Capítulo 37

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       Bastantes horas después se despierta sudando, hace mucho calor en la habitación del hotel, mira hacia los lados, arriba suya esta Marc roncando pausadamente, en la litera de al lado Iria duerme plácidamente arriba y debajo se queda observando cómo Emma da vueltas agitada. Se levanta al baño y tira de la cisterna sin hacer mucho ruido, se lava las manos y se mira en el espejo. Ahora mismo se ha desvelado y no tiene ganas de dormir pero, ¿qué otra cosa va a hacer? Vuelve a la cama en la que las sábanas blancas están mojadas por su sudor, se recuesta de lado mirando hacia la pared, la habitación está un poco iluminada por las luces que desprenden las calles de la ciudad. Cierra los ojos sin dormirse y escucha un murmuro, los abre y se gira. Es Emma. Atento intenta oír mejor.

-Noo…suéltame…noo…-Se queja Emma en sueños.

         Iago la observa, tiene el ceño fruncido y mueve un poco los brazos, la chica sigue diciendo que no y niega con la cabeza. Iago se levanta de la cama con el propósito de despertarla pero cuando se acerca duda en hacerlo, se coloca de cuclillas de manera que tiene el rostro de Emma delante y se percata de como una lágrima resbala por la mejilla de la chica, de repente se le retuerce el corazón y ella sigue negando con la cabeza sudando más y comenzando a alterarse. Él mueve el hombro de Emma para despertarla cada vez más fuerte, hasta conseguirlo.

-Suéltame.-Grita Emma no lo suficientemente fuerte como para despertar a Marc e Iria.

-Shhh, soy yo tranquila. Creo que tenías una pesadilla.-Iago dulcemente lleva su mano a la mejilla de la chica y seca su lágrima.- ¿Estás bien?

-Sí, perfectamente.-Emma se aparta y se sienta abrazando sus rodillas, asustada.

-¿Quieres que me siente contigo?

-No, vete a tu cama.

         Iago sin responderle se levanta y se mete en su cama, minutos después escucha como Emma se levanta también y sale de la habitación. Entonces dudoso hace lo mismo. La ve al fondo del pasillo caminar y decide seguirla, llegan a una zona del hotel en la que hay unos sofás, Emma se sienta en uno y el chico la observa sin que ella se dé cuenta. Ve como ella se vuelve a sentar de la misma forma que hizo antes en la habitación y esconde su cabeza entre las rodillas. ¿Por qué ha salido de la habitación para sentarse en otro lugar?

-Emma…¿Estás bien?-Se acerca a ella de manera que la sobresalta y casi le provoca un grito.

-Dios, serás bruto. Me has asustado.-Lo mira con la mano sobre el pecho, joder, ¿por qué los chavales no pueden llevar un pijama y por qué tienen que dormir con esa camiseta y esos pantalones holgados tan jodidamente provocativos?

-Estaba preocupado, ¿quieres hablar sobre tu pesadilla?-Dice Iago y ve como ella niega con la cabeza. Ha vuelto a soñar lo mismo que horas antes cuando estaba sola en la habitación, ha sido aterrador.

-¿Por qué haces como si te importase con todo lo que dijiste antes?-Pregunta la pelirroja de ojos verdes.

-Bueno… yo… no sé estabas casi llorando, ¿como iba a estar neutro ante eso?-Responde el chico nervioso.

-Ya.

         Iago espera a que ella diga algo más pero no lo hace. La mira con delicadeza observando cada detalle de la preciosa chica, lleva un pijama blanco y gris con un osito dibujado en el centro, su pelo pelirrojo cae brillante en forma de ondas preciosas y desordenadas sobre su pecho, su piel blanca se ve tan delicada, debe ser muy suave, pero aun así tras sus ojos verdes se ve más que a una dulce chica, hay un ápice de madurez en ellos y miedo, sí, hay miedo en su mirada y también desconfianza. Pasa nerviosa su mano colocando un mechón tras su oreja inquieta y mira el suelo. Él, inconscientemente se sienta al lado de la chica y coloca una mano en la rodilla de esta acariciándola con el pulgar.

Lo imposible es nuestroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora