Dear Time-Turner || Harry Potter || » terminada «

31

Las campanas se dejaron oír. Theo y Blaise dejaron de hacer bolas de nieve, Ginny dejó de lanzarlas y Luna dejó de cubrirse.

—¡La cena!— gritaron sus hijos, y los seis partieron al Gran Comedor con prisa. Nott y Zabini se miraron entre ellos, confundidos.

—Seguro que quieren apartar lugares.

•~•~•~

—¡Nos hemos olvidado por completo!— decía Violet mientras corría hacia el Gran Comedor.

—Aún no pasa lo peor.— se detuvieron antes de entrar para regular su respiración.

—¿Creen que estén bien?— preguntó Liam.

—No —respondió Alex—. Conozco a mi mejor amiga, y está nerviosa.

—¡Aquí están!— voltearon a ver, y vieron que todos sus primos iban hacia ellos.

—Los estábamos buscando— dijo Teddy llegando.

—Sólo faltan dos...— murmuró James.

—¿Alguien más siente como su corazón se quiere salir del pecho, o soy solo yo?— preguntó Albus. Muchos asintieron.

—Es hora de pasar.— y Aries abrió las puertas, y todos pasaron por entre las mesas rápidamente.

—¿Dónde están?— preguntó Lucy a Molly, en su oído.

—¿Alguien sabe dónde están las otras dos personas que estaban en la mesa?— preguntó Alex a la mesa Ravenclaw.

—Se fueron a la Sala de Trofeos.— Olivia escupió con asco. Lorcan y Lysander tomaron a su hermano por la muñeca, y lo sacaron de tan tenso ambiente.

—¿Chicos?— habló Violet entrando, con varita en mano.

—¡No podré hacerlo!— escucharon. Se dirigieron hacia la parte de atrás, donde estaba Edward junto con los dos faltantes.

—En 2 minutos, la cena será servida. Así que les pido de favor que vayan ingresando al Gran Comedor.— escucharon la voz de Dumbledore.

—Escúchame: lo haremos bien, ¿okay? No tienes que preocuparte por nada.

—P-Pero reaccionarán mal.

—No lo creo, si no lo hicieron con Lily, ¿por qué lo harán contigo? Tranquilízate, eres la última.

—¿Puedo pasar antes que tú?

—Yo creo que no, princesa.— y las voces del Gran Comedor se escucharon más fuertes, que los suaves murmullos que se escuchaban cuando entraron.

—Es hora.— dijo. Besó la frente de la chica, y cubrió su rostro con la capucha. Edward abrazó fuertemente a ambos, y sonrió.

—Lo harán bien, tranquilícense.— sonrió. Dio paso a las dos personas, y tomadas de las manos, salieron.

Cuando entraron, todos en el Gran Comedor empezaron a aplaudir.

—¿Por qué aplauden?— preguntó Edward, abriéndose paso entre todos.

—Supongo que porque son los últimos, no se puede saber con exactitud.— respondió Dominique, saliendo de la sala de trofeos. Los aplausos cesaron, y todos se dedicaron a comer en los próximos veinte minutos.