Bakugo & Midoriya

4.9K 502 523
                                    

Frio, hacía frio.

Más que frio, estaba helando.

La brisa helada acariciaba sus mejillas con firmeza, haciéndolo sentir incómodo, pero no tenía la fuerza para moverse e intentar cambiar de posición.

¿Qué había estado haciendo antes? Se preguntó al darse cuenta de que no recordaba; su cabeza punzaba y no podía abrir los ojos por temor a que la luz lo lastimara.

Había una fuerte presión en su pecho que no le permitía respirar correctamente y su mente taciturna no encontraba una razón por la cual debía siquiera pretender levantarse.

¿Cómo había llegado ahí? En Grimrah nunca nevaba, nunca; el clima era cálido la mayoría del año, incluso en invierno, por lo que sabía que no estaba en casa, ni cerca de ella.

¿Tal vez estaba en Nasjen? Ahí solía nevar de vez en cuando, cuando los vientos fuertes del norte empujaban la nieve de las montañas hacía el valle, bajando la temperatura. Había escuchado que era un paisaje hermoso, pero nunca había tenido la oportunidad de viajar para verlo.

Aunque no era como si necesitara viajar para ver paisajes bellos; desde el castillo de Grimrah podía ver el bosque de Ilrod y las lejanas montañas del valle de Elde; incluso Asvan era ligeramente visible desde la torre más alta del palacio.

Extrañó el clima cálido de su pueblo, en donde la brisa era fresca y no mortífera, como en el lugar en donde estaba ahora.

Dioses, incluso en Vhakan, que estaba cubierta de montañas, el clima era increíble.

Vhakan, recordó.

Era una ciudad hermosa, llena de vida, colores y aromas esperando pacientemente a ser descubiertos; tenía tantas ganas de volver.

Pero, ¿volvería solo?

No, sabía que había alguien que lo acompañaría, tal y como lo había acompañado a recorrer cada rincón de Yuuei.

¿Quién era ese alguien?

Sabor amargo y metálico le llenó la boca mientras trataba de recordar, su mente ya no se sentía tan adormecida como antes. Se presionó mentalmente, intentando rememorar.

Aroma dulce y adictivo, cabello suave del familiar color del trigo, manos grandes y cálidas sujetándolo a una figura alta, a un hombre.

Kacchan.

¿En dónde estaba? ¿Por qué no se encontraba ahí con él?

Su respiración se aceleró con el pasar de los segundos, estaba preocupado.

Abrió los ojos repentinamente, arrepintiéndose al instante en que la luz quemó sus pupilas; volvió a cerrarlos y a abrirlos, esta vez tomándose el tiempo necesario para no lastimarse de nuevo.

Su mirada se enfocó en su lado derecho; no se había percatado de que su cabeza estaba ladeada y el frio tenía sentido ahora que se había dado cuenta de que su cuerpo estaba medio enterrado bajo una capa de nieve.

Finalmente movió los dedos de la mano derecha, le dolía y le costó un poco lograrlo, pero lo logró. Después, levantó el brazo y con algo de dificultad se giró para mirar su lado izquierdo.

La vista no era buena, la nieve estaba manchada de un profundo carmín que se volvía más oscuro conforme se acercaba a su brazo. Cientos y cientos de rasguños plasmados en su piel lo recibieron; su piel normalmente clara estaba enrojecida y en algunas zonas alcanzaba un tono purpúreo, pero ya no estaba sangrando.

Vhakan; [Katsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora