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Jimin se despertó algo aturdido ese día. 

Había tenido una pesadilla y, aunque no era algo especial para él, pues le ocurría con cierta regularidad, odiaba la sensación que se instalaba en su cuerpo minutos después, que no le permitía volverse a dormir.

Caminó a tientas por su apartamento, que se encontraba plenamente a oscuras pues no había amanecido aún.

—¿V? —Preguntó en un hilo de voz. Le aterraba la oscuridad, y esperaba poder charlar con el espectro para disipar los temores que iban en ascendencia por su cuerpo.

Más no obtuvo ninguna respuesta. 

Encendió las luces apresuradamente, revisando el lugar una y otra vez, pero sin conseguir ver al Ikiryō por ningún lado.

Su cabeza se llenó de confusión, el rubio se detuvo en el gran sofá del salón y se tomó la cabeza con ambas manos.

Revisó el móvil para comprobar el día que era y ser consciente de que todo lo vivido los días anteriores no había sido parte de alguna de sus extrañas pesadillas y había ocurrido realmente.

—¿Dónde mierda estás? —Dijo casi en un susurro, antes de tumbarse en la superficie y cerrar los ojos.

  🌟🌟🌟🌟🌟

—¿Otra vez? —Las carcajadas resonaron con fuerza, provocando que el castaño agachara la mirada y sus ojos se tiñeran de tristeza. —Deberías rendirte de una vez, tu mitad no mejorará nunca.

—Y-yo creí que... —Intentó hablar, pero nuevas voces le interrumpieron.

—Taehyung, tu cuerpo está condenado a desaparecer, parece mentira que no lo sepas ya. Es tu última vida, y se encuentra en un estado deplorable. Es ridículo que lo sigas intentando.

El chico estaba harto, era cierto. 

Odiaba desaparecer. Cuando su dualidad llegaba a un punto culminante, él sólo desaparecía, sin poder hacer algo para ayudarle. Y le había pasado demasiadas veces, más siempre acababa regresando a las horas o días después, cuando los sentimientos del verdadero Taehyung se calmaban.

Pero era costumbre para él, escuchar las burlas de los diferentes ángeles guardianes que se encargaban de custodiar a los humanos. 

Ellos podían ayudar a sus protegidos. Podían velar por ellos y hacer que pasaran las dificultades, y él era un triste fantasma que no podía hacer nada al respecto cuando su otra mitad se resentía y la oscuridad le consumía.

—Dejadle en paz. —Se oyó una voz desde lejos, que hizo que todos los ángeles palidecieran y en un chasquido de dedos, desaparecieran del lugar.

—G-gracias. —Taehyung no podía odiar. Le era imposible hacerlo, pero con el paso del tiempo, las malas vibraciones habían hecho atisbo en su ser poco a poco.

Seokjin siempre estaba allí cuando él era atacado por las malas palabras de aquellos muchachos, para sonreírle y hacerle ver que las cosas no eran así, que podría conseguirlo.

—No me des las gracias. —Se colocó a su lado y le observó con detenimiento. Aquel hombre era por mucho, hermoso. —¿Qué tal va todo?

El castaño dudó varios segundos antes de responder.

—He encontrado a alguien. Creo que lo voy a conseguir, Seokjin. —Sonrió levemente, recordando el rostro de Jimin, aquel rubito parecía dispuesto a todo por ayudarle, su corazón palpitó con brusquedad ante la imagen mental.

Tocó su pecho, admirando el latir que éste había adquirido en escasos segundos, y rió, provocando que sus mejillas se volvieran de un tono rosado sobre su piel acanelada.

—Yo también lo creo, Taehyung, yo también. —Dijo antes de acariciar su hombro y perder su mirada en el horizonte, notando por completo lo que acababa de ocurrir, pero sin necesitar palabras que lo describiera.

  🌟 🌟🌟🌟🌟

La hora laboral se le había pasado más despacio de lo normal, ya que se había acostumbrado a la presencia del espectro rondando por ahí y desordenando su mente.

Aquel día había visto a Taehyung más perdido en su mundo de lo que acostumbraba.

Y su interior se removía con sólo pensarlo. Si el fantasma había desaparecido, no podía augurar nada bueno. 

Por lo que a la salida del trabajo, se dedicó a caminar tras él hasta que consiguió alcanzarle y provocar que se quedara estático junto a él.

—¿Qué necesitas? —Preguntó en un tono un tanto tosco. Jimin no pudo evitar que su labio temblara al toparse con los orbes castaños del contrario, 

—¿E-estás bien? —La pregunta pilló desprevenido al mayor. Su rostro se tiñó de confusión antes de arquear su ceja derecha. No respondió, pudo haber salido de allí lo antes posible y evitar la mirada de cachorrito del rubio al frente suya. Pero no lo hizo, sólo se quedó ahí parado sin decir nada, hasta que volvió a escuchar aquella voz angelical quebrarse nuevamente. —Sé que no me lo dirás, y también sé que no somos amigos, por mucho que lo intente parece que jamás lo seremos... Pero quería que supieras que yo estaría ahí para todo lo que pasara. Que te ayudaría con lo que fuera que te sobrepasara y te alzaría cada vez que cayeras. No sé muy bien por qué digo esto, pero necesito que sonrías... 

Jimin se dio la vuelta, con sus grandes mofletes teñidos de rojo completamente, dispuesto a irse de aquel lugar lo antes posible, pues ya se había avergonzado lo suficiente a sí mismo diciendo aquellas palabras no planeadas.

Su mundo dio un vuelco cuando sintió unos brazos raquíticos rodearle con cierto ímpetu.

Tragó saliva antes de girarse sobre sus pasos y encontrarse a Taehyung abrazándole mientras sus ojos estaban cerrados con brusquedad.

Sus brazos se posaron en la espalda contraria, acariciando apenas, trazando una sola dirección con cariño. Sabía lo frágil que era el chico que se encontraba a su lado, y con cada movimiento temía romperle aún más.

Ninguno fue capaz de añadir nada. Las palabras sobraban en aquel instante para ambos. Pues no las necesitaban.

Los dos chicos estaban aterrados, si bien uno por volver a vivir lo que ya ocurrió anteriormente y por la confusión que experimentaba en su interior, pues hacía mucho tiempo que no vivía nada parecido si quiera. Y el otro porque sentía demasiado todo junto al castaño y no creía que fuera algo que pudiera evitar.

Y a lo lejos, se encontraba V, observando la escena conmovido.

Esbozando una sonrisa tan grande como sus comisuras le permitían, y sintiendo sus ojos aguarse de felicidad.

—Gracias, Jimin. —Susurró antes de perderse en sus propios pensamientos, envuelto en un aura llena de ternura, que poco a poco le había rodeado.

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Volví de fin de curso y volví a escribir.

Ah en verdad amo esta historia, ¿está mal que yo lo diga?

En fin, gracias por estar ahí y leer mis capítulos.

Mucho amor!!!!

My Last Life 🌸 [Vmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora