Capítulo 1: Alec

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Alec fue escoltado hasta el final del tenebroso pasillo. La celda del Capitán América se hallaba sumida en la penumbra. El chico, recién graduado en la academia, sentía que estaba a punto de descubrir algo que sus manuales y sus horas de estudio no le habían enseñado: el miedo.
Los guardias abrieron el portón chirriante y Alec entró en la celda con un ligero titubeo. El capitán se encontraba de rodillas, apresado con una poderosa camisa de fuerza y con cadenas alrededor. Cuando el cadete hizo acto de presencia, alzó su cabeza y observó al joven de arriba abajo. Al principio esbozó una mueca de sorpresa pero después su gesto se torno de desdén y sorna.

—Vaya, pero qué tenemos aquí. Un pajarito. ¿Ya no le queda presupuesto a la CIA para enviar a agentes con experiencia? —Su voz era grave, e incluso, Alec diría que dulce—. Acércate, siéntete como en casa.

Alec no hizo caso y permaneció quieto, alarmado, con el corazón palpitándole con fuerza.

—Mi superior me ha pasado su caso...

—Ahórrate la cantinela. Sé lo que me vas a decir. Quieres interrogarme como muchos antes que tú y quieres saber si sigue habiendo bondad en mí. —Steve recalcó la palabra bondad con sarcasmo—. Soy Steve Rogers, el mayor traidor a la nación americana. Maté a mi mejor amigo sin pizca de compasión. Y si colmas mi paciencia, tú también acabarás con la garganta cortada.

—No le tengo miedo, Capitán —dijo entonces el novato con un tono que llegó a descolocar a Steve.

—Oh, ya veo. Eres un chico valiente. Eres el más valiente de tu promoción. Quieres impresionar a alguien, posiblemente a tu chica.

—No -respondió Alec. Su determinación se estaba evaporando—. Usted era mi héroe y se reveló ante todos como un traidor. Sólo quiero saber por qué...

—Nunca fui un héroe, quítate eso de la cabeza. —Algo pareció perturbar al capitán pues este alzó la voz más de lo normal, hostil—. Era espía de Hydra. Siempre lo he sido. Yo siempre he sido el malo y siempre lo seré.

—No me creo esa historia. Usted era bueno y peleó por nuestro país. Aún ahora, aquí postrado, veo bondad en su corazón.

Alec no vio el golpe que Steve le propinó. Este se incorporó y lo placó tirando al joven cadete al suelo. El chico se revolvió pero resultó inútil. El capitán se puso a horcajadas sobre su cintura y de esa forma lo inmovilizó. Aún con las manos atadas, era capaz de moverse y ser peligroso. Alec entonces reaccionó y evitó moverse. Sus ojos asustados se fijaron en el capitán quien se había cernido sobre él con una sonrisa cruel en sus finos labios. Pesaba y Alec no podía respirar bien. Parecía como si tuviera una gran roca sobre él. Las piernas del capitán le aprisionaban los brazos.

—Ssh, ssh. No hables. Si lo haces, me lanzaré a tu cuello y te morderé la yugular —siseó Steve amenazador. El chico comenzó a temblar presa del terror y aquello pareció divertir al capitán—. ¿Sabes? Realmente no quisiera hacerte daño. Eres bastante guapo. Tienes unos bonitos ojos marrones y me encanta ese color.

Alec se mordió el labio tan fuerte que casi se hizo sangre. No se esperaba ese cumplido por parte de un personaje tan peligroso y despiadado como aquel.

—Desátame. Prometo no hacerte daño. De hecho, vas a sacarme de aquí. Después ya veré lo que hago contigo —dijo el Capitán esbozando una sonrisa que pretendía ser persuasiva. Aflojó la fuerza de sus piernas y Alec alzó tembloroso sus brazos. Llevó sus manos hacia las correas y con torpeza las desabrochó lentamente hasta que estas cayeron sobre el y las mangas se liberaron. El capitán se quitó la camisa con rapidez junto con las cadenas que tintinearon el suelo, y se abalanzó sobre Alec para cubrirle la boca con la mano y ahogarle un grito de sorpresa—. No, no, eh. Tranquilo. Respira. Te dije que no te mataría ahora y no lo he hecho. Como ves soy un hombre de palabra -se carcajeó.

Alec sintió entonces cómo Steve le introducía dos dedos en su boca y no sólo era para hacerle callar. Los metía, los sacaba y movía con ellos su lengua deleitándose con el aspecto que ofrecía el confundido cadete. A Alec le ardían las mejillas y un extraño hormigueo le recorría su espalda. Su respiración agitada se mezclaba con la del Capitán y su espalda se arqueó cuando los dedos le dejaron sin respiración de forma momentánea al alcanzar su garganta. Tenía sobre él al enemigo número uno de América, a aquel que había acabado con la mitad de los vengadores, con su mejor amigo Bucky y con todo un escuadrón de soldados de élite americanos. Lo tenía sobre él con todo su peso y aun así... era incapaz de resistírsele.

—¿Quieres que te lo cuente todo? Pues presta atención. —El capitán se acercó hasta su garganta y con un sádico movimiento se abalanzó sobre ella para morderla con saña. Alec no pudo reprimir un gemido de sorpresa y se dejó hacer.

Tal vez muriera allí pero, de ser así, qué extraordinario sería. Se abrazó entonces a Rogers mientras él, con aquel mordisco vampírico le dejaba en el cuello su marca para que no se olvidase de a quién pertenecía.

Phantom (Stucky) (Stony) HiatusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora