Cap18: ¿Quién eres?

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El final del día fue recibido por muchos con gran alegría, sobre todo una castaña, porque eso solo significaba una sola cosa: tener que ir a buscar a sus hermanos y pasar un día siendo descaradamente mimada por el par de idiotas (lo que se traduce en gastar todos los ahorros de ellos en cosas para ella).

Cuando por fin logro separarse de su grupo, es decir: lograr que en primer lugar las chicas de los otros salones dejaran de acosar a los nuevos, que sus amigas también fueran descarnadas de ellos, que sus "supuestos" prometidos logran acarrear a sus respectivas parejas para ir cada uno a sus casas y así evitar que ambas mujeres confabularan en secreto, luego de eso también bloquear con éxito cualquier intento de que alguna de sus amigas la arrastrara con ella, cosa que solo basto decir una simple frase: "Sabes, tú eres su prometida, deberías pasar más tiempo con él u otras chicas pensaran que está libre para tener una segunda novia... o esposa", con esa frase ambas chicas debieron rendirse y dejarse arrastrar a los respectivos coches de sus chicos.

Mientras alegremente esperaba en la sala del concejo estudiantil, puntualmente en el salón privado del presidente, observo que el jardín trasero del edificio estaba en plena floración, los enormes cercos de arbustos estaban perfectamente cortados y por la ventana entraba el aire que traía un olor ligero a flores. Al ver que tenía tiempo, decidió dar una vuelta por esos lugares.

El jardín trasero no era muy frecuentado, normalmente porque solo era una extenso campo que en cada primavera se llenaba de flores y por tantos otros bichos que la doncella promedio era incapaz de soportar, en verano el calor de esa zona era ligeramente más bajo pero no había muchos lugares para tomar sombra, en otoño durante el poco tiempo que pasaban en ese lugar, el lugar era ligeramente desértico y algo tétrico en las tardes cuando la noche caía más pronto, durante el invierno la gran mayoría no estaba en este lugar debido al cambio de campus, pero se rumoreaba que este campo se convertía en algo mu mágico.

Mientras recorría el sedero pudo observar a las abejas que trabajaban incansables en su tarea, sus colmenas como los alquimistas del Instituto se beneficiarían de su arduo trabajo, y mientras más avanzaba en ese inmenso lugar totalmente perdida entre sus pensamientos, no se dio cuenta que estaba llegando a un lugar muchos más lejano de lo que podía ver desde la ventana del salón del presidente del concejo.

Los árboles y los arbustos cambiaron ligeramente, volviéndose un poco más salvajes y menos prolijos en la medida de que se alejaba del edificio central, un sentimiento de expectativa como maravilla se extendía en su corazón ante el terreno virgen de toda mano de obra humana. No estaba segura de cuanto se estaba alejando de todo el instituto pero poco le importaba eso, ella estaba concentrada en grabar en sus pupilas la maravilla natural del lugar.

Habiendo ya caminado un buen trecho volteo para mirar atrás, realmente no era capaz de ver el instituto desde donde estaba, al siguiente momento cuando se giró sobre sus pies para mirar el prado fue que se dio cuenta que estaba siendo observada.

No podía ver mucho de rostro por el ala del sombrero que cubría sus ojos, usaba una gabardina café con sus brazos remangados dejando ver unos brazos pálidos que tenía cruzados entre ellos, desde la distancia donde se encontraba pudo notar dos cosas importante: el primero era que el susodicho en cuestión era aparentemente alto, lo segundo fue una larga y frondosa cabellera oscura, él, porque todo su físico apuntaba a que era un hombre, parecía un caballero oscuro, un cazador o un investigador de esos que recorren todo el reino en solitario.

No sabía quiera era él, pero era claro que era peligroso.

Ella sabía que tenía que estar mentalmente preparada para cualquier cosa, buena o mala, era una regla básica que había aprendido desde su infancia. Si bien el reino de Aramist gozaba una cierta estabilidad de paz y equilibrio dentro del reino, eso no quería decir que estuviera exenta de peligros y esos peligros eran precisamente bandidos, ladrones y bestias, para gente de la aristocracia era común que sus hijos aprendieran técnicas de luchas para ser buenos caballeros, las niñas en cambio eran educadas en las finas artes de las relaciones aristocráticas todo para ser parte de un entendimiento dentro de la mentalidad de esta sociedad aristocrática: el hombre es la espada y el cerebro, la mujer es el escudo y el corazón, cuando ambas partes se juntaban crean un fuerte unido que ha de resistir el tiempo y la tormenta.

Pero en su familia se había aplicado una regla distinta: hijos e hijas no serían indefensos.

Para sorpresa de todos, quien impuso esta regla incluso antes de ser concebida era su madre, "el ángel de hielo", la dama más encantadora, refinada y hermosa entre las damas de la corte, su madre podría tener una fachada elegante por fuera, el ejemplo vivo del manual de Carreño, ella era la amplificación del escudo que protege a su familia de los viles movimientos en la corte y el corazón que mantiene unido en las buenas y en las malas, pero bajo toda esa mascara se escondía el corazón de una fiera dispuesta a todo por proteger a sus crías, era por eso que a diferencia de otras niñas de sus edad ella siempre portaba pequeñas armas ocultas en su cuerpo.

Mientras se mantenía la calma retrocediendo un paso, la otra figura se mantuvo quieta observando cada uno de sus movimientos.

En un principio no estaba seguro de que hacer al verse descubierto tan sorpresivamente, lo único que estaba haciendo en ese lugar era contemplar la belleza de ese sitio hasta que el ruido del pasto siendo aplastado le alerto de la llegada de alguien más, pero luego de verla por un momento se dio cuenta que no era peligrosa pero tampoco inofensiva, pocas mujeres podían mantener la calma cuando ven a alguien como él.

Ninguno de los dos estaba dispuesto a dar el primer paso por lo que terminaron en un punto muerto.

The charm of the AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora