Narra Abigail
Laura no se apartó de mi lado ni por un segundo, ese viernes lo pasé entre sus brazos. Agradeciendo sus tenues caricias en mi cabello y el calor de su cuerpo abrigando al mío en esa fría y lluviosa noche. Las gotas corrían por el ventanal mientras el sonido conjugado por la fricción entre el agua y aquel vidrio, acompañaban gentilmente nuestra oscuridad. Ella comprendía muy bien cómo me sentía ya que anticipó a tiempo cada una de mis intenciones sin permitir que algún rayo de luz perturbara nuestra comunión entre las tinieblas de mi habitación.
Los silencios no eran incómodos a su lado, realmente comenzaba a considerar que estaba convirtiéndose en la única persona capaz de interpretar cada uno de mis movimientos sin necesidad de palabras, lo cual la hacía más especial.
Cerré los ojos y me dejé llevar por su ceremonioso tacto al deslizar armónicamente sus dedos entre cada uno de los mechones de mi cabello.
A través de la ventana, pude apreciar un haz de luz y con esto, la entrada de la mañana. Elevé con delicadeza el rostro, admirándola dormir con una tranquilidad inquebrantable. Sus facciones estaban relajadas y su piel era esplendorosa, a una parte de mi le invadía la curiosidad por saber que era lo que acontecía en sus sueños para presentar su gesto con tan delicado toque de paz.
Me aproveché de su estado y detallé cada parte de su cuerpo minuciosa, tan sólo para comprender cuántas cosas habrían cambiado en ella desde la última vez que mi persona tuvo estancia en sus pensamientos. Cuando en su conciencia aún era previsible la esencia fortuita de nuestras infantes almas.
La duda era una constante en nuestro reencuentro, no podía dejarla de lado. Sin embargo, una parte de mí no se sentía con la autoridad suficiente para llevarle de vuelta al pasado, seguramente una razón poderosa e inteligible originaba su olvido.
El mismo destino que había conspirado en nuestra contra, se encargó de cruzar nuestros caminos nuevamente. Aunque me esforzara en comprender, no podía hallar respuesta a cada una de mis incógnitas. Meses antes de que Laura apareciera, reté a la causalidad y supliqué por una demostración de ella, imploré que me mostrara la dirección cada vez menos clara. Aquellos demonios en mi interior habían sido responsables de difuminar tan sinuoso panorama.
Experimenté la muerte en vida desde aquella noche en donde la circunstancia me negó a Laura, se rehusó a permitirme disfrutar de cada una de sus risas y aquellas conversaciones existenciales tan nuestras. Cual náufrago a la deriva, permití que la corriente se llevará cada parte de mi sin oponer resistencia. Aquellos bajo mi cuidado se encargaron de ensamblar una persona totalmente distinta a mi naturaleza.
Con el transcurso del tiempo, comencé a hallar cada una de las piezas que conformaban mi ser, el auténtico y no aquel que había sido modificado para sobrellevar moralmente a la sociedad. Encontrarme a mí misma fue una de las tareas más oscuras y aterradoras que alguna vez realicé debido al requisito primordial para su alcance, la soledad.
A expensas de mis padres, comprendí que no podía negar más lo que era ni mucho menos lo que necesitaba. Le cedí el control a aquella voz en mis adentros que desgarraba cada parte de mí al tratar de ser silenciada. Me sentí libre, al remover por cuenta propia cada una de las cadenas y candados que las palabras de quienes me rodeaban habían creado. A partir de ello, me percaté del poder que yacía en mi para destruir cada una de las cosas que me retenía en aquel profundo abismo.
Hallé la fuerza suficiente para emprender la búsqueda de Laura, convirtiéndola en mi razón y motivo, en la brújula cuando desconocía la ruta a seguir. En la catarsis después de aquellos temores que amenazaban mis noches, en la respuesta a cada una de mis preguntas.
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Prohibido (SIN EDITAR)
RomanceLos enigmas del pasado, demasiadas preguntas y una sola respuesta: Laura.