¿Qué pasa cuando pones a 32 jóvenes de 22 años en el futuro en una escuela mágica llena de rivalidades, amores fugaces y viejas tradiciones?
Sencillo: muchos desastres. Y también sorpresas.
"Las consecuencias de nuestras acciones son siempre tan c...
Después de la presentación de James, otro encapuchado se levantó con nerviosismo; fue frenado por una encapuchada que lo jalaba de su brazo para evitar que siguiera caminando.
—¡Albus, para!— murmuró
—Voy a estar bien, Lilu. Lo prometo— dijo aquel muchacho.
—Todo estará bien— sonrió un encapuchado. Una persona más baja asintió a su lado, dándole un pequeño abrazo para reconfortarlo.
Caminó hasta la tarima y miró al frente, secando sus sudorosas manos en la túnica negra y tragó grueso.
Mejor ahora que nunca.
—Soy Albus Severus Potter.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Todos abrieron su boca con sorpresa, ahogando gritos, soltando exclamaciones. El chico al frente miraba con miedo a todos los expectantes, pasando por los rostros de los que ya se habían presentado, pasando por su familia y acabando en su padre.
Harry miraba con impresión al muchacho, preguntándose qué había pasado para que su hijo terminara con el apellido de su profesor de pociones.
Y aunque él parecía reaccionar bastante bien, su padrino no se veía del todo contento.
—¡TÚ!— gritó con fuerza haciendo brincar a todo el Gran Comedor. Empuñó su varita y apuntó a Severus Snape, lanzando un hechizo que hábilmente el profesor desvió. Harry se lanzó a Sirius para tratar de calmarlo, aunque Sirius parecía no querer ceder. Rodaban por el suelo, gritándose, golpeándose; la furia de Sirius crecía con fuerza.
—¡Sirius, cálmate!— gritó Harry mientras lo aprisionaba con sus brazos.
—¡Quítate Harry, voy a darle a Quejicus su merecido!— gritó el hombre. Su esposa tuvo que amarrarlo con fuertes cuerdas que salieron de su varita para tratar de calmarlo, aunque sin mucho éxito.
—¡Sirius, basta, estás haciendo un espectáculo!— gritó su prima, Andromeda. Sirius y los demás voltearon a ver a la tarima, donde James estaba abrazando con fuerza al chico llamado Albus y a otra persona más.
—¿¡Cómo pasó eso?! ¿¡Por qué lo hiciste?!— preguntó el hombre con fuerza. Harry frunció fuertemente el entrecejo.
—¡Cállate ya!— exclamó—. Sirius, te quiero mucho pero no cuestiones las decisiones que tomé, tomo y tomaré. A mi no me importa saber que mi hijo tiene el nombre de ese hombre allá arriba.
—¡Me importa un bledo, ese tipo te lavó el cerebro!
—¡Cállate ya, Sirius!— exigió Remus. Sirius hizo caso omiso.
