O.S Kpop Idols

Taeyong

Pircing goals

—¿Estás lista? —La voz de Taeyong suena suave, con un toque de emoción y nerviosismo mezclados.

Le miro, mordiéndome el labio mientras asiento. Estoy segura, aunque mi corazón late más rápido de lo normal. Hoy es el día. Decidimos hacernos esto juntos hace semanas, como una especie de promesa compartida. Una locura, tal vez, pero algo que nos uniría de una forma especial.

Estamos en la tienda de piercings, un lugar pequeño y acogedor que descubrimos en uno de nuestros paseos nocturnos por la ciudad. El lugar huele a incienso y hay música tranquila sonando de fondo, algo que me ayuda a relajarme, aunque solo un poco.

—¿Seguro que quieres hacerlo? —le pregunto, riendo un poco. Siempre he sabido que es alguien espontáneo y aventurero, pero esta vez me cuesta creer que de verdad lo hará.

—Por supuesto. —Me sonríe, esa sonrisa que hace que todo parezca más fácil—. Vamos, no puedo dejar que lo hagas sola.

Esas palabras me reconfortan de alguna manera, y tomo su mano, entrelazando mis dedos con los suyos. No se trata solo del piercing, sino de la experiencia de compartir algo tan íntimo. Para él, quizás sea una aventura más, pero para mí es un símbolo de confianza. Y también, no puedo negar que la idea de vernos el uno al otro con este nuevo accesorio tiene algo de emocionante.

El piercer se acerca a nosotros con una sonrisa amable. Tiene la piel tatuada y una energía calmada que transmite confianza. Nos explica el proceso una vez más, aunque ya lo habíamos escuchado antes. Aún así, escuchar los detalles de lo que va a pasar me hace apretar la mano de Taeyong un poco más fuerte.

—Primero tú —dice él, guiñándome un ojo.

—¿Yo? —pregunto, tragando saliva—. ¡Pero tú fuiste quien lo sugirió!

—Sí, pero quiero verte hacerlo primero —responde con una sonrisa traviesa, dejando claro que está disfrutando un poco de mi nerviosismo.

Me siento en la silla y levanto la camiseta, exponiendo mis pechos mientras el piercer se prepara. Me limpia con cuidado y saca las herramientas necesarias. Taeyong está a mi lado, sosteniendo mi mano, y aunque su expresión parece relajada, puedo notar que también está un poco tenso.

—Va a doler un poco, pero será rápido —me dice el piercer.

Asiento, concentrándome en respirar profundamente. Siento el metal frío rozar mi piel cuando la aguja se acerca, y justo antes de que toque, cierro los ojos. El dolor es agudo, pero soportable. Siento el calor extendiéndose desde el lugar donde el metal perfora mi piel, y luego el alivio inmediato cuando la joya es colocada.

—Listo, uno más —dice el piercer.

Taeyong me mira con una mezcla de admiración y nervios. Me aprieta la mano, y le devuelvo una sonrisa pequeña, aunque todavía estoy recuperándome del dolor. El segundo piercing duele un poco más, quizás porque ya sé lo que viene, pero nuevamente, el dolor es rápido y pasajero.

—Eres increíble —me susurra él cuando todo ha terminado. Puedo notar un brillo en sus ojos, uno que me hace sentir especial.

Me pongo de pie, con cuidado de no moverme demasiado, y me miro en el espejo. El dolor aún está ahí, pero se ha transformado en una sensación cálida y palpitante. Los piercings relucen, y no puedo evitar sonreír.

—Te toca —le digo, girándome hacia él.

—Vaya, no pensé que se verían tan bien —dice, inspeccionando mis nuevos adornos con una mirada que me hace sentir algo más que orgullosa.

Se sienta en la silla, quitándose la camiseta con esa confianza que siempre ha tenido. Le miro por un segundo, observando cómo su piel clara brilla bajo las luces suaves del estudio. A veces me parece irreal que esté aquí conmigo, compartiendo momentos tan personales.

El piercer repite el proceso con él. Le limpia, se prepara, y yo tomo su mano, tal como él hizo conmigo. Aunque Taeyong se ve tranquilo, sé que está nervioso. Es parte de lo que lo hace humano, esa mezcla entre valentía y vulnerabilidad que siempre me ha atraído de él.

—No sueltes mi mano —dice en un tono casi de broma, pero puedo sentir el nerviosismo en su voz.

—No lo haré —le aseguro, apretando un poco más su mano.

La aguja atraviesa su piel, y aunque veo su mandíbula tensarse, no se queja. Aguanta el dolor con una quietud impresionante. Al igual que yo, siente la segunda perforación más intensa, pero en ningún momento aparta la mirada de la mía. Es como si estuviéramos conectados en ese momento de una forma diferente, como si las palabras no fueran necesarias.

Cuando todo ha terminado, ambos estamos de pie, mirando nuestros reflejos en el espejo. Los piercings son pequeños, discretos, pero el significado detrás de ellos es lo que realmente importa. Es una marca, no solo en nuestra piel, sino en nuestra relación.

—Nos vemos bien juntos —dice él, sonriendo mientras se pone la camiseta de nuevo—. No puedo esperar para verlos cuando cicatricen por completo.

Río, pero hay algo más detrás de mis palabras. Esta experiencia nos ha unido más de lo que esperaba. Es una locura, lo sé, pero también es hermoso de alguna manera. Compartir algo tan íntimo con él me hace sentir más conectada, más cercana. No solo es el piercing, sino lo que representa.

—Ahora tenemos algo que es solo nuestro —digo, mirándole mientras salimos de la tienda.

—Sí, algo que siempre podremos recordar —responde, entrelazando sus dedos con los míos.

Y mientras caminamos por la calle, el sol de la tarde comenzando a ocultarse, siento que esta pequeña locura ha sido una de las mejores decisiones que hemos tomado juntos. Es nuestro secreto, nuestra promesa, y algo que siempre nos recordará que, pase lo que pase, estamos en esto juntos.