Libros olor a café

Capítulo 11.

Narra Ana:

Estaba fumandome un cigarro en el balcón cuando escuché el rugir de la moto.
Me asomé y vi como Miriam se quitaba el casco y se revolvía el pelo, estaba hipnotizada mirándola.
El sonido de mi móvil me sacó del trance.

-¿Bajas o qué? -dijo Miriam desde abajo sonriendo
-Vooooy -dije sacándole la lengua

Volví dentro del piso, cogí las llaves y el bolso, miré que lo llevaba todo y bajé.
Mientras bajaba el corazón me iba a mil, estaba nerviosa, tenía un nudo en el estómago.
Salí del portal y pude apreciar a Miriam de cerca mientras me acercaba a saludarla.
Llevaba los rizos más marcados y se había maquillado, por no hablar del escotazo que llevaba. Ana, no mires que te pierdes.

-Hola canaria -dijo sonriendo apoyada en su moto
-Hola gallega -dije acercandome para darle un beso

Pasó sus manos por mi cintura, acariciandola pero no de forma suave, madre mía como lo haga todo con la misma intensidad... Ana, para.

-Buah, que bien hueles, ¿qué colonia usas? -dijo acercándose a mi cuello y a mi se me habia olvidado hasta como se respira
-Es secreto -dije intentado disimular el calor que me había entrado
-Ya haré algo para sonsacarte información -dijo antes de girarse para subir a la moto y pasarme el casco
-¿Dónde vamos? -dije subiendome también
-Sorpresa sorpresa -dijo riendo para después arrancar la moto.

Narra Miriam:

-Ay, amiga si tú te dejaras y yo quisiera -dijo Mireya mirándome de arriba a abajo
-¿Eso significa que voy guapa? -dije riéndome
-Ellaaaa que tiene una cita -dijo Agoney desde el sofá
-No es una cita -dije cogiendo el casco de la moto

Siguieron hablando pero dejé de escucharles, me despedí y me fui.
Conforme iba llegando a casa de Ana me iba poniendo más y más nerviosa.
Cuando llegué respiré intentando tranquilizarme al quitarme el casco, miré hacia arriba y allí estaba ella, iba a gritarle que bajará pero tampoco quería parecer una loca.
Llamé a su móvil y bajó, conforme apareció por la puerta no pude evitar sonreír, estaba preciosa.
Llevaba una camisa holgada azul claro que hacía destacar su tono de piel, cuando me di cuenta de que se estaba acercando salí de mi ensoñación.
Nos besamos de forma suave pero no pude evitar poner mi mano en su cintura para acercarla un poco más, paramos el beso y respiré profundamente cerca de su cuello, me encantaba su olor.
Noté como le dio vergüenza a la par que se mordió el labio mirándome intensamente.
Nos separamos y subimos a la moto, le pasé el casco y arranqué.
Primero pasamos por la cafetería a recoger lo que le había encargado a Mamen.

-Ahora vuelvo, espérame aqui -dije bajándome de la moto

Entré a la cafetería y me encontré con Laura sentada en un sillón junto a la barra.

-¡Amiga! Que bien te sienta el embarazo -dije acercandome para abrazarla
-Pero si estoy hinchada como un balón de playa -dijo haciendo un puchero
-Estas preciosa, déjate de pegos -dijo Mamen acercandose con un vaso enorme de chocolate caliente
-Gracias -dijo Laura con una sonrisa de oreja a oreja cogiendo el vaso
-Ay, los antojos -dije yo tras saludar a Mamen
-Es una quema sangre con los antojos, ayer tuve que ir por lo menos 10 veces a comprar -dijo Mamen exagerando- voy a por lo tuyo, corazón
-Entonces una cita, ¿no? -dijo Laura alzando las cejas
-¿Y tú cómo lo sabes? -dije riendo
-Mi mujer -dijo encogiendose de hombros
-¿Qué pasa conmigo? -dijo Mamen poniendo el pedido sobre la barra
-¿La vas a llevar a tu sitio? -dijo Laura como si fuera un secreto
-La voy a llevar a mi sitio -dije riendo
-Ves como si es una cita, ahí casi nunca llevas a nadie -dijo Mamen orgullosa
-Bueno, yo me voy ya, que bastante la estoy haciendo esperar -dije antes de dejar un beso en sus mejillas

Al salir vi a Ana saludando con la mano, me giré y las vi asomadas en la puerta de la cafetería, parecían dos niñas pequeñas.
Negué con la cabeza mientras reía y miraba a Ana, ella seguía diciéndoles 'hola' con la mano de forma divertida.
Guardé los dulces en la moto y nos subimos.

Llevaba un rato conduciendo y Ana cada vez parecía estar más cómoda, estaba agarrada a mi y me acariciaba el abdomen de forma suave.
Llegamos, Ana se quitó el casco y pude ver su cara de ilusión mientras observaba aquello.
Estabamos en un mirador natural en plena sierra, a esta parte no solía venir nadie por el dificil acceso por carretera, pero las vistas merecían la pena.

-Miri, esto es precioso -dijo Ana mientras se acercaba a mi para abrazarme
-¿Te gusta? -dije besando su cabeza
-Me encanta -dijo mirandome fijamente
-Pues verás cuando anochezca -dije guiñandole un ojo y separandome para coger las cosas de la moto.

Puse la manta en el suelo para poder sentarnos y saqué lo que había preparado Mamen.
El cielo estaba rosa por el atardecer y a Ana aquella luz le sentaba genial, me quedé embobada mirándola mientras ella apreciaba las vistas.

Narra Ana:

Noté la mirada de Miriam en mí, me estaba mirando embobada, no pude evitar sonreír.

Chasquee los dedos frente a ella y volvió en sí visiblemente avergonzada.
Tras pasar un par de horas hablando, vi como Miriam se levantaba para encender las luces de la moto y recoger lo que habíamos puesto, excepto la manta.
Iba a ayudarle pero se negó, me quedé observándola detenidamente, tenía un cuerpo de infarto.
Que calor de repente, ¿no?
Miriam apagó la luz de la moto y volvió a sentarse conmigo, esta vez apoyó su espalda en la gran piedra que teníamos detrás.

-Anda, ven -dijo indicándome que me sentara entre sus piernas para asi poder abrazarme desde atrás

No lo dude ni un segundo, me senté y noté como pasaba sus brazos por mi cuerpo para atraerme hacia ella.

Las vistas desde allí eran alucinantes, Miriam tenía razón, pero apenas podía concentrarme en ellas si tenia las manos de Miriam haciendome cosquillas a la par que notaba su respiración en mi cuello.
Empecé también a hacerle cosquillas, a la vez que eché la cabeza hacia atrás apoyándola en su hombro.
Noté un cambio en su respiración cuando empecé a subir mi mano por sus piernas haciéndole cosquillas.
Ella comenzó a acariciarme el cuello, y no pude evitar soltar un pequeño gemido.
El cuerpo de Miriam irradiaba calor, y yo cada vez subía un poco más.
Miriam pasó sus dedos de forma muy suave de mi cuello al escote para volver a subir y pasar de nuevo a los brazos.

Ay, gallega.

Este ha sido un poco más largo para compensar, no sé, ¿qué os parece?
Como siempre, mil gracias por leer 💕