Phantom (Stucky) (Stony) Hiatus

Capítulo 15: el fin del amor (Primera Parte)

Los buques volvieron a puerto tras dos días de angustiosa espera. Ni Peggy ni Howard habían podido descansar después del ataque en las dependencias de SHIELD, al igual que el resto de soldados que trataban de volver a la normalidad, limpiando los restos de la masacre que Strucker había dejado. Pronto se extendió el pánico y la histeria entre los soldados aliados pues cada uno pensaba del otro que eran agentes infiltrados de Hydra y la tensión poco a poco se fue instaurando.

Los interrogatorios al asesino nazi comenzaron antes de que el general Eisenhower desembarcara en Gran Bretaña, pero para cuando lo hizo, el barón aún no había soltado prenda sobre cuál era su cometido. Bucky continuaba postrado en una camilla del hospital de campaña que habían instalado en el paseo marítimo, sumido en un terrible sueño plagado de pesadillas y de episodios de terror que sólo podían ser apaciguados con narcóticos.

Peggy y Howard recibieron a Eisenhower. Este último lo abrazó sin poder contenerse y Dwight correspondió con un gesto paternal. Tras él, el hombre del martillo se apeó de un salto y observó a los allí reunidos con un gesto de impaciencia.

—Aún no puedo creer que este hombre sea capaz de volar —comentó Eisenhower con el rostro poblado de asombro—. Ha sido de gran ayuda, ya que no funcionaban las radios.

—Nosotros tampoco —dijo Howard—. Ike... Yo... No pudimos evitarlo.

—Tranquilo, hijo. Todo está controlado. El coronel Phillips está descargando las reservas de vibranium del barco.

Entonces Peggy le explicó con todos los detalles lo que había pasado. El ataque del varón, la muerte de Montgomery y la aparición misteriosa del sargento Barnes y el hombre de la maza.

—Nosotros conseguimos rescatar una única barcaza en Normandía —explicó Dwight mesándose el mentón desprovisto de vello—. Era un grupo de heridos y entre ellos estaba un compañero de escuadrón del sargento Barnes y del capitán Rogers. ¿Habéis contactado con Churchill?

—Teniendo en cuenta lo que ha pasado, no nos fiamos siquiera de los altos mandos. Ni siquiera de usted —confesó Peggy tensa.

—No hay por qué temer —dijo Howard—. Ike es mi padrastro. Sé quién es.

—¿Estás seguro de ello, Howard? —replicó ella llevándose una mano al mango de su arma.

El hombre de la barba entonces tomó la palabra interponiéndose entre la mujer y el general.

—Creo que no deberíamos enfrentarnos sino ir a ver cómo está ese hombre, Bucky —intervino—. Y ya que estoy, debería explicaros cómo está el panorama en el continente: todas las tropas que habéis mandado, han sido asesinadas. Pero no sólo los soldados, sino también civiles. No hay nadie más allá de ese muro horrible de la costa.

—¿A qué te refieres? —dijo Howard atónito.

—Vuestro enemigo no son los nazis de los que me habló Bucky. No hay nadie vivo allí dentro y mi hermano ha sido el causante de esa carnicería —concluyó.

—¿Cómo te llamas? —pregunto Eisenhower con serenidad.

—Soy Thor, hijo de Odin. Y habéis tratado de mediros las fuerzas con mi hermano Loki.

—¡Sí, hombre! ¡Y yo soy Zeus y he bajado del monte Olimpo! —exclamó Howard incrédulo—. ¡Haz el favor de cortar ese maldito rollo porque no me lo creo!

—Howard, basta —dijo Dwight haciendo callar a su protegido. Este obedeció sin rechistar y volvió a callarse—. Este hombre nos ha guiado volando hasta aquí. Por mí como si es el jodido genio de la lámpara. Él ahora está de nuestra parte, ¿no es así? Quieres detener a tu hermano, ¿me equivoco?