Ainhoa recoge su largo pelo en un moño alto, quizás tendría que cortárselo y probar a ponérselo de otra forma pese a que le guste como cae liso y con ciertas ondulaciones bajo sus pechos. Llevan más de media tarde haciendo un periódico para la asignatura de inglés y sólo tienen hechas tres páginas; en el tercer descanso de lo que llevan de esa fría tarde de Enero, Ainhoa se decide a hacer algo para merendar al escuchar los incesables rugidos provocados por su tripa.
-Voy a merendar, ¿quieres algo?-Pregunta la chica levantándose de su asiento y parándose enfrente de Aarón.
-No, gracias. Estoy bien.
Ainhoa se encoge de hombros sin insistirle al chico, que parece estar muy inmerso en el periódico y se encamina hacia la cocina. Últimamente Aarón se está comportando de una forma inusual, no sólo en las clases, también fuera del instituto, lo nota distante y frío y desconoce totalmente el motivo por el cual está así, pero no se imagina nada bueno y sinceramente prefiere no preguntarle, si quiere decírselo que lo haga él por su propia cuenta.
Abre la nevera y la cierra casi al instante al comprobar que apenas hay comida en ella… después abre varios cajones dónde usualmente habría más comida, pero en los que hoy sólo puede hallar un paquete de palomitas. Lo coge y lo mete en el microondas, programándolo para los minutos que pone en la cajita. Las palomitas empiezan a explotar, cuando la joven puede escuchar el teléfono de su amigo sonando, alguien lo está llamando.
Aarón coge su móvil aún vibrando y sonando y mira el correspondiente de la llamada. Al ver ese nombre en la pantalla lo coge inmediatamente, confiando en que Ainhoa no lo escuche por el ruido que hacen las palomitas.
-¿Sí?- Aarón descuelga el teléfono nervioso, que lo llame él nunca suele ser bueno.
-¿Dónde estás?- Preguntan directamente al otro lado de la línea, es una voz ronca, muy grave y profunda y a la vez seria y firme.
-Estoy en casa de una amiga.- Responde Aarón levantándose y alejándose de la cocina.
-Sal de ahí y ven. Te necesitamos.- ¿Que lo necesitan? Aarón tan inconsciente como siempre que lo hace, se lleva sus uñas a la boca y las empieza a morder. Es una mala costumbre, pero no puede evitar hacerlo cuando está inquieto.
-No puedo irme ahora, estoy haciendo un trabajo.- Sabe cual es la respuesta que va a recibir sin haberla escuchado.
-Aarón, me importa muy poco lo que estés haciendo ahora, ¿me oyes?
-A mí también me importa una mierda todo esto.- Sin querer, su tono de voz es alzado justo en el momento en el que el ruido del microondas y las palomitas cesan.
-No me apetece discutir contigo ahora. Es una orden. Una puta orden.
-Está bien, iré en unos min…- Unos constantes “pi” comienzan a sonar en su oreja. Le ha colgado.-…utos.-Dice sin obtener ninguna respuesta a la vez que corta la llamada y guarda el teléfono.
“A mi también me importa una mierda todo esto” esa oración se le pasa una y otra vez por la cabeza mientras abre el paquete de palomitas y las va dejando caer en un recipiente. ¿Con quién se supone que hablaba Aarón? Le gustaría pensar que no está metido en ningún jodido problema, pero es realmente lo único que se imagina.
Ainhoa regresa al salón con el recipiente lleno de palomitas y lo coloca en un hueco libre de la pequeña mesa llena de información y papeles.
ESTÁS LEYENDO
Lo imposible es nuestro
Novela Juvenil-Te quiero.-Susurró en su oído creyendo que dormía, haciéndole un efecto tan deseado por su ser como sólo él podría causar con esas dos palabras. Todo lo que les rodea se basa en discusiones, inseguridades, en el miedo a no encajar en la sociedad y...