EPÍLOGO

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''Todo lo que le ha costado''

Mientras caminaban tomados de la mano por el Parque Hyde, Justin y Emma Bieber, cuidaban a sus dos hijos. Jason de 6 y Elara de 4. Eran ajenos a otro sonido, Emma solía ser más sobreprotectora con sus hijos que con Justin, pero ambos tenían sus momentos.

Era primavera, el sol estaba en lo alto del cielo y Emma disfrutaba cada segundo como si fuera el último porque después de todo, su libertad le había costado. Estos diez años que ha pasado en la época que le tocó despertar, han sido los mejores de su larga existencia porque, tenía al hombre de sus sueños a su lado, dos hijos a los cuales cuidaría con su vida y a quienes no dejaría que nada les pasara.

Emma había dejado a un lado su apellido cuando se casó con Justin un mes después del último enfrentamiento con Cassandra y Amelia. A veces Emma pensaba en ellas, pero no tanto como para preocuparse ni tan poco como para olvidarlas. Nunca lo haría. El anillo estaba escondido y Justin le hizo prometer que nunca le diría en donde, en cambio, el collar de Amelia estaba siempre en su posesión escondido detrás de las paredes de su hogar. Emma había arreglado todo para que quedara enterrado.

Aunque habían veces en las que cuando ella iba caminando por la ciudad, tenía el pánico de que alguien la estuviera observando. Nunca iba a desaparecer aquel sentimiento, pero había aprendido tanto durante una década que poco a poco iba aprendiendo a dejar ir su pasado, por más difícil que fuera.

Justin y Emma habían acordado antes de tener a Jason, que no le revelarían la descendencia de su madre. Fue decisión de Emma porque ya no quería mantener ataduras a su pasado. Le había puesto Elara a su hija porque quería honrar a su madre de una forma que nunca pudo. Jason y Elara crecieron escuchando la historia de Emma, pero con diferentes nombres y lo hacían ver como un cuento sacado de un libro.

—¿En qué estás pensando? —le preguntó Justin y le dio un apretón a su mano.

—En muchas cosas —guiñó un ojo—. ¿Puedes creer que han pasado diez años? Nunca había sentido como envejecía.

Justin rió bajo.

—Jason no toques eso —advirtió cuando lo vio querer agarrar una pelota sin dueño. Después, volvió a concentrarse en ella—. Acostúmbrate. Por mi parte, nunca te había visto tan preciosa.

Emma arqueó una ceja y se acercó más al cuerpo de su esposo. Acto seguido tomaron asiento en una de las bancas. Emma colocó a Elara en su regazo y Justin vigilaba a Jason, quien se dirigía a área de juegos.

—¿Alguna ves piensas en ellas? —se atrevió Emma a preguntar. Justin frunció el ceño—. En Amelia y Cassandra.

Justin hizo una mueca.

—Prefiero no hacerlo. ¿Tú?

Emma inhaló hondo y estrechó más a Elara.

—A veces. Pero sé que estamos seguros. Que Jason y Elara están seguros como yo no lo estuve en su tiempo —carraspeó—. Pasamos por mucho, ¿cierto?

Justin la rodeó con su brazo por el hombro.

—Fue toda una aventura. No puedo creer lo joven que era cuando te encontré, ahora ya no puedo seguirle el paso a Jason.

The Princess [j.b.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora