- 13. THE AWAKENING

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13. El despertar

El aire era helado en las obstruidas calles de Queens, amenazaba con llevar hacia ella una tormenta como no la había visto en años

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El aire era helado en las obstruidas calles de Queens, amenazaba con llevar hacia ella una tormenta como no la había visto en años. Subió la cremallera de la sudadera de Peter y se cubrió la cabeza con la gorra.

Tenía años sin experimentar el frío después de meses sin alimentación y mala vida en las calles de Bulgaria, de los experimentos en Moscú, de las misiones en Nueva Zelanda. Tal vez era la simple idea de que minutos atrás había estado cobijada entre las sábanas de su mejor amigo, cerca de él, lo que la hacía detestar toda aquella situación.

—Tienes un don, Nadia — escuchó decir a una voz entre las sombras de la oscura calle, iluminada únicamente por la cálida luz de una lámpara pública.

—Terminemos con esto de una vez, Julian — respondió cortante.

En ese momento la silueta de un muchacho se hizo visible entre las sombras. Su caminar estaba lleno de gracia felina y la rectitud de un soldado. Tan diferente pero tan similar a la del chico que solía conocer.

—¿Dónde estuviste todo este tiempo?

El chico sonrió, seguidamente se apoyó en el poste de luz con una postura perezosa, mirándose las uñas. Soltó una leve risa antes de mirarla a ella nuevamente.

—Si te lo digo, ¿dónde queda la diversión del misterio? — Nadia rodó los ojos.

—Quiero la verdad.

—Todos. Pero no quiere decir que la puedan obtener.

—No estoy para tus ridículos rodeos, Silverstone. Vas a decirme lo que quiero ó simplemente buscaré otra manera de conseguir esa información.

Julian silbó por lo bajo con admiración. —Siempre fuiste mejor que yo en esta parte del trabajo sucio. Por eso Richard te dejaba todos los interrogatorios a ti.

—Todo lo sucio siempre me lo dejó a mí. Lo sabes mejor que nadie.

Una sombra le recorrió el rostro al joven, oscureciendo sus azules ojos. Suspiró, dejando de lado aquella actitud y tornándose súbitamente serio.

—Estuve con un equipo. Me salvaron la vida después de que aquella organización metiera tres balas en mi cuerpo y me perdiera en el mar, moribundo. Entrené, mejoré, me cambiaron... En cientos de maneras que no puedo explicarte, Nadia. Ya no soy el mismo.

—De eso ya me di cuenta.

—Lo lamento. Sólo quiero que sepas que nunca quise... Que yo nunca te olvidé. —Aquello ultimo sonó tan sincero que le dolió. Sonó tan sincero que tuvo que hacer apego de todas sus fuerzas para no sentir, para no mostrar y mantenerse firme.

—Lloré tu muerte. Sufrí por ella durante tres años. Perdí a la persona que más amaba... ¿Tienes idea de lo que dolió?

—Yo también te perdí a ti ese día.

ATLANTIS | Peter ParkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora