Prohibido (SIN EDITAR)

Capítulo 47.- My wave

Narra Laura

Bastaban un par de horas para que Abigail convirtiese el día en algo totalmente nuestro. Me permití inhalar su aroma, ese que hacía sentir que todo volvía a su sitio. Sus brazos se sujetaron firmes a mi cintura en tanto nuestras respiraciones se sincronizaban, sus ojos recorrían minuciosos cada parte de mi rostro, como tratando de memorizar cada detalle de él.

Sus labios dibujaron una perfecta sonrisa, lo cual inevitablemente atrajo la mía. Advertí tanta paz en su gesto, que curiosa deseaba saber qué pasaba por su mente en momentos como estos. Y es que no, no sé si podremos contra todo, pero en horas así, Abigail me hacía creer que sí. Tal vez porque en estos instantes nada más cabía en mi alma, no existía el más mínimo espacio que no estuviera inundado de su esencia ni la fuerza con la que su amor me envolvía.

Tal vez siempre acabamos llegando a donde nos esperan, y aunque no estoy al tanto de todo, parece que Abigail aguardó mucho tiempo por mí. Su mirada encontró la mía y sin necesidad de pronunciar palabra, encontré aquello que nuestros corazones enunciaban con estruendo. Rompí la distancia entre nosotros tan sólo para el encuentro de nuestros labios, prolongando la devoción de nuestras bocas hasta llenarme de valentía.

Minutos más tarde, salimos de ahí. La fría brisa golpeó mi rostro, sin embargo, la tibieza de su tacto amortiguó tan vertiginosa sensación. Una vez en mi auto, sujeté con fuerza el volante. Antes de que pusiera la marcha, la voz de Abigail llamó mi atención.

-"No tienes que hacer esto, Laura."- Agregó con parsimonia.

+"Sólo quiero entender más."- Una de sus manos acarició mi muslo, agradecí porque no insistiera en hacerme cambiar de opinión.

Durante el camino nos mantuvimos en silencio, sin embargo, cada vez que sus ojos daban con los míos podía sentir su apoyo y realmente, eso era lo único que necesitaba. Aparcamos en mi casa, justo en el instante en que salía del auto, el móvil comenzó a timbrar.

*Llamada Entrante de Lucía*

Inmediatamente pulsé el botón verde y me aparté unos cuántos pasos del vehículo. Escuché el sonido de la puerta, el cual dejó entrever una silueta en la entrada de la casa, Abigail se aproximó hacia aquella dirección con prisa, permitiéndome apreciar aquel reencuentro. La voz de mi hermana me trajo de vuelta, haciéndome desentender de todo lo que estaba sucediendo alrededor.

-"Laura, ¿Puedes escucharme?"- Sonaba desesperada, tenía la respiración entrecortada y se encontraba en un sitio tan ruidoso, que me impedía escucharle con total claridad.

+"¿Dónde estás Lucía?"- Mi hermana balbuceó infructuosamente hasta mi interrupción.

+"¿Qué está pasando?"- Insistí, advirtiendo su llanto. Este se intensificaba con el paso de los segundos y tan sólo me ocasionaba angustia.

-"Se trata de mamá."- Susurró con la voz en un hilo. Fruncí el ceño ante la imagen mental de mi madre, trayendo de vuelta una sensación de rabia que corría por mis venas. Respiré hondo y traté de guardar la compostura, tal vez aquella mujer representaba algo atroz para mí, pero mi hermana realmente le quería.

-"Sufrió un accidente automovilístico a las afueras de la ciudad, en estos momentos está en cirugía."- Escuché la fuerza del dolor de mi hermana, a través de cada uno de sus sollozos. Me sentía horrible y no necesariamente por lo que había sucedido, sino porque la noticia no había movido nada dentro de mí. No entendía cómo había llegado a este punto de no retorno, aquel en el que no era capaz ni de sentir lástima por mi propia madre moribunda.

Sé lo que todos dicen, los hijos nos debemos a los padres. La familia es primero y demás cosas que me rehúso a repetir. No puedo comprender cómo el llevar la misma sangre les da pase libre para destruirnos la vida cuantas veces quieran y aún así, nuestra responsabilidad es seguir queriéndolos como si nada pasara. Tal vez me voy a ganar el odio del mundo, pero me niego a seguir los pasos de mis antecesores, yo voy a ser la excepción.