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Oyó cómo sonaba el timbre y se apresuró a ir hacia la puerta, lo más rápido que sus piernas cortas le permitieron.

Cuando abrió, se encontró de lleno con el rostro de Taehyung, cosa que no esperaba, así que, sin poder evitarlo, sus miradas se cruzaron y sintió la calidez recorrer cada centímetro de su rostro.

—Hola. —Añadió el castaño, por si no era poco, agregando una sonrisa perfectamente cuadrada, que encogió sus ojos.

En ese mismo instante, Jimin perdió la noción del tiempo y pudo asegurar que aquella era de las mejores cosas que había presenciado en su vida.

Cuando fue consciente de que se había quedado embobado, negó con la cabeza para volver bruscamente a la realidad y sonrió de vuelta, tratando de no parecer más maníaco aún.

—H-hola Taehyung. —Prosiguió. —¿Q-quieres pasar? —Murmuró, haciendo hueco a un lado.

—En realidad no. —El rubio abrió los ojos de golpe, sin acabar de entender cuáles eran las intenciones del contrario. —¿Te apetecería que fuéramos al centro de Seoul? Ya que estamos de vacaciones... Vi que había una feria de alimentos y hay atracciones y demás. Por lo que pensé en pasar el día juntos. 

Jimin no sabía si reír o llorar. Le parecía casi imposible que el chico en verdad estuviera diciendo esas palabras, por lo que se pellizcó varias veces el brazo y, tras comprobar que era real y no estaba soñando, asintió.

—E-está bien. Pero tengo que prepararme. —Comentó antes de señalar la ropa que llevaba. Aunque cualquier cosa que se pusiera no pudiera compararse al estilo del chico que estaba al frente suya. 

Analizó la camisa del castaño y la sutileza por la que caía por su torso, encendiéndose al instante y tratando de pensar en otras cosas mientras le invitaba a tomar asiento en su salón y él procedía a lucir algo más decente que su sudadera con casi diez años de antigüedad.

Una vez hubo terminado, ambos se dirigieron al coche que el mayor de ellos había traído. No tardaron demasiado en llegar al centro de Seoul, pues quedaba a alrededor de media hora desde casa del rubio.

Al principio Jimin no podía hablar, y sí, digo podía porque trataba de sacar tema de conversación pero sus labios no le respondían, por lo que se limitó a jugar con sus manos, hasta que Taehyung puso la radio y su tarea cambió a la de admirar cómo éste tarareaba frenético alguna de las canciones que estaban en la emisora. 

Pronto aparcaron y pudieron estirar las piernas.

—¿Sabes? Te creía más hablador. —Le guiñó el ojo el mayor.

—Yo también lo creía. —Murmuró el aludido, sintiendo cómo sus hombros eran rodeados por el brazo del contrario y comenzaron a caminar hacia dónde el castaño se dirigía, mientras reía pues la timidez del más pequeño le causaba demasiada ternura.

—Éste sitio es alucinante. No me cansaré nunca de ver el Río Han. —Contemplaba ensimismado cómo el agua se movía al compás del viento, sin soltar el agarre del hombro de Jimin, cosa que a éste último, le producía escalofríos, pero le encantaba.

—Solía venir aquí con mis padres. —Sonrió, recordando de pronto su infancia. 

—A mí también me hubiera gustado visitarlo con mi madre. —Comentó Taehyung. 

El rubio comenzó a sentirse culpable en su interior, hasta que vió la sonrisa del contrario y entendió que no le hirió su comentario, por lo que sonríó él también mientras le observaba, hasta que sintió esos orbes castaños sobre los suyos y retiró la mirada lo más rápido que pudo sin dislocarse el cuello.

My Last Life 🌸 [Vmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora