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Jimin se hallaba en la cocina, haciendo algo para comer, hasta que dio la vuelta y se encontró frente a frente con el castaño, que prácticamente, acababa de aparecer nuevamente.

—¿V? Dios, no sabes lo preocupado que estaba... —Comentó antes de acercarse, comprendiendo segundos después que no podía rozar al muchacho siquiera. —Ah... En verdad te daría un abrazo. 

—Creéme que yo a ti también. —Sonrió, provocando que algo en el cuerpo de Jimin se estremeciera, al recordar lo que pasó apenas unos días atrás.

—T-tengo algo que contarte. —El espectro observaba con ambas cejas alzadas, impaciente por saber las novedades, alzando la cabeza, para darle permiso de continuar. —Verás... Hace unos días que llevo el colgante, aunque me acojone un poco, he de confesar... Pero eso no es a lo que voy. Taehyung estaba en el cementerio, visitando a tu madre. —El contrario asintió.

—Era el aniversario de su muerte... Me culpé mucho por no haber podido estar presente. —Chasqueó la lengua.

—No tienes la culpa de eso, V. Tú no eliges desaparecer. —Guiñó un ojo a modo de destensar al chico. —Algo raro pasó ese día. He estado evitando que los ayakashis tomen tu cuerpo, pero en ese instante, antes de que pudiera acercarme lo más mínimo. Una figura blanca apareció y todos los fantasmas se esfumaron en un abrir y cerrar de ojos, era una mujer. 

La piel del castaño empezó a palidecer.

—¿Q-qué? —Cerró los ojos, tratando de buscar una explicación a lo que el menor decía. —E-eso es imposible, hace años que Tae... Que yo... ¿Oh enserio? —Jimin se tranquilizó al ver cómo el muchacho comenzaba dar brincos por la cocina mientras gritaba victorioso. —¡Al fin!

—¿Me vas a explicar qué ha pasado? —El rubio miraba con nerviosismo al chico, en busca de respuestas.

—Lo que viste es... —Paró de hablar cuando justamente la puerta sonó, el menor miró la hora un tanto confundido, y seguidamente echó un vistazo para comprobar que tampoco tenía mensajes nuevos, por lo que no podía tratarse de Jungkook, él siempre avisaba para ir a su casa.

Así que, algo fastidiado porque les habían cortado la conversación, se dirigió hacia la puerta, para, una vez que la abrió, quedarse estático ante esta, observando al muchacho que estaba al otro lado.

—Hola. —Dijo este, que esperaba alguna respuesta, más Jimin estaba boquiabierto y no tenía grandes intenciones de hablar. V, que estaba al lado del rubio, también estaba estático, pero pronto reaccionó para murmurar unas palabras al oído de su acompañante.

—Dile algo o lo vas a espantar. —Pronto el aludido se sacudió la cabeza, tratando de entrar en razón, para sonreír seguidamente.

—Hey Taehyung. Lo siento... ¿Qué haces aquí? —El contrario alzó un recipiente en sus manos.

—Tú me hiciste la comida la última vez, pensé que debía devolverte el favor. —Estiró los brazos para que Jimin tomara el bol, éste se apartó, dejando que el muchacho caminara por los pasillos de su apartamento.

—Wow. Te va el minimalismo. —Comentó a medida que estudiaba todo su alrededor con la mirada, deteniéndose en cada cosa que le llamaba la atención.

—Nah, soy más bien perezoso. Por eso no está muy decorado, pero creo que tu suposición es mejor que admitir que soy un vago. —Taehyung soltó una risita que hizo que a Jimin le diera un vuelco el corazón.

Seguía sin asimilar que, el chico que evitaba el contacto con él anteriormente, a toda costa, hubiera ido a buscarle a su propia casa. Estaba siendo amable. Y éste sentía que iba a estallar de un momento a otro por la vergüenza de haberle recibido en su peor pijama.

V, por su parte, seguía observando la escena, no cabía en sí de la alegría. Por lo que tomó asiento al lado del sofá donde se encontraba su dualidad, sólo para observar que su rostro demacrado, poco a poco recuperaba su color natural.

—¿Te importa si voy preparando ésto? —Preguntó el mayor, haciendo que Jimin asintiera.

—Mientras me cambiaré, enseguida vengo a ayudarte. —El chico corrió lo más rápido que sus pequeñas piernas le permitieron, entrando a su cuarto y poniéndose lo primero que pilló, aunque tardando demasiado en arreglar su pelo que esa mañana había amanecido rebelde. —¿Por qué estás tan nervioso? Imbécil... —Se susurró a sí mismo ante el espejo, antes de salir e ir en busca del chico que, estaba calentando la comida, dándole en último repaso.

—Espero que te guste el Samgyeopsal, también tengo un poco de Kimchi para acompañar. —El rubio asentía, observando en trance al muchacho que de vez en cuando recolocaba los cabellos que caían por su frente, mientras se encargaba de que la carne no se quemara. 

En escasos minutos, ambos estaban ya sentados en la mesa, degustando el plato.

—¿Siempre has tenido estas habilidades culinarias? —Preguntó Jimin, mientras se relamía las comisuras de los labios.

—No. La verdad que hace años debía estar vetado de cualquier cocina porque si la rozaba empezaría a arder tarde o temprano, pero al vivir solo comprendí que no podía alimentarme a base de ramen. —Rió.

—Vaya, acabas de describir mi vida. —Se carcajeó, antes de tragar saliva y hablar nuevamente. —Oye... ¿Puedo preguntarte algo?

—Adelante. 

—¿A qué se debe este cambio radical? Es decir... Hace días te apartabas de mí como si fuera la peste y hoy... Me haces la comida y vienes a casa. —El pequeño tenía miedo a preguntar, no sabía si el contrario se lo tomaría a malas y todo lo que habían avanzado se podría estropear en unos segundos, pero la curiosidad predominaba en su interior. 

—Supongo que, he aprendido a valorar las cosas que merecen la pena. —El rubio se sonrojó tenuemente, bajando la mirada y comenzando a comer nuevamente, sólo que ahora bajo la mirada atenta de Taehyung, que analizaba sus facciones y reía de vez en cuando al verle inflar sus mofletes rellenos de la carne que engullía.

—Me alegra que hayas venido. —Se atreve a murmurar el chico, que siente arder sus mejillas aún más, aunque le hubiera parecido imposible en un principio. 

—A mi también. —Murmura V, que está en el rincón de la cocina, aunque ninguno de los muchachos puede percibir su presencia, porque están inmersos en su propio mundo, y él puede sentir el aura pura que rodea a ambos. 

Y así, transcurre la tarde, con dos jóvenes conociendo un poco más de sus vidas y con un espectador que siente su corazón palpitar muy rápido, y sabe que es debido a que su propio cuerpo también lo siente.

Gracias, Jimin.

Aunque aún tú no seas consciente de todo lo que estás causando.

My Last Life 🌸 [Vmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora