Durante una de las innumerables fiestas donde se veía obligada a asistir, para su desgracia, ella debió asistir en solitario a una de ellas.
Se acercaba su cumpleaños número 11 y el par de idiotas que tenía por hermanos estaban en esos instantes en su cuarto año en el Instituto, así que no tenía a quien "obligar" a acompañarla a la dichosa fiesta donde cada año se ponía peor, es decir, para una Lucí que mentalmente es más cercana a los 30 que a los 15, oír a un montón de cotorras alardeando sobre sus nuevos vestidos y los chismes era algo que la llevaba cada vez más a la locura, supongamos que por eso su madre le obligaba a ir con más insistencia, porque esa falta de interés era algo raro para una chica de su título y su edad.
El caso es que en esa ocasión ella debió relacionarse con las demás chicas usando todo el arsenal con el que su madre la había entrenado con tanto esmero, ella no podía obviar el hecho de que si no aprendía a mezclarse con las cotorras no tendría ni la experiencia ni una red de contacto con el que a futuro pudiera defenderse cuando las cotorras evolucionarán a zorras.
Era casi un hecho que cuando ingresaran a los institutos todas ellas ocultarían sus garras y cuando llegaran a la adolescencia donde era "vital" conseguir un buen partido, sacarían sus mejores armas y no tendrían piedad para ir a la yugular.
Algunas veces las chicas dan miedo.
Luego de como dos horas donde el tema central era sobre los posibles colores en moda para la siguiente temporada de otoño-invierno, Lucí estaba hasta la coronilla en lo que se refiere a paciencia, ya suficiente tenía con ser arrastrada por su madre a las interminables tiendas mientras eran seguidas por otras damas de sociedad que querían relacionarse con el "ángel de hielo", así que excusándose con la antigua táctica de ir al tocador (cosa que con tanto té había dejado de ser broma) logró alejarse de esa manada y tomarse un respiro.
Luego de evitar que su vejiga reventara, aprovecho la oportunidad de estar sola y caminar por el jardín trasero donde pocos al parecer iban, la verdad es que el aire de soledad y tranquilidad le calmaban bastante comparado al todo el bullicio de adentro de la mansión. Siguiendo un sendero lleno de flores llegó con calma hasta un pequeño claro rodeado de árboles espesos y el suelo llenó de pequeñas florecillas salvajes, pero lo más extraordinario no era eso si no que la pequeña niña que parecía flotar en el aire.
"Esperen un segundo... las niñas no flotamos en el aire..."
Fue entonces lo que al principio parecía un juego luego se dio cuenta que en realidad dicha niña estaba agitando sus brazos con tal desesperación porque no sabía qué hacer, asustada por el giro abrupto de las cosas, Lucí no evito correr en una loca carrera para luego dar un salto al aire con la esperanza de alcanzar el pie de la otra niña y ayudarla a volver a tierra. Fue una suerte que al menos pudiera agarrar parte del zapato de la otra niña y con su propio peso ayudarla a bajar a tierra en una caída dura al suelo.
Amabas niñas se quejaron del dolor tras el impacto pero al menos estaban en el suelo, seguras y sin el temor de ser arrastradas por el viento, pero mientras Lucí intentaba no concentrarse en el dolor en su trasero y sus medias rotas, la otra chica estaba llorando en silencio mientras observaba a su salvadora.
Sin pensarlo mucho ella se arrojó a los brazos de la otra donde no pudo contener más los sollozos del miedo y lloró a todo pulmón, Lucí por su parte no sabía cómo reaccionar así que torpemente le abrazo mientras que con una mano le daba palmaditas en la espalda con la esperanza de reconfortarla un poco, en eso fue que ella realmente hizo un análisis de la otra niña.
Tenía una cabellera ligeramente risada, aparentemente le habían alisado el cabello para trenzarlo en dos trenzas que ahora colgaban flojas y algo desarmadas por sus hombros, su piel era morena, como esas chicas árabes que antes veía en la Tv cuando su anterior madre se dedicaba a ver las telenovelas turcas, usaba un sencillo vestido blanco que había tenido momentos mejores e iba totalmente descalza, al parecer había perdido sus dos zapatos. Luego de un rato la niña se calmó y alzo su cabeza para mirarla directamente a los ojos, sus ojos del color de la semilla del cacao recién tostadas eran redondos en el centro pero en las esquinas externas tendían a rasgarse ligeramente, su rostro era redondo como el de toda niña y en general la contextura de ella era ligeramente redonda, al parecer disfrutaba bastante comer.
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The charm of the Angel
FantasyMorir y reencarnar en tu propio juego, ¿algo normal?, ¿cierto?. Pero para "Lucí" las cosas no serán tan sencillas si quiere sobrevivir y "buscar su propio final feliz", así que todos sus planes anteriores de crear una secuela de su juego "The charm...