II. Primera vez

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Jin es guapo, lo sabe, no necesita que las personas le digan lo bonita que son sus facciones o lo atractiva que luce su figura esbelta de hombros anchos, aunque no quita que le guste escucharlo de vez en cuando. "Muchas veces, querrás decir", habría corregido Yoongi de estar leyendo su mente. Lo escucha seguido, junto a las declaraciones y diferentes tipos de propuestas. Estaba acostumbrado ya sea oral o por escrito y cuando no puede corresponderles, Jin las rechaza con todo el tacto posible, después de todo, le preocupa el bienestar ajeno. A nadie le gusta tener un corazón roto.

Así es Seokjin, apuesto, amable e involuntariamente popular, desde el instituto, cuando la adolescencia acentuó sus rasgos y ensanchó su espalda haciéndole ver a los demás que el muchacho largo y flaco evolucionó en uno sumamente atractivo, fácilmente confundible con un idol —nada que envidiarle a las estrellas—. De gustos simples como el rosado, comer y cocinar. Especialmente comer, ama comer. A su lista de gustos se agregó un chico nuevo, quien más que gustarle, se atreve a decir que está enamorado a tales alturas de su joven vida y enfrenta el problema de cómo demonios declararse, siendo que ha escuchado cientos de ellas y varias en formas creativas que merecen puntos positivos.

"Parte con decirle me gustas" escucha la voz con suficiencia que emplea Yoongi cuando le explica las obviedades que pasa por alto. 

Le empieza a perturbar un poco que varios de sus pensamientos tengan de fondo las voces de sus mejores amigos como si fueran su conciencia. Ha pasado demasiado tiempo con ellos, se responde.

Aprieta sus labios mullidos, los grandes y bonitos ojos oscuros de Taehyung escrutan cada uno de sus movimientos. Respira hondo y siente que declararse debe ser una experiencia peor que tirarse en paracaídas, porque jura que en su estómago hay un vacío aún después de haber comido. En el receso acabó con dos paquetes de galletas que tuvo en frente, el que compró y el de Hoseok, quien apenas alcanzó a probar un par.

Hoseok es un sol, ni siquiera reclamó, simplemente miró su paquete vacío con la segunda galleta en la mano y le dijo un "tranquilo, hyung". ¿Cómo puede estarlo?

—Me gustas —suelta, nervioso, jugando con sus dedos y decide seguir—. Estoy enamorado de ti.

Cero puntos en creatividad, aunque diez en sinceridad. Se autoevalúa mientras Taehyung, en el silencio más incómodo de los que recuerda haber vivido —más incluso que la vez que se quedó en blanco frente a su curso en una exposición oral de biología—, pareciera analizar la información. Jin se siente como si estuviera en la escotilla de un avión, a pocos segundos de saltar sin saber si el paracaídas abrirá o tendrá la peor de las suertes. Quizás está pensando con demasiado dramatismo.

Por más que trata de alejar el drama, no puede negar que pareciera que pisa el borde un acantilado y el vértigo surca en su organismo susceptible.

—¿Es una broma? —El menor retrocede con las mejillas rojas y semblante incrédulo.

Jin parpadea sorprendido. ¿No transmitió bien su mensaje? ¿Usó un tono de voz ambiguo? Abre la boca para tratar de negar y explicarse.

—Seokjin sunbae, te debes estar confundiendo —interrumpe antes de dar media vuelta y comenzar a caminar a pasos rápidos, como si huyera.

¿Ha sido rechazado? Queda perplejo observando la figura alta alejarse. Lamenta no haberse expresado mejor, no haber comenzado por enumerar todos esos detalles que le enamoraron del menor. Está seguro que no se siente confundido, que no lo dice por esa ocasión en que lo vio por primera vez en la cafetería y Taehyung le cedió el último panecillo con una pequeña sonrisa simétrica en los labios.

—Así que te cedió comida y ya estás enamorado —había dicho Yoongi, ni siquiera en plan de pregunta, sino como una afirmación de lo evidente.

Cliff's Edge [TaeJin/NamMin/YoonSeok]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora