Tamaki Amajiki

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Caminaron juntos de vuelta hasta la plaza y de ahí el pecoso le mostró el camino hasta el barrio bajo de la ciudad, que era en donde estaba ubicada la casa de Uraraka.

El viejo letrero que indicaba que se trataba de un establecimiento dedicado a la alquimia y la magia les dio la bienvenida. La luz amarilla se filtraba por entre los cristales de colores y cuando Bakugo empujó la puerta principal para abrirla, percibió una mezcla de aromas que le hizo arrugar la nariz.

Libros, té, azufre y fuego.

Dentro, estaban los amigos de Deku, siendo tan ruidosos como siempre, se encontraban acompañados de un hombre de cabello púrpura y que pronto identificó como la fuente del aroma a libros viejos y té concentrado; se trataba, sin lugar a dudas de aquel dichoso hechicero que el humano había conocido en Nasjen.

Arrastró su mirada por el viejo establecimiento, identificando con facilidad algunos de los brebajes que la chica con la cara redonda había colocado en distintas encimeras para exhibirlos y de pronto se topó con algo inusual.

Sentada en una pequeña silla mientras leía un libro de alquimia, estaba la princesa de Leyhal, luciendo un poco más animada ahora que sus heridas se habían curado y, a un lado de ella, el idiota mitad-mitad, quién permanecía de pie, ya devolviéndole la mirada.

Izuku realizó una reverencia para el par de nobles a su derecha tan pronto los vio y Yaoyorozu le pidió amablemente que dejara las formalidades para tiempos más pacíficos.

—¿Cuándo llegaron? —preguntó el humano, acercándose para ayudar a Tsuyu, quien cargaba una bandeja con bebidas humeantes.

—Recién. —respondió Shoto, acercándose al resto del grupo luego de ofrecerle una mano a Momo para que se pusiera de pie. —Tuvimos suerte de toparnos con tu amigo el guardia cuando entrabamos al reino.

Midoriya se giró para mirar a Iida y agradecerle por el gesto.

—No fue nada; fue bueno encontrarlos antes de que se toparan con algún otro guardia. —respondió el caballero, tan confiable y noble como siempre.

Entonces, se giró para mirar a Shinso, quien realizó un corto asentimiento a forma de saludo.

—¡Me alegra que estés bien, Shinso! Siento mucho lo de tu hogar.

—Gracias. —suspiró el hechicero, apretando entre sus dedos lastimados el vaso que contenía té. —Es bueno verte de nuevo.

—¿Qué tal está Vhakan? —preguntó Tsuyu, yendo a tomar un par de asientos para acercarlos a ellos mientras Ochako preparaba una comida para los recién llegados.

—Mejor. Fue una suerte que estuviéramos ahí cuando atacaron de nuevo. —informó Izuku, tomando una de las sillas para sentarse. Katsuki optó por recargarse contra la silla, colocando una de sus manos sobre el hombro del humano.

—¿¡Los atacaron!? —exclamó Uraraka, acercándose al grupo. —¡Oh, dioses, espero que no haya sido grave!

—No lo fue. —respondió Bakugo esta vez. —pero con esto pudimos darnos cuenta de que no son solo ra'ka quienes están involucrados en esto. Mis soldados derrotaron a un liche y Deku a un rakshasa.

—Están cautivos, espero. —añadió Todoroki.

—Solo los que sobrevivieron.

Yaoyorozu dio un sorbo a su té antes de entrar en la conversación.

—Dada esta nueva información supongo que será difícil calcular con cuantos enemigos estamos tratando.

—Lo es, pero hay un dato del que estamos completamente seguros. —complementó Izuku. —Es una sola persona quien está al mando, ¿lo recuerdas, Kacchan? El hombre de cabello celeste.

Vhakan; [Katsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora