Lazos

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Cuando Izuku despertó, su cuerpo entero dolía y estaba cubierto de vendajes. Tuvo una especie de regresión a aquella vez que Vhakan se enfrentó a su primer ataque, pues todo parecía estar en las mismas condiciones y su cuerpo dolía de la misma forma.

Kacchan, quien estaba sentado a un lado de la cama lo miró tan pronto como intentó moverse y se apresuró a sujetarlo.

—No te levantes. —ordenó. —hicimos que bebieras algo de ore, pero va a tomar tiempo que te cures.

—¿Qué me pasó? —preguntó, aún aturdido.

—¡Casi te mueres, idiota!

Izuku miró al cenizo, quien tenía las cejas fruncidas mucho más de lo normal y los puños apretados fuertemente.

—Lo sien-

—¡No empieces a disculparte, maldita sea! —le gruñó, apartando la mirada. —¡Siempre haces este tipo de estupideces!

El humano apretó las sábanas entre sus dedos adormecidos y clavó la mirada en la expresión agria del hombre.

—No tuve opción, si no peleaba, él iba a-

—Atacar el palacio, lo sé. —lo interrumpió, más calmado. —Hiciste bien en defenderlo, mi gente y yo te agradecemos.

Midoriya tragó saliva, su garganta reseca escociendo mientras sus ojos esmeraldas, clavados en el rostro del ra'ka, se agrandaban por la sorpresa.

—¿Qué pasó con los atacantes?

—Ambos están en el calabozo, no podrán ver la luz del día en un buen tiempo.

—Entiendo.

Katsuki lo miró por un corto segundo antes de acercarse y pasar una mano entre su cabello jade.

—Descansa, iré a ver si Kirishima y Sero ya despertaron.

—¿Les sucedió algo? —preguntó, irguiéndose de inmediato.

—Al parecer había un tercer invasor cerca de Voga, lograron derrotarlo, pero sufrieron algunas heridas.

—¡Quiero ir a verlos!

Bakugo rodó los ojos al ver como intentaba levantarse, pero no se lo impidió, al contrario, sujetó su antebrazo para que no perdiera el equilibrio y cubrió su cuerpo vendado con su capa.

—Cúbrete si no quieres enfermarte, esta noche ha sido muy fría.

Izuku asintió, aferrándose a las orillas de la capa y relajándose al percibir el aroma del cenizo rodeándolo; su cuerpo aún dolía, pero podía soportarlo fácilmente con Kacchan cerca de él.

Salieron de la habitación y el ra'ka guio el camino.

Caminaron por un largo pasillo, estaba muy oscuro gracias a que la noche se había cernido sobre la ciudad; los pasos silenciosos de ambos se detuvieron frente a una puerta que Katsuki empujó, permitiendo que el pecoso se adentrara primero con un leve cabeceo.

Dentro, varios pares de velas y antorchas alumbraban la amplia habitación, las cortinas estaban cerradas a cal y canto y el alrededor blanco hacía destacar con gran facilidad a las tres figuras en el lugar, Sero y Kirishima estaban cada uno en una cama, cubiertos con vendajes ensangrentados y profundamente dormidos, en la separación que había entre las camas, sobre una silla de madera desgastada, se encontraba Kaminari, quien tenía la mirada clavada en sus manos vendadas.

La puerta se cerró detrás de Katsuki, quien avanzó, un par de pasos delante de Izuku. Una vez que el cenizo estuvo al pie de la cama ocupada por Sero, carraspeó.

Vhakan; [Katsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora