Justin le dedico una mirada de odio a Cassandra antes de caminar a grandes zancadas hacia su estudio. Emma lo miró aún con la cajita entre sus manos, sintió un pinchazo de culpabilidad y miró a su tía Cassandra, quien pareció no importarle el arrebato de enojo que Justin tuvo. Con pesar, Emma cerró la caja y la pegó a su pecho cerrando los ojos con una sonrisa.
—Tía, en verdad te agradezco todo esto, pero... no puedo aceptarlo —se la tendió, pero Cassandra no se inmutó de aquello, sino que continuó mirándola fijamente—. Ten.
Cassandra alzó la mano, frenando su acto.
—Fue en serio lo que dije. El anillo te pertenece a ti.
Emma se mordió el labio y no se atrevió a abrir de nuevo la caja. Era mayor la parte de quedarse con el anillo, que la de querer regresárselo a su tía.
—¿Cómo lo conseguiste? —se atrevió a preguntar.
Cassandra le sonrió de una manera que logró ponerla incómoda.
—No hagas preguntas de las que no quieres saber la respuesta, Emma.
Amelia solía hablar exactamente igual que Cassandra y aquello le revolvió a Emma el estómago. Eran tan parecidas que últimamente había sido difícil en no pensar en su hermana. Sintió su cuerpo temblar cuando el broche de adorno en su abrigo elegante le pareció vagamente familiar. Fue cuando cayó en cuenta. Aquél broche era el molde del collar que Amelia usó.
—Cassandra —carraspeó alto y se aferró a la caja para ocultar sus temblores—, creo que iré a hablar con Justin, no fue justo para él lo que hiciste.
Cassandra parpadeó, la había sorprendido por su arrebato brusco y se quedó sin palabras. Aquella oración Emma le mostró su forma de correrla del departamento.
—No fue mi intención causar problemas entre ustedes, Emma.
—Yo sé que no —le sonrió falsamente—. Pero no puedo usar este anillo como símbolo de mi compromiso, el que Justin me ha dado es perfecto y me encanta.
Cassandra torció el gesto y tragó hondo antes de dirigirse a la puerta. Emma trató de no ver el adorno de su abrigo. Sólo había una forma en la que Cassandra pudo conseguir aquel objeto. Así que en cuanto cerró la puerta a espaldas de su tía, fue hacia el estudio de Justin con la esperanza de que su enojo haya desaparecido. Abrió la puerta del estudio y dejó la cajita en el librero, quería dejar de pensar en el anillo de Elara por unos minutos.
—¿Sigues enojado? —le preguntó Emma con cierto recelo.
—No estoy enojado, sino avergonzado.
Justin tenía los brazos cruzados por su pecho y estaba sentado al borde de su escritorio.
—¿Por qué?
Él no quería confesárselo y Emma lo notó, así que le sonrió de la manera más inocente que pudo y se detuvo a una distancia prudente, no quería sofocarlo.
—De ver lo que tenías antes —comenzó a decir con calma—. Nunca había visto un diamante como el que tu madre tuvo, así que lo comparé con el anillo que te di y es... miserable.
Emma se sintió horrorizada y negó con la cabeza. Supo que esto llegaría, que Justin comenzar a comparar la vida que le dio desde que la encontró, con la vida que tuvo hace siglos y cuando aún portaba el título de princesa. Pero lo que Justin no sabía era que aquella vida había sido demasiado sofocante, pesada, estricta y controlada. El sentir la libertad de escoger qué ponerse, qué comer, cómo hablar, caminar, moverse, con quién casarse, era una maravilla para Emma.
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The Princess [j.b.]
Fanfic❖Tercer lugar en los Worthy Awards como mejor historia de Fantasía/Ciencia Ficción. ❝Sólo despertará si llega alguien con verdaderas intenciones de ayudarla❞. Decían todos sobre la leyenda de la princesa Emma Cow...