¿Alguna vez has sentido tanto miedo de arruinar el único futuro que posees? Y no es algo que pueda controlar. Es exactamente todo lo contrario. Está en tu cuerpo y no puedes detenerle. Es más fuerte que tú. Que tus jodidas ganas por luchar contra ti mismo y tus monstruos interiores. ¿Me equivoco? ¿Acaso no has luchado nunca contigo mismo o has odiado cada segundo tu manera de ser? Se trata de eso. Y aunque nadie puede comprenderte, el miedo siempre intentará gobernarte. Aunque sabemos muy bien que es totalmente inexistente. El miedo no existe, existió o existirá. Siempre serás tú quién le nombre y lo culpe de todo lo que no puedes lograr. Como yo… que tuve un pasado de mierda, y no quiere perder lo único que tiene.
Mis pies tocan el suelo. Al menos ellos sí pueden tocar tierra.
El aire golpea mi cabello y lo despeina suavemente. Hace frío. Tanto frío… cierro los ojos y detrás escucho el ruido de los autos pasar. Es lo único que me hace recordar en qué lugar estoy.
Estiro los brazos y mis manos tocan el frío cristal de ambas ventanas cerradas. Estiro los dedos. He estado aquí antes. Hundo la cabeza y cierro todavía más fuerte los ojos. Mi interior está reposando. Simplemente estoy intentando buscar un lugar adecuado en mí.
Estar aquí en su balcón me estremece. Puedo oler cada recuerdo. Cada primera vez. Aquí le hice el amor tantas veces y le prometí que jamás nos separaríamos. Aquí le dije ese tipo de cosas que alguien dice cuando está enamorado hasta los huesos. Todavía puedo sentir cada palabra rozando mis oídos. Cada cosa es tan fuerte.
Sin embargo estoy aquí. Mis brazos están tensos contra su ventana y no estoy seguro aún si debería entrar y hablarle de nuevo. Pero… ¿Quién iba a decirlo? ¿Quién iba a decir que estaría aquí después de tanto tiempo? ¿Quién iba a decir que pasaríamos por tanto? Que hoy solo nos uniría una niña de quién no tengo conocimiento. Y que… y que después de todo seguiría sintiendo lo mismo por ella.
Trago saliva y levanto la cabeza. Mis ojos se clavan en mi reflejo. Me estoy mirando contra esas ventanas forradas en cortinas de seda y también puedo observar el paisaje de New York detrás de mí. Sus luces. Su movimiento. Presiono los pómulos y a la misma vez bajo mis brazos de ambos cristales. Poco a poco la yema de mis dedos toca las manijas de ambas ventanas. Las acaricio. Tengo que hacer esto. Por ella. Por mí. Y por… y por esa niña. Mis dedos presionan ambas manijas y las giro, abriendo ambas ventanas hacia el interior.
Suelto aire. Doy unos pasos hacia adelante y las cortinas interiores bailan debido al viento. Cierro las ventanas detrás de mí y me apego a ellas después de haberlas cerrado. Adentro todo está vacío. Solo la cama de __________ sigue posicionada en el mismo lugar pero totalmente desvalijada. La tenue luz de su habitación no me permite ver nada. Afino la mirada e intento buscarla. Entonces puedo darme cuenta de que está en frente de mí, pegada a la pared de su habitación. Nuestros ojos se encuentran. No puedo evitar mirarla de pies a cabeza. Y al detenerme en su mirada, puedo saber que todavía sigue herida por toda la mierda que le he dicho.
Todavía está ahí ¿pueden creerlo? Es la única persona en el mundo que sigue aquí después de conocerme verdaderamente. La única que es capaz de enfrentarme y que… , algo que me ha dejado de sorprender, tiene el jodido valor de quererme a pesar de todos mis monstruos interiores.
Ambos nos quedamos callados por varios e interminables segundos. El viento corre, el ruido de los autos pasa, el mundo gira… la vida sigue… pero ambos estamos aquí, mirándonos y podría jurar que podríamos hacerlo infinitamente. Tal vez es nuestra única manera de no discutir. Y la verdad… por mí está bien… quiero quedarme así por un buen tiempo…
- ¿A qué has venido? – dice ella, rompiendo el silencio. De inmediato todos mis sentidos se encienden. Mojo mis labios y clavo la mirada en el suelo. De pronto no sé qué decirle. De pronto me encuentro intimidado frente a ella. Mierda… tiene el poder más grande y poderoso sobre mí.
- No lo sé… - digo con sinceridad. – mierda, de verdad no lo sé… - susurro esta vez. Estoy perdido y confundido de nuevo, cuando hace unos segundos sabía muy bien que decirle y cómo reaccionar. – solo quise… quise hablar contigo. – algo dentro de mí quema.
- No se puede hablar contigo. – me dice y sé que está mirándome. Lo siento en los reflejos, pero todavía no tengo el valor y la fuerza para mirarla también.
- No digas eso… - susurro y al terminar la oración me doy con la sorpresa de que un gran y duro nudo se ha formado en toda mi garganta. Maldita sea. Mis ojos se han humedecido rápidamente y la posición de mi mirada hace que mis lágrimas quieran caer más rápido.
Esto es una mierda…
Mientras logro retenerme, puedo mirar a _______________ de reojo. Se ha adelantado unos pasos al escuchar mi voz quebrarse en mis últimas palabras. La noto alerta, preocupada y mirándome. Esto me llena el corazón. Me hace desearla. Me gusta tanto cuando se preocupa por mí.
Sin embargo todavía no logro hallar las palabras adecuadas. No quiero discutir más. No… por favor, no más…
Intento subir la mirada y puedo notar su semblante nervioso y asustado por mí.
- Perdóname. – le digo suavemente. Vuelvo a enterrar la mirada en el suelo. – yo… Dios… estoy muy asustado… - susurro y puedo sentir como las palabras salen de mi boca automáticamente. – .Nada de lo que dije es verdad ___________. Lo sabes tan bien. – subo la mirada y me doy cuenta entonces que mis mejillas han empezado a mojarse por las lágrimas saladas. Me paso las manos sobre la nariz y limpio con rudeza. – yo… yo no sabía qué hacer… - me detengo. La estoy mirando y puedo verla mordiéndose un labio, aguantando también sus ganas de llorar. Por Dios ___________, solo llora conmigo, lo necesito. – no sé nada de estas cosas. No sé nada de niños… de hijos… de ser padre… - me quedo en silencio una vez más y varias escenas se pasean por mi cabeza, inundándome de lágrimas. Pero ya nada me importa. Solo quiero llorar como un idiota. – jamás tuve un padre que se preocupara por mí. – admito y siento que no le he dicho esto a nadie. - ¿Cómo voy a ser un buen padre si nunca tuve uno? – enarco una ceja y mis lágrimas vuelven a mojarme las mejillas y hasta la boca.
Paso las manos sobre mi rostro y limpio rudamente una vez más. Y al quitar ambas manos, mis ojos la divisan. Está en frente de mí y no ha podido contener más sus ganas de llorar. Verla me reconforta, pero no entiendo porque sigo llorando como un jodido imbécil. Sin embargo llorar con ella no es algo que me moleste. Me ha visto en cada faceta posible. Me conoce tan bien.
- Perdóname tú a mí. – me dice. Lentamente posiciona ambas manos sobre mis mejillas y me aprieta suavemente, hasta hacer que su nariz choque contra mi barbilla. – por ser tan egoísta contigo, por decirte esto de la peor manera posible. - cierro los ojos y me dejo hacer por ella. Abajo mis manos se mueven, colocándose en su lugar favorito, su delicada cintura. Me envuelvo en ella y abro lo ojos para poder mirarle. Me siento en casa, mientras la escucho. En mi lugar. – por pensar en mí y solo en mí muchas veces, lo lamento tanto. – asiento y verdaderamente también necesitaba escuchar un perdón de su parte. Poco a poco sube sus manos y enreda sus dedos en todo mi cabello, despeinándolo y haciéndolo a su manera.
Entonces su olor envuelve mi cuerpo. Su piel fresca está contra la mía y siento… siento que le necesito mucho… que le he necesitado siempre…
- No voy a ser un buen padre. – digo una vez más. Por primera vez estoy diciendo lo que más me aterra en todo el mundo. _________ hunde su rostro en todo mi cuello. Su nariz y respiración me alivian. Sin embargo algo dentro de mí se enciende. La tengo contra mí, metida entre mi cuello y le estoy tocando la espalda. Maldición…
No me dice nada. Ha colocado ambas manos sobre mi espalda y me aprieta contra ella. Su rostro ha bajado hasta mi pecho y lo está llenando de besos pequeños que me da seguidamente. Sus labios apretados contra mí me hacen desearla. Me está excitando muchísimo. Pero el acto también me llena de ternura. Esto… esto era lo que necesitaba…
- No estás solo en esto. – susurra y se acurruca entre mi cuello una vez más. No sé porque tengo la impresión de que está sonriendo. Y tal vez llego a entender de qué es porque por fin esta guerra se ha acabado. – también estuve muy asustada hace dos años y no voy a dejarte solo Justin. Nunca más.
“Nunca más”
Mis ojos vuelven a humedecerse. La estoy mirando. Parte de mi cuerpo se ha tensado por tenerla cerca, pero la otra parte está vulnerable y analizando cada cosa que ha pasado en mi vida los dos últimos años. Nadie podría creerme, sin haber vivido cada cosa conmigo.
- Se parece mucho a ti. – me dice mirándome. Sus ojos están repletos de ternura y una felicidad infinita. Está sonriendo y su sonrisa es la cosa más hermosa que has podido ver jamás.
Mis manos le aprietan la cintura.
- No me digas esas cosas… - bajo la mirada y sonrío. No sé por qué, pero sonrío.
- Es la verdad.- vuelve a decirme emocionada. Sus brazos enredan mi cuello y no deja de mirarme enternecida.
- Vaya. – digo y me quedo callado. Es tan… no lo sé… tan difícil de asimilar que alguien puede haber nacido de nosotros dos. Nuestras miradas se encuentran, sus ojos han vuelto a humedecerse y creo que es porque me ha visto tan confundido por todo esto. – todavía… me cuesta… - susurro, buscando las palabras.
- Lo sé. – me sonríe.
- Pero voy a superarlo. – asiento y la miro verdaderamente decidido.
- También lo sé. – ladea la cabeza y puedo notar aún más debido a la luz, sus ojos empapados. – confío en ti.
Me quedo callado, después de esbozar una sonrisa frente a ella. Segundos después, de tan solo estar abrazados y mirándonos… quiero preguntarle algo.
- ¿Cómo se llama? – susurro, porque sé que puede escucharme.
- Sofia.
Su nombre resuena en mi mente por un tiempo. La miro, está expectante y emocionada… es tan bonita… tan sutil y el nombre me encanta. Algo en él hace que también me emocione y no sé por qué.
- Es… precioso.
- Ella lo es.
- Solo si también se parece a ti.
Suelta una sonrisa, ruborizándose.
Y estamos ahí… después de haber peleado tan salvajemente como pudimos… pero disculpándonos, y eso es más importante que todo.
- Ella el único motivo por el que estoy aquí. – me mira a los ojos y no sé porque esa frase la he sentido tan ofensiva.
- ¿Cuándo planeabas decírmelo? – le pregunto suavemente.
- Yo… - baja la mirada y traga saliva. Pronto acaricia mi pecho con ambas manos. – pensé incluso en no decírtelo.
Abro más los ojos, mirándole.
- ¿Qué?
- No te enfades conmigo. Nunca me ha gustado pedirle ayuda a nadie. Quise decirte esto muchas veces pero fueron muchas más las veces en las que te vi con una vida hecha y con un futuro sin nosotras. No fue fácil para mí verte con Marie esa noche y lo sabes muy bien. No quería derrumbar tus planes o aturdirte con una noticia de ese calibre. Sin embargo, si no te lo decía, jamás dejaría que a Sofia le hiciera falta un padre. Iba a ser ambos para ella.
Me quedo mirándole. Joder… es tan… admirable… y es preciosa… y es tan malditamente valiente y terca. Entonces puedo entender perfectamente porque me enamoré de ella.
- ¿Y ahora qué? – la miro, entretenido.
- ¿Sobre qué?
- ¿Qué planeas hacer ahora que ya lo sé todo? – enarco una ceja. Se queda calla y me mira totalmente inocente. – no creo que tengas un plan para esto, Peterson. Porque yo sí sé lo que voy a hacer contigo.
Se muerde un labio y mira los míos fijamente ¿me ha leído la mente?
- Quiero recuperarte. – le digo y aprieto su cuerpo contra el mío. – recuperarte y que las cosas vuelvan a ser las mismas. Que vivamos juntos… juntos los tres. – ella sonríe y de nuevo sus ojos se han llenado de lágrimas. – solo necesito un tiempo para adaptarme, pero prometo darles lo mejor de mí. – se cubre los labios con una mano y yo la aparto suavemente. Está llorando. – quiero protegerlas, conmigo ninguna maldita mafia va a hacerles daño ¿sí? – sus lágrimas en amabas mejillas me hacen estremecer. Y no puedo detenerme. Esto es más fuerte que yo, que todas las cosas que nos han pasado y todos los problemas que hemos vivido. El sentimiento sigue intacto y tanto ella y yo lo sabemos muy bien.
Sus labios están mojados por las lágrimas y pronto están tan cerca de los míos, mucho… tanto que puedo sentir su aliento caliente y suave abrazarme.
- Te quiero. – susurro. Surge dentro de mí y mierda… cuanto he necesitado decírselo en todo este jodido tiempo. Estoy aliviado. Se lo he dicho por fin y no ha sido tan malo como pensé. Pronto se inclina sobre mí de puntillas y su boca toca la mía con delicadeza. Besándome… besándome a su manera… besándome como tanto me gusta… entonces… ¿a quién quiero engañar? – Te amo, gatita.