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Jimin siempre ha sido un chico feliz.

Nada ni nadie, a lo largo de su vida había conseguido borrar la sonrisa de su rostro. 

Hasta que conoció a Kim Taehyung.

—Park, te dije que le dieras más luminosidad, no que le añadieras tanto que pareciera que la foto fue tomada en un antro barato de los que debes frecuentar, repítela y espero que la próxima mierda que traigas sea mucho mejor que esta basura. —El rubio cerraba los puños con fuerza, tomando nuevamente la imagen entre las manos y saliendo rápidamente del despacho de su superior, sabiendo que si aguantaba un minuto más ahí dentro, soltaría todo lo que ansiaba decirle a ese jodido hipócrita durante tanto tiempo y se quedaría sin trabajo.

Sus compañeros le miraban de manera comprensiva, todos ellos sabían bien lo duro que era lidiar con alguien como Kim, si ya de por sí el mundo laboral era jodido, trabajar teniendo ese jefe era mucho peor aún.

Cuando llegaron las cuatro de la tarde, salió con prisa del recinto.

En teoría su turno acababa a las dos y media, pero por unas razones o por otras, siempre acababa colapsado de trabajo y no conseguía salir hasta tarde en comparación a su horario.

Su vida social se había reducido notoriamente desde que dio con aquel empleo, sus amigos se lo solían comentar, y, efectivamente no era porque no tuviera tiempo, ellos estaban enterados de las horas a las que salía de la oficina y Park perfectamente podía compaginar ambas cosas.

Pero el cansancio mental era mucho peor al físico.

Solía pensar demasiado, pues no le hacía demasiada gracia que después de horas de edición y resaltos a las imágenes para las revistas que colaboraban con ellos, todo ese trabajo fuera desprestigiado en cuestión de segundos, aún cuando él tenía presente que estaba más que satisfecho con los resultados, siendo verdad que normalmente solía autoexigirse demasiado.

Como siempre, llegaba a su pequeño apartamento y, tras dejar cuidadosamente su maletín en el escritorio, se lanzaba a la cama con brusquedad y, sin quitarse la incómoda ropa, quedaba dormido hasta que el sol se iba por completo.

Normalmente despertaba cuando eran las diez, por lo que aprovechaba para comer algo y hacer el trabajo que podía ir adelantando, o sino, simplemente veía algún drama en el portátil.

Esa era la aburrida vida de Park Jimin, alias el perdedor.

Cuando era pequeño, jamás hubiera pensado en que sus planes de futuro caerían en picado de esa manera. Le gustaba la fotografía, pero nunca pensó que cada mañana al entrar al trabajo fuera un martirio constante por culpa de su superior.

Aunque esa noche fue distinta.

Sus ojos se abrieron finalmente tras las horas de sueño, pero el lugar se sentía mucho más frío que de costumbre.

Arqueó las cejas y miró en dirección a la derecha, comprobando que las ventanas no se habían quedado abiertas. Una vez estuvo seguro, se dirigió hacia el armario y tras acomodarse por completo el pijama, algo cayó tras él.

Uno de los muchos libros que tenía apilados sobre el escritorio, ahora se encontraba en el suelo. Caminó hasta tomarlo entre sus brazos y dejarlo nuevamente en su lugar.

Pero un escalofrío lo recorrió antes de que pudiera ir a su destino. Cuando miró hacia atrás, gritó profundamente al encontrarse con unos ojos castaños demasiado cerca de los suyos, tardó leves segundos en regular su respiración y calmarse, hasta que, al volver la mirada al frente, su tez se tornó completamente pálida al divisar al chico que se encontraba delante suya.

—¿Kim...? —Su rostro denotaba confusión. —¡¿Qué mierda haces en mi casa?! ¡Debería denunciarte por haberte colado aquí! —Tomó el móvil entre sus manos, pero cuando se disponía a marcar el número deseado, escucho una voz con tono suplicante.

—J-Jimin... No llames a la policía, por favor. Deja que te explique primero. —El rubio arqueó las cejas ante la impresión que le produjo la manera en la que el castaño le hablaba. Jamás le había visto de esa manera, cosa que hizo que dejara el móvil lentamente en su bolsillo y asintiera, para que el chico pudiera comenzar su relato. —Yo... Veamos... Yo no soy Taehyung... Bueno sí lo soy, pero, mierda, ¿cómo debería explicar ésto...? —Éste posó ambas manos sobre su cabellera, revolviéndola por completo ante la desesperación que sentía.

—Eh, tranquilízate. —Habló algo tosco. Que la forma de ser de su jefe en ese momento fuera calmada, no quitaba las malas formas que empleaba siempre con él, ni sus comportamientos irrespetuosos con todos los empleados.

—Esto es algo extraño... S-soy... el Ikiryō de Taehyung. Él... él está actuando mal y yo no puedo hacer nada para evitarlo... Sólo tú eres capaz de verme ahora mismo. Sé que... —Jimin abría la boca estupefacto, para luego empezarse a carcajear.

—¡Si claro, y yo soy Peter Pan! —Las carcajadas retumban en su dormitorio, pero cuando intentó empujar al contrario para sacarle lo antes posible del lugar, sólo consiguió atravesarlo, provocando un grito agudo por su parte y que miles de escalofríos recorrieran su cuerpo sin cesar.

—Por favor, no te asustes, en verdad necesito tu ayuda. —Suplicó el castaño cuando Jimin comenzó a alejarse, arrastrándose por el suelo, pues había caído tras el susto.

—¿Me estás diciendo que eres una especie de Ikiryō y pretendes que me quede como si nada? —Tragaba saliva continuamente, jugando con sus manos algo aterrado. —Creo que me estoy volviendo loco. 

—Llevo demasiado tiempo intentándolo, Jimin, eres la única oportunidad que me queda para arreglar semejante desastre, esta es mi última vida y no lo conseguiré sin ti. —El castaño se posicionó frente a él.

—N-no entiendo nada, ¿por qué yo? ¿cómo que arreglar esto...? Dios esto es tan confuso... —Retiró las manos de su rostro y le miró decidido a no esconderse más.

—Te lo explicaré enseguida, pero, primero necesito saber si colaborarás conmigo. Necesito salvar mi cuerpo, no queda mucho tiempo para que desaparezca. —El rubio le miró, pudiendo sentir todo el dolor que el contrario mostraba, pero su mente daba vueltas de un lado a otro, sin comprender. Aunque su corazón le indicó lo que creía correcto en escasos instantes.

—Te ayudaré. —Sentenció, mayormente por la curiosidad que le suponía todo aquel relato y la situación en sí misma.

El castaño comenzó a saltar en su sitio, preso de la alegría, pues jamás hubiera imaginado una respuesta positiva ante su petición, no después de todo lo que había vivido anteriormente y los actos de su otra dualidad.

Esta vez sí lo conseguiré.

Te salvaré, Taehyung, al fin lo haré.


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Algo me dice que voy a amar escribir esta historia...

Gracias por leer!!! 😊

My Last Life 🌸 [Vmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora