Capítulo 45.- Open your eyes

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Narra Laura

Desde aquel día en que salí del hospital, las palabras de Abigail resonaron en mi interior. Movida por nada más que la urgencia de apartarme del mundo, dándome cuenta que mi madre había abierto viejas heridas dentro de mí. Sin saber cómo, mis pies me llevaron a un lugar en medio de la nada. Ignorando al peligro latente que eso representaba, continué sobre mis pasos acompañados por una ligera llovizna hasta hallar el camino a casa.

Los días pasaban y por mucho que me esforzaba, no lograba armar el rompecabezas. Cada vez que me percataba del número de piezas que me hacía falta , una enorme frustración se apoderaba de mi. Llegó el viernes y con esto, la decisión que debía comunicarle a la entrenadora. No era capaz de atender a mis clases ni mucho menos a la gente que se encontraba a mi alrededor.

Entre tantas miradas, tan sólo deseaba encontrar la de ella. Quien pese a la lejanía, pareció siempre pendiente de mi. Después de que Abigail me ayudase a ponerme de pie, algo en mi interior me pidió darle una oportunidad para aclarar aquello que llevaba días ahogándome. Inmediatamente me retracté de la idea y aceleré la marcha, tratando de escapar con gran necesidad de algo que yo misma desconocía.

La inestabilidad de mi cuerpo no tardó en hacerse notar, por lo que tuve que detenerme. Me sostuve del tronco de un frondoso árbol, en las afueras del hospital que había visitado días atrás. Un rostro familiar se acercó y me brindó apoyo en tanto mi respiración se regularizaba.

Tomamos asiento y segundos después de recobrar la compostura, hallé sus ojos verdes, me estudiaba con enternecimiento y una aparente angustia. Sentí un nudo en la garganta y como si lo hubiese anticipado, extendió los brazos y me envolvió entre ellos.

Respiré hondo y contuve el llanto infructuosamente, dejando que un par de lágrimas rodeen mis mejillas. Con una de sus manos frotó mi espalda con delicadeza, cerré los ojos y me permití un par de minutos más. La brisa era fría y traía consigo una agradable sensación de tranquilidad.

-"Mi niña, ¿Qué haces aquí?"- Sonreí al reconocer la voz de la única persona que siempre me hizo sentir querida.

+"Olivia yo..."- No me permitió continuar y posó ambas manos sobre mis hombros, dejando un tenue masaje bajo su tacto.

-"Sabes que no fue tu culpa."- Cerré ambos puños con fuerza al recordar la escena. Cuando cumplí 16 años y salí del sanatorio, mis padres le despidieron al enterarse que desobedeció sus órdenes. Ambos estaban tan avergonzados de su hija que le pidieron a Olivia, la persona que ha cuidado de mi desde que tengo memoria, que no se atreviera a visitarme.

Los días ahí eran muy difíciles y la soledad sólo complicaba más las cosas. ¿Qué clase de monstruo aparta a su hijo de la sociedad de esa manera? Perdí la cuenta de todas las ocasiones en las que me sangraron los puños al golpear la puerta de mi habitación, rogando me permitieran salir.

Ignoro las veces en las que lloré hasta quedarme dormida. Mientras una parte de mi, tan sólo deseaba que mis padres traspasaran esa puerta y me abrazaran tanto como lo necesitaba. Que alguien me dijera que no había hecho nada malo, que no tenían razón para tratarme como si padeciera alguna enfermedad contagiosa que con el más leve contacto les infectase.

Diría que la única razón que me separó de la idea premeditada del suicidio, fue Olivia. Ella precisó aquellos brazos a los que pude aferrarme cuando todo lo demás se caía a pedazos. Ella fue quien durante los días fríos se encargó de abrigarme y dispersar un poco toda la oscuridad naciente en mi corazón.

No necesitaba llevar mi sangre para velar por mi como si de una hija se tratara. Olivia arriesgó algo más que su trabajo, fue un destello dentro de la cueva oscura en la que me encontraba. Seguramente nadie querría pasar navidad y año nuevo en un lugar como ese, lleno de miradas que expresamente procuraban destrucción, de fantasmas alojados dentro de lo más remoto de nuestro ser. Así como aquella voz insistente en que bajes los brazos y saltes al precipicio.

Prohibido (SIN EDITAR)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora