
Pasaron las horas y un sentimiento de culpa se me instaló, pero al fin y al cabo, no era mi culpa, ¿verdad?

Estaba en la cocina haciendo palomitas cuando escuché un portazo y vi aparecer a Mireya como un huracán.

-¿Se puede saber qué coño te pasa? No has ido, ha estado esperandote horas, la he tenido que acercar a su casa y estaba llorando, ¿tan difícil es tragarte tu orgullo y dejar que se explique por lo menos? -dijo de carrerilla y algo alterada

No supe que contestarle, estaba en shock.

-¿No me vas a contestar? Mira, haz lo que quieras, pero yo que tú la dejaría explicarse -dijo mirándome a los ojos
-Pero si ha estado con su ex, que lo vi y encima te escuché hablarlo con Mimi, ¿o me vas a decir ahora que es mentira? -dije sin entender a que venía montarme ese numerito
-No todo es tan simple como crees, amiga -dijo antes de darse la media vuelta y salir de la cocina dejándome con la palabra en la boca

¿A qué coño se refería? Salí de la cocina y me encontré con la mirada interrogante de Nerea, me encogí de hombros.

-Oye, peque, seguimos viéndola otro día, necesito salir a tomar el aire -dije rascandome la cabeza

Me vestí rápidamente, cogí las llaves y el casco y salí.
Conducí un buen rato hasta llegar a un parque algo apartado del caos de la ciudad.
Me senté en un banco de piedra, saqué el paquete de tabaco y empecé a darle vueltas a lo que dijo Mireya.
Me di por vencida y me puse a mirar el móvil, empecé a pasar las stories de la gente intentando buscar algo con lo que distraerme.
Llegué a Ana sin darme cuenta, tenía ojeras en esa foto y los ojos llorosos pero una sonrisa enorme al igual que el hombre que salía con ella, el fondo parecía ser un hospital.
Algo se removió dentro de mí, la sensación de culpa cada vez era mayor y todo apuntaba a que Mireya tenía razón.
Joder, si es que soy imbécil.
Me levanté rápidamente, cogí la moto y antes de querer darme cuenta ya estaba en el portal de Ana.

'Ana, estoy en tu portal, baja'
'Por favor, canaria'
'Siento no haber ido'

Nada.
La llamo.
No lo coge.

Podría haber avisado a Mimi o a Ricky, si, podría haber llamado a su porterillo, también, pero ni se me pasó por la mente.
Cogí aire y comencé a gritar su nombre hasta que la vi asomarse.
También se asomó su vecina amenazando con tirarme un cubo de agua, supongo que no todo iba a salir perfecto como si fuera una película.
A mí me bastaba con poder abrazarla.
Vi a Ricky asomarse tras Ana.

-De verdad, que intensas sois las bolleras -dijo mirándome

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