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Los ancianos árboles que decoraban el amplio sendero de arenisca blanca se sacudieron al compás del viento que sopló desde el oeste con elegancia, sacudiendo a su vez el cabello verdoso del joven explorador que caminaba lentamente hacía el pueblo que se encontraba bajando la enorme escalera.
El sol había decidido golpear con especial fuerza ese día, o por lo menos eso era lo que el joven se obligaba a pensar para distraerse de lo que acababa de escuchar del consejero del Rey Yagi antes de haber sido prácticamente echado del castillo.
Había regresado a Grimrah, su amado reino, pocas horas atrás luego de haber estado explorando el bosque Ilrod al norte del reino y cartografiándolo a petición del animoso rey durante casi un mes, sin embargo, cuando estaba hablando con este sobre las curiosidades que había observado en el camino, el ministro del reino había entrado con un rostro preocupado y había pedido una audiencia a solas con el rey con urgencia.
—Señor, ya está aquí.
Luego de escuchar esas cuatro palabras, el rey le dirigió una mirada de disculpa y le dijo que lo vería luego para después marcharse de la habitación.
¿Quién había llegado? ¿Por qué? ¿Acaso algo malo estaba pasando en el reino?
Sacudió la cabeza un par de veces, buscando distraer a su activa mente de la situación, una que claramente no le incumbía. Apretó entre sus dedos enguantados la correa de su vieja mochila de cuero marrón y levantó la mirada hacia el frente, preocupado de tropezar como ya le era costumbre. Divisó a lo lejos, aproximándose a un joven hombre que portaba una reluciente armadura con pinta de ser muy pesada y que lo saludó apenas estuvieron lo suficientemente cerca.
—Hola, Midoriya. Es bueno verte de nuevo. —movió una de sus manos mecánicamente. No llevaba el casco puesto, por lo que no hubo preámbulos para su encuentro. —¿Cómo ha estado tu viaje?
—Ha estado bien, Iida. —respondió neutral, apreciando la armadura de cerca, era nueva; probablemente solo tenía unos pocos días de uso. —Como todos los viajes pasados.
—Ya veo, nada interesante, entonces. ¿Has hablado con el Rey? —el bajito asintió como respuesta a la pregunta sin detener su escrutadora mirada hacia la armadura, investigándola fervientemente. El más alto decidió pasar por alto la fascinación del chico por la armadura.
Iida Tenya era un caballero que, a pesar de tener la misma edad que el propio Izuku, poseía una fortaleza física envidiable. Había logrado entrar a la guardia siendo muy joven y hacía su trabajo de una forma impecable, acatando siempre las reglas de la manera más apegada posible y poniendo en vergüenza a los altos mandos con su esplendorosa disciplina.
Midoriya, por el contrario, no había logrado entrar a la guardia gracias a su estatura por debajo del promedio y su cuerpo delgado, pero se había transformado en un buen explorador luego de pasar la gran parte de su infancia leyendo libros y ansiando crecer para poder viajar, así como por su insaciable curiosidad por conocer el mundo más allá del límite del reino. Se había convertido en el explorador por excelencia en el reino en relativamente poco tiempo y el propio Rey había reconocido sus descubrimientos dejándole entrar y salir del reino cuando se le diera la gana a cambio de que lo dejara tener acceso a sus investigaciones.
—Luces algo decaído. —señaló el caballero luego de esperar a que Izuku continuara con la conversación. —¿No estás enfermo?
El bajito llevó una de sus manos hasta su pecosa mejilla y toqueteó, como si así pudiera corroborar si las palabras de su amigo eran ciertas.
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Vhakan; [Katsudeku]
FanfictionGrimrah, el más poderoso reino humano ha sido atacado por criaturas que la humanidad olvidó, los ra'ka, híbridos de dragón y hombre que buscan recuperar las tierras que les fueron arrebatadas a sus antepasados. En una medida desesperada por ayuda, M...