Capítulo 5.

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Narra Miriam:

Otro día que Agoney decía que llegaba tarde al conservatorio, otro día que tenía que llevarlo en la moto a toda hostia para llegar y que aún faltaran 5 minutos.

-Siempre te pasa igual neno, te quedas hasta tarde con el rubio y luego la que tiene que correr soy yo -dije mientras me encendía un cigarro
-Ellaaaa dramática -dijo Agoney cachondeandose- Oye, ¿te habló la canaria?
-Que va, no sé que la pasa, me lanza señales, me deja una notita, voy le doy mi número y bom, se la traga la tierra
-A ver si es que es hetera... Bueno amiga, luego nos vemos

Agoney entró al conservatorio y yo me quedé  terminandome el cigarro apoyada en la moto.
Estaba tan tranquila viendo a la gente pasar hasta que vi una chica que salía prácticamente corriendo y un chico detrás, parecía que estaban discutiendo pero no lograba entender lo que decían.
El chico le agarró el brazo, la chica se giró y le cruzó la cara, pero él no le soltó.

-Javi, sueltame, ya no estamos juntos, no te debo nada-dijo la chica intentando que no le temblara la voz
-Eres una zorra -dijo mientras apretaba la mano, la iba a abofetear

Me acerqué rápidamente, eso cada vez iba a peor.

-Déjala en paz
-¿Y tú quién coño eres? ¿es otra de tus amiguitas? -dijo girandose hacia la chica
-La que te va a dar una paliza como se te ocurra tocarle un pelo -dije intentando sonar lo más amenazante posible

El chico me miro con asco, y se fue hacia atrás, dijo algo por lo bajo con fastidio, de lo cual solo entendí "ya nos veremos".
En ese momento reparé en la chica, ni la había mirado.

-¿Estas bien? -dije girandome hacia ella
-Si, gracias
 
Me topé de frente con la canaria, no me lo esperaba y no supe que decir.
Joder chica, es que tienes que empezar a llevar las gafas.
Ella se quedó mirándome, supongo que esperaba que le respondiera algo.

-No ha sido nada
-Esto, bueno, me tengo que ir -dijo algo apurada
-Eh, si, claro, ¿necesitas que te lleve o algo? -dije algo insegura mientras señalaba la moto
-No te preocupes, me las apaño bien sola.

Dicho esto, dio la media vuelta y echó a andar.
Me quedé allí plantada como una imbecil mirando como se marchaba.

Narra Ana:

Llegué a casa con un cabreo monumental, afortunadamente no había nadie.
Me cambié de ropa, me puse el chandal y me fui a correr, necesitaba desfogar.

Tras dos horas fuera volví a casa y me encontré con Mimi en el salón.

-¿Que ha pasado hoy?
-¿Cómo que qué ha pasado? ¿Tú como lo sabes?
-Me lo ha dicho Mireya -dijo siguiendome a mi habitación
-¿Quién?
-La bibliotecaria, la amiga de la leona, esa a la que llevas ignorando casi una semana sin motivo alguno
-Fuiste tú quién me dijo que esperara un poco para hablarle, que me hiciera la interesante
-Pero coño, como mucho un día no media semana, que te vas del tema, ¿qué ha pasado?

Le conté todo, como Javi nos había visto de la mano, su ataque de celos, la discusión y como se había metido Miriam.

-No, si ahora resulta que cogerle la mano a una amiga significa que nos comemos el coño, manda cojones
-Ya no es solo eso, es que no le debo ninguna explicación

Mimi me abrazó, de estos abrazos que te reconfortan y te dan fuerzas, me besó la cabeza antes de levantarse y salir de mi habitación.

-¿Sabes que creo? Deberías hablarle a Miriam y pedirle perdón al menos, la chiquilla se ha quedado preocupada.

Eso último me hizo sentir mal, estaba cabreada a la par que incómoda y fui demasiado cortante con ella.
Quizá debería hablarle.

Al salir de la ducha decidí enviarle un mensaje.

Ana:
Siento mucho el numerito de esta mañana y la forma de la que te traté
Miriam:
No te preocupes, no pasa nada
Ana:
¿Me dejas invitarte a un café?

Libros olor a caféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora