Capítulo 36.- Polaroid

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Narra Laura

El resto del fin de semana lo pasamos juntas, de ahora en adelante me rehusaba a pasar más tiempo del necesario separadas. No sé exactamente cómo lidiar con lo demás, pero me basta con saber que ella está conmigo y seguramente buscaremos una forma de manejarlo.

Las palabras de mi madre siguen dando vueltas en mi cabeza, sinceramente no me sorprende todo lo que está haciendo para controlarme, aunque usar a mi hermana es demasiado cruel. Después de nuestra discusión, he seguido sus órdenes casi en totalidad, haciendo un par de excepciones como el equipo y por supuesto, Abigail. Estoy cansada de su frágil mente saturada de convencionalismos, especialmente después de haber insinuado que revelar mis preferencias causaría estragos en su imagen ante la sociedad.

Salí de casa y subí al auto, el cual me había sido entregado ayer. Miré la hora en el reloj que descansaba en mi muñeca, 7:30 a.m. Llegando temprano en lunes, algo poco habitual en mi, aunque esto significaba otro de los caprichos de mi madre, la terapia. Reacia a creer en mi palabra, se aseguró de conseguirme un par de sesiones con la consejera de la Universidad.

Aparqué en uno de los lotes vacíos, tomé mi mochila y accioné la alarma desde el mando. Unos metros después, me sorprendí al encontrar la camioneta de Abigail, supongo que le surgió algo repentino para tener que llegar temprano. Caminé con toda la prisa posible hasta detenerme en aquella puerta de madera, toqué dos veces y escuché una voz que me permitió el acceso.

+"Buenos días, Laura."- Cerré la puerta tras de mi y tomé asiento en aquel sillón gris.

-"Buenos días ..."- Respondí insegura, esperando a que completase la frase con su nombre.

+" Atenas Abad."- Me extendió la mano, acto al que correspondí.

-" Lamento el retraso."- Aquella mujer negó con la cabeza. Traía el cabello azabache atado en una coleta, sus ojos no dejaban de estudiar cada uno de mis movimientos, lo cual comenzaba a inquietarme.

+"Llámame Atenas."- Aclaró, tratando de aminorar la tensión. Guardé silencio y me quedé viendo el suelo, evitando el contacto visual.

+" ¿ Ahora mismo desearías estar en otro lugar ?"- Respiré profundo y medité la respuesta. He escuchado lo que se dice acerca de esta mujer, en algún punto te hace hablar hasta dejarte completamente acorralado y a merced de sus 'místicas' parábolas con las que cree solucionar todo.

-" Supongo."- Ella asintió y cruzó las piernas, dejándome apreciar mejor sus delgados muslos gracias a la falda que llevaba puesta. Ni siquiera parecía que tuviera más de 40 años.

+" ¿ Consideras qué deberías estar aquí? "- Me removí en el asiento un tanto incómoda, no tengo nada en contra de este tipo de cosas, pero ¿Qué se supone que voy a tratar si no encuentro el problema?

-" Tan sólo..."- No me permitió continuar.

+"No quiero una respuesta programada."- Exigió.

-" No."- Entrelazó sus manos y me miró con detenimiento.

+" ¿Podrías ser más específica?"- Atendí hacia aquel recuadro a sus espaldas, una mujer de rodillas ante lo que parecía un personaje bíblico. Si se preguntan, no tengo la más remota idea acerca de religión, pero he leído lo suficiente para reconocer algún arquetipo de ella.

-" No considero que deba estar aquí."- Aclaré al volver la vista hacia la consejera.

+" ¿ Estás diciendo que tu madre se equivoca?"- Cuestionó con osadía.

-" Estoy diciendo que no encuentro nada malo en mí."- Pasó una mano por la frente y dejó salir un sonido de inconformidad.

+" Eso es un poco egocéntrico de tu parte, Laura."- Respondió desafiante, me crucé de brazos y traté de mantener la calma. Si mi madre cree que esta es la solución a mi 'problema', realmente no comprende nada.

Prohibido (SIN EDITAR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora