Sus traviesos dedos se estiraron, acariciando más de la cuenta. Es que verdaderamente no conocía límites cuando sus dedos se perdían en el tacto más delicioso de todos. Amaba tocarla. Tocarla de todas formas.
Su dedo índice y medio fueron a parar al borde de la prenda inferior de _____________. Esta hundió su cabeza en el hombro izquierdo de Justin.
Aferrándose, también abrazó el cuello de este haciendo los brazos hacia atrás. Le susurró algo que Justin no pudo escuchar, pero soltó una sonrisa al verla retorcerse bajo el movimiento de sus dedos sobre su vientre y pronto, también moviéndose sobre su pubis recién depilado.
- Vaya, se siente muy bien. – susurró él contra su oído. ___________ cerró los ojos, tratando de aliviar su libido. Aunque con él nunca se sabía. - ¿te has depilado para mí? – le preguntó con una sonrisa perversa.
___________ abrió los ojos de inmediato. Por Dios… ¿qué clase de pregunta era esa?
- ¿Por qué me preguntas esas cosas? – le cuestionó ella ahora. Tragó saliva y sus mejillas no dudaron en ruborizarse. De pronto se sentía pequeña, indefensa y a la vez bastante avergonzada.
- Solo curiosidad. – farfulló Justin. – no deberías sentir vergüenza conmigo, que he tocado cada parte de tu cuerpo. – susurro contra su oído, haciéndola temblar, cerrar los ojos y hundirse en el eco de sus palabras. - ¿o sí?
Ella negó con la cabeza. Una vez más, su cuerpo entró en calor al sentirlo acariciándole el Pubis con la yema de los dedos. Una sensación adormecedora que le hacía aturdir y simplemente la elevaba en una burbuja en forma de placer. No podía controlarse. No podía decir que no ante tremenda proposición. Además… ¿por qué se avergonzaba? Justin no acertaba en muchas cosas, pero esa noche estaba diciendo una que probablemente _____________ debía aceptar hace mucho. No tenía por qué avergonzarse con el hombre con el cual tenía una hija de dos años. Con el cual había pasado tantas e innumerables cosas. Y al cual, y sin presumir, también conocía cada centímetro de su cuerpo. Era cuestión de aliviar su pudor. Vamos…
- Tócame. – susurró ella, perdida en sus pensamientos anteriores. Sí. Lo deseaba muchísimo.
Justin mojó sus labios con toda la lengua. Soltó un suspiro aliviador que pronto se convirtió en un gemido desesperado. Desesperado por tocarla. Se mordió un labio mientras sus dedos hacían un bulto bastante grande entre la ropa interior de __________ y el sexo de ella. Moviéndolos, su dedo índice llegó al punto débil de su inquieta chica.
- Díctame lo que tengo hacer. – le dijo pegándose a su oído. Hablándole tan cerca que _________ sintió que moriría. Asintió a los pocos segundos, bastante aturdida por lo que Justin iba a practicarle.
Sus ojos se cerraron automáticamente y elevó las caderas de la misma forma para recibir con mejor atención los dedos de Justin dentro de ella. Gimió suave al principio sintiendo, sin perderse de nada, como Justin movía su dedo índice dentro de su húmedo sexo. Sus cinco sentidos estaban puestos en cada toque. En cada movimiento. En cada entrada y salida. En cada sobe. En cada roce que deleitaba sus expectativas. Dios… era demasiado bueno. Al mismo tiempo, parte de sus sentidos también estaban alertas en otra persona. Algo en ella había cambiado desde que Sofia había nacido, y era que estaba pendiente de ella todo el tiempo. Como ahora… que deseaba tanto gritar y sabía muy bien que si lo hacía, despertaría a su recién dormida hija.
Así que se mordió interiormente la boca. “Vamos, sí podía con esto” pensó cinco segundos antes de que Justin introdujera un segundo dedo en su interior. El bulto entre su ropa interior se hizo más grande ahora que movía ambos dentro del sexo de ___________. Y le satisfacía muchísimo la escena. Justin bajó la mirada y observó atentamente cada movimiento que él mismo daba y la reacción de ___________ al recibirlo. Mierda. Demasiado bueno. Su erección crecía descomunalmente al ser también partícipe de cada arqueada que ella daba y al hacerlo, chocaba el culo contra su miembro. Verla era el máximo deleite que cualquier hombre podría pedir o incluso merecer. Verla derretirse era su talón de Aquiles o la Kriptonita para un hombre de acero. Era su máxima debilidad. La cúspide de todos y cada uno de sus deseos.
- No sigas… - murmuró ella, haciendo que Justin volviera al mundo real. Aquello que ________ había dicho no era exactamente lo que tenía planeado escuchar.
- ¿Por qué?
- Voy a gritar… - le advirtió en susurros. Y a pesar de su corta advertencia, sabía muy bien que este no se detendría. Así que pasó a morderse de nuevo para calmar sus ansias de gritar.
Incrustó sus dientes en el interior de su boca, pero cada vez se hacía más insoportable no poder expresarse como quería.
- Dije que me dictaras como debía hacerlo. – le ordenó él una vez más. – no que me dijeras que parase.
___________ arqueó la espalda, correspondiendo a sus toques una vez más.
- Pero voy a…
- No tienes escusas Peterson. – le dijo en un tono autoritario. Como si estuviera reprendiéndola por algo. – vamos, dime que tengo que hacer.
Ella soltó un suspiro. Su mente estaba nublada. Dios… era demasiado… tanto que no la dejaba pensar. Sus dedos eran magia pura. Magia moviéndose dentro de ella.
- ¿Así está bien? – preguntó él con un hilo de voz, contra su oído. A ___________ se le erizó la piel al sentir cerca.
- Sí…
- ¿Debo cambiar algo? – volvió a cuestionarle.
- No, joder… solo sigue. – gruñó una _________ desesperada que lo hizo sonreír maliciosamente.
- Eso es, esa es la _______ que conozco.
La ___________ que él había creado… una que ya no tenía miedo en sentirse deseada o desear más de lo que sus estándares le autorizaban. Una que rompía las reglas y amaba hacerle el amor a todas horas, como él a ella. Como un complemento. Su complemento. Su otra mitad.
- Uno más. – pidió con la voz entrecortada. El pedido llegó de inmediato hacia el cerebro de Justin, que introdujo un dedo más en ella.
__________ volvió a arquear el cuerpo. Maldita sea. Esto era increíble. Gimió fuerte y atrapó el cuello de Justin, apretándolo contra ella.
- Me encanta verte así, ___________. – farfulló él con los dientes apretados y con la mirada dura observando toda esa maravillosa escena que ___________ le ofrecía. – joder, estoy tan duro. – dijo para sí mismo. Ella gimió ante sus palabras, apretándole el cuello y estirando los labios para poder alcanzar su piel. Beso su barbilla con desesperación. Gimiendo y gruñendo contra él. – te quiero tanto. – le recitó, tocando con su otra mano la pierna desnuda de su chica. – quiero hacerte el amor… - susurró ahora. - ¿puedo? – preguntó inocente.
Ella asintió contra su cuello. Pronto notó como los dedos de Justin se detenían y subían paso a paso sobre su vientre hasta llegar a su estómago. Haciéndole cosquillas. Devolviéndola al mundo real.
- Puedes. – le respondió acostándose a su costado.
Justin se relamió los labios. Tenía los dedos húmedos y deseaba tanto poder probárselos… pero la cordura había desaparecido al escuchar a __________ recitar un perfecto “Puedes” que lo estaba elevando muchísimo. Así que se puso sobre ella, apoyándose en sus brazos para no aplastarla. Su mirada se perdió en ella. Mirando desde arriba, todo se veía mejor y podía divisarla en su ángulo favorito. Sus ojos brillaban bastante y mordía su labio inferior tal cual una niña pequeña haciendo travesuras. Y vaya… sí que era una niña, y ni que decir sobre las travesuras. Se rio para sus adentro todavía motivado por sus ojos. Pero pronto fue a parar sobre sus senos, fijándose en ese bonito conjunto que se había puesto gracias a su amiga Emily a la cual pronto agradecería. Que sabia podía ser la gente aconsejando…
- ¿Qué estás mirando? - _________ enarcó una ceja.
- A ti.
Ella le sonrió, bajando la mirada y elevando sus brazos para tocarle ambos hombros. Segundos después, sus manos tocaban la ancha espalda de Justin.
- ¿Vas a hacerme el amor o tengo que esperar a que termines de mirarme?
- Que insistente. Me gustas.
- Ya lo sabía.
- ¿No se supone que el creído soy yo?
- Déjame robarte el papel por unos segundos.
- Lo que tú quieras, preciosa.