Furia

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Viajaron sin detenerse hasta que estuvieron en el borde de Driel, justo en donde la ceniza se debilitaba lo suficiente como para dar paso al bosque. Katsuki seguía sin poder transformarse e Izuku no había querido tocar la espada, por lo que su caminata había sido un poco más deprimente de lo que habían esperado.

El sol tenía apenas un par de horas de haberse puesto y las estrellas ya formaban una cúpula sobre ellos cuando decidieron detenerse a descansar en medio de un claro rodeado por robles altos y arbustos frondosos, probablemente ya estaban en el medio de Ilrod.

Izuku miró como Kacchan se quitaba la capa para poder acostarse sobre ella sin que el césped lo molestara y tragó saliva al ver como sus músculos se flexionaban.

Avergonzado, miró hacia el lado contrario y bajó su mochila para poder buscar algo de comida; su tiempo en Sahne había servido para que pudiera recuperarse y, ya que el efecto del ore seguía en su cuerpo, aún no estaba cansado.

Se sentó sobre la hierba fresca mientras masticaba una pieza de pan y miraba a su alrededor. El tupido bosque era de un color verde tan profundo que era muy difícil alcanzar a ver más allá de diez metros y los árboles altos, envejecidos y reacios, parecían extender sus ramas hacia ellos.

—Deku.

—¿Hm?

—Borra esa expresión estúpida de tu cara, estás asustando a los animales.

Izuku rodó los ojos, pero no pudo evitar esbozar una sonrisa justo antes de girarse a mirar al cenizo.

—¿Estás seguro de que no es tu cara antipática la que los asusta?

—¿Ah?

El humano rio al tiempo que el ra'ka se estiraba para sujetarlo por el antebrazo y a pesar de que el pecoso intentó zafarse del agarre, la risa se lo impidió.

Luego de un muy corto forcejeo sobre la hierba, terminó recostado sobre la capa roja del contrario, con la lana blanca que bordeaba la parte superior haciéndole cosquillas en las mejillas y ambas muñecas inmovilizadas por el agarre de las manos tibias del cenizo, quien ahora lo miraba desde arriba con una sonrisa triunfal al tiempo que se acomodaba entre sus piernas, obligando al más joven a separar los muslos.

—Tienes agallas para atreverte a decir algo así sobre mí. —se burló el cenizo, presionando su cuerpo hacía abajo, buscando instintivamente más contacto.

—¿Qué vas a hacer al respecto? —retó Midoriya.

Katsuki soltó las muñecas del chico para poder sostenerse mientras bajaba su rostro hasta que sus narices casi se tocaban, listo para soltar su siguiente comentario y hacer que el humano se tragara sus palabras. Miró directo a sus ojos, brillantes y puros y no pudo evitar imaginar en cómo serían las cosas cuando todo ese asunto terminara; un pensamiento repentino distrajo su mente, no conocía las tradiciones de los humanos respecto a sus uniones sentimentales, por ende, supuso que tal vez Deku no conocía las de los ra'ka, así que se adelantó a preguntar.

—Hay algo que quiero saber sobre los humanos.

Izuku lo miró, asintiendo levemente, sus bonitos ojos esmeraldas resplandeciendo mientras le prestaba su total atención.

—Cuando dos humanos se vuelven compañeros, ¿Qué hacen?

El pecoso se sonrojó en un abrir y cerrar de ojos, apartando la mirada y soltando una risa nerviosa.

—¿Ha-hacemos?

Katsuki lo miró sin entender que era tan vergonzoso.

—Si.

Vhakan; [Katsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora