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Taehyung se pasó la mañana tumbado en el sofá. Ni siquiera tenía la televisión puesta como de costumbre, que se pasaba sus días libres viendo El Mentalista hasta que daba la hora de comer o simplemente se aburría y salía a pasear.

Estaba ido. Su mente distaba mucho de encontrarse en el mismo lugar que su cuerpo. 

Cogió su abrigo pues por la mañana siempre había una brisa fresca y decidió que sería buena idea despejarse un poco.

Pensó en los días anteriores, en las nuevas sensaciones que experimentaba poco a poco. Estaba tan ensimismado en sus pensamientos que ni siquiera notó cuando saludó a aquella mujer mayor que cruzaba la calle, tampoco fue consciente al agacharse para acariciar a ese cachorro de gato que le acompañó un buen tramo más del camino.

Sólo pudo centrarse en el momento en el que divisó a un niño pequeño jugando con su patinete, que calló al suelo dolorosamente, haciendo que el castaño se incomodara y corriera a ver qué tal se encontraba éste.

—Hey, hey campeón... —Pronto vio las lágrimas del pequeño rodar con menos intensidad cuando le tomó en brazos. —Eso no es nada ¿sí? Voy a lavarte la heridita y enseguida estarás perfecto. ¿A que sí? —El niño luchaba por no llorar más, intentando hacerse el valiente a pesar de que sus labios temblaban.

—S-si. —Añadió antes de que el mayor comenzaba a caminar a la fuente para lavar la poca sangre que brotaba con la mayor delicadeza posible, por mucho que a veces recibía quejas por parte del muchachito, debido a que le escocía la rodilla.

—¿Has visto? Ya estás como nuevo. —El pequeño sonrió, y Taehyung se dedicó a limpiar sus mejillas para retirar la humedad restante.

—Gracias hyung. —Añadió antes de casi saltar de encima de sus piernas para correr a coger nuevamente el aparato del que se había caído.

Sin quererlo, el castaño se había quedado ahí, embobado y sonriente al ver la alegría que el niño desprendía.

Caminó hacia el centro del parque, desde donde se podía ver el gran lago que había en las afueras de la ciudad, antiguamente solía jugar ahí con sus muñecos, o simular que tenía súper poderes o algo por el estilo.

Nunca había tenido amigos, así que, básicamente su entretenimiento se basaba en su incansable imaginación, cosa que con el paso del tiempo, le había causado algunos problemas.

Se perdió observando la gran multitud de nubes que ahora adornaban el cielo, de vez en cuando pasaba algún que otro pájaro.

Ojalá volar, vivir sin preocupación alguna, dejándose llevar por la brisa que el viento indicara.

Cerró los ojos, dejando que el frescor le invadiera y se fuera instaurando en cada poro de su piel, pero incluso en ese aislado momento, incluso en ese efímero instante, sólo una persona aparecía en sus pensamientos.

Sólo una persona lograba que su coraza se ablandara y que sus manos volvieran a temblar como cuando era niño y estaba nervioso a la hora de exponer sus dudas o deseos.

Park Jimin.

Suspiró al notar el cambio que se había producido en su interior tan sólo con su excesiva atención en los últimos tiempos.

Él siempre había estado aislado del resto del mundo y, aunque no se hubiera dado cuenta en su momento, si miraba hacia atrás, podía notar perfectamente a lo que eso le había llevado, todo lo que había perdido en el camino.

Jamás había tenido una verdadera relación de amistad, pues prefería no acercarse a nadie, por miedo a sus intereses o simplemente por esperar lo peor de cualquiera que le rodeaba.

Hace tiempo se obligó a pensar que todos los individuos eran exactamente iguales, interesados e irrespetuosos. Como había experimentado en el pasado.

Pues no había tenido más que malos momentos, salvo con su madre, ella siempre le cuidaba del resto. Ella siempre tenía una bella sonrisa en su rostro aunque el mundo se estuviera cayendo a pedazos a su alrededor, haciendo que a él poco le importara lo demás.

Pero, desde que esa luz que le daba ganas de vivir, se había esfumado, aún siendo un niño, jamás volvió a creer en la compasión y en el amor de la humanidad.

Hasta que ese pequeño pasó por su camino, desbaratando cada una de las cosas que tenía casi por ley impuestas, y haciendo de su vida un desastre, sólo que uno bonito.

Había perdido la esencia de vivir el momento, de ser consciente de que estaba vivo y eso ya de por sí era algo que había que agradecer.

Era verdad que, él alejaba a cualquiera que intentara irrumpir en su vida o, más bien en su corazón. Pero ese chico había insistido una y otra vez, hasta hacer que éste palpitara demasiado extasiado ante su mísera presencia.

Al principio le había parecido algo malo, pero ahora, ahí tumbado en medio del césped, respirando tranquilamente, sólo siendo consciente de cómo subía y bajaba su tórax, podía asegurar que tal vez se equivocaba.

Tal vez Jimin merecía una oportunidad, porque él había sufrido mucho a lo largo de su vida, y había lanzado al vacío las esperanzas del resto, haciéndoles también demasiado daño, y a lo mejor, esa no era la solución, aunque nunca se lo había replanteado.

Puede que darse a sí mismo una segunda oportunidad fuese la respuesta.

Se levantó del lugar, con sus sentimientos a flor de piel, por haber dado con una solución ante su depresión inminente, pues estaba extasiado tan sólo con pensar que podía cambiar las cosas.

Nunca lo había visto tan claro, él mismo se había hundido en la miseria, actuando con egoísmo, aunque aquello fuera lo único que su madre le había rogado en vida que no hiciera.

—Tenías razón. —Murmuró mientras miraba al cielo en aquel paraje desolado. —Lo siento mucho. —Y no pudo evitar tomar su pecho con las manos, sintiendo cómo su garganta se secaba y sus ojos se iban aguando lentamente, pero sin llegar a las lágrimas. —Voy a cambiar, por ti y por mi. —Sentenció, ahora corriendo de vuelta a su hogar.

Sin duda tenía muchas cosas aún que aclararse, pero lo que él no imaginaba era que en verdad, el primer paso para recuperar su felicidad...

Ya lo había dado. 

····························

Amo a Tae.

Too much.

Y os dejo una joyita de canción también (<3).

Os quiero.

Bai.

My Last Life 🌸 [Vmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora