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V estaba dando vueltas de un lado a otro, sin saber bien cómo actuar.

Una vez volvió al mundo humano, presenció lo que pasó entre su dualidad y Jimin. Mentiría si dijera que no le dolió ver cómo el rostro de su amigo se tornaba gris por la respuesta que él mismo había dado a la petición ofrecida.

Ese humano sí que tenía un corazón noble, y odiaba que Taehyung lo estuviera lastimando, pero no era como que él pudiera hacer gran cosa para evitarlo.

Decidió que lo mejor era alejarse y dirigirse hacia el templo.

No comprendía la razón por la cual el castaño se resistía de esa manera, se suponía que en cuanto alguien le empezara a apreciar, la maldición se rompería y su alma se uniría nuevamente, como en los viejos tiempos.

Y estaba plenamente seguro de que Jimin tenía cariño por Tae. No necesitaba que éste lo admitiera para saberlo, pero aún seguían en la misma posición que cuando empezaron, él desapareciendo constantemente y lleno de impotencia por esa razón.

Caminó entre la gente que se encontraba a su alrededor.

Jamás se había sentido tan melancólico como en aquel entonces. Recordaba cuando podía interaccionar con las personas sin tener en cuenta nada más.

Aún rememoraba lo que era sentir que de verdad pertenecías a alguna parte. Porque por mucho que pudiera ser notado por el resto de humanos, no era uno de ellos.

Por mucho que en su interior almacenara las buenas vibraciones de su cuerpo, no las podía experimentar en sus carnes, pues no era más que un triste fantasma apartado del mundo al que solía pertenecer, y dolía, metafóricamente, pero dolía.

Entró al recinto, que estaba rodeado por bellas plantas de las que ya comenzaban a crecer flores. Casi era primavera, su estación favorita.

Antes adoraba los animales, se pasaba el día alimentando a los pájaros que se posaban en su ventana, al igual hacía con los cachorros de gatos o perros que encontraba por la calle.

—¿Qué te trae por aquí? —Sus pensamientos se disiparon en el instante en que aquella voz pronunció esas palabras.

—Uwan. Tengo que hablar contigo, algo va mal. —Suspiró, verificando que en verdad se sentía desolado y todo aquello le sobrepasaba.

—Te escucho, Ikiryō. —No sabía cuántas veces le había pedido que no le llamara así, pero ¿qué iba a hacer? Estaba harto de repetirlo.

Se dedicó a tragar saliva y comenzar con las réplicas que tenía pendientes para aquel ente que se encontraba junto a él.

—Me dijiste que, en el momento en el que alguien comenzara a tener aprecio hacia mi... Es decir, hacia mi otro yo. Todo volvería a la normalidad. —Paré unos segundos, sin obtener ninguna respuesta hasta que escuché una leve risa inundar el lugar. 

—Eso no es exactamente así. ¿Qué pasa? ¿Ya hay alguien que soporta a tu otra mitad? De verdad le admiro. —V mordió su labio con cierto desdén, pero sabía en la posición de desventaja en la que se encontraba y no tenía permitido quejarse pues aquel ente en verdad le había sido de ayuda en sus vidas pasadas.

—Sí. Hay un humano que tiene un leve vínculo con mi dualidad corpórea. ¿Por qué las cosas no han cambiado entonces? —Expuso su duda abiertamente.

—Ese vínculo no debe ser tenue. Últimamente he estado observando las constantes de tu cuerpo, y las cosas no son como antes. Debido a la oscuridad que se ha ido almacenando en su interior, tienes que conseguir algo más. —El espectro rodó los ojos, fastidiado por lo que escuchaba.

—¿A qué te refieres?

—Para que puedas salir de ésta, tienes que conseguir que alguien te ame. —Pareció como si todo el peso del mundo se le instalase en los hombros, incluso palideció más de lo que él mismo creería que fuera posible. —También existe la opción de que... —Pero no permitió que el Uwan siguiera hablando, le interrumpió irritado.

—¡¿Cómo se supone que debo de hacer eso?! —Cada vez le costaba más respirar. —¿Por qué no me avisaste antes? Qué mierda... ¡Joder! 

—¿Y se supone que la parte positiva de tu cuerpo está almacenada ahí? Vas listo entonces... —El espectro miró con ira a todas las paredes del lugar.

—¡Déjate de bromitas! ¡Éste es un asunto muy serio! Si tuvieras cuerpo en verdad querría golpearte... —Carcajadas se escucharon a su alrededor.

—No me hagas reír. Además, piensa un poco, si alguien ha comenzado a tener aprecio por ti, puede que con el tiempo se transforme en algo más y lo admita en voz alta. Una vez eso ocurra, volverás en ti. No te preocupes demasiado delgaducho. 

—Espero que tengas razón... No me queda mucho tiempo. —Tragó saliva instantáneamente, calculando mentalmente los días con los que contaba para que aquello ocurriera dentro del plazo que poseía.

—Esfuérzate, Taehyung. No quiero que te pase nada, ni a ti ni al estúpido humano al que perteneces. Consíguelo. —Agachó la cabeza, sintiéndose temblar casi sin quererlo.

Sin saber qué responder a aquello, pues no tenía las fuerzas suficientes, salió del lugar, sin mirar hacia atrás en ningún momento.

Ahora alguien debía admitir que amaba a Taehyung. 

En cuanto ese pensamiento rozó su mente, agarró su cabeza con ambas manos, preso de la frustración.

Después del desplante que Jimin había recibido aquel día... Sería difícil convencerle para que continuara con el plan, y, si tenía alguna posibilidad de que se enamorara del castaño, probablemente se había desvanecido en el momento que rechazó de forma brusca su amable petición.

Estaba en una situación horrible, pues él mismo comenzaba a sentir cariño hacia el rubito al que acompañaba cada día, y lo último que quería era hacerle de sufrir juntándole con su otro yo.

Tal vez aquel era el final.

Puede que ya no pueda hacer algo más para enmendar sus propios errores, tal vez era hora de rendirse después de todos los esfuerzos.

Sus compañeros tenían razón. Él no era un ángel guardián y no podía actuar como tal.

Pero si Taehyung tenía alguno, sería bueno que actuara en ese preciso momento, pues él ya no podía más.

Menos aún cuando se sentía tan débil y vulnerable.

—No puedo hacer esto sólo... —Murmuró antes de tumbarse sobre el banco, superado por completo y sus pensamientos a la deriva.


My Last Life 🌸 [Vmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora