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Sleepy boy
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—Hola, amor—, le digo mientras enciendo la cámara de mi celular. Mi rostro aparece en la pequeña pantalla, y después de unos segundos, el suyo también. Su sonrisa siempre tiene el poder de hacerme sentir cálida, incluso a través de una pantalla.
—¡Hey!—, responde con una energía que parece infinita, pero que sé muy bien que no lo es. Ha estado de gira por semanas, y cada vez que hablamos, noto lo cansado que está, aunque trate de disimularlo. Sus ojeras lo delatan, pero su sonrisa sigue tan brillante como siempre.
—¿Cómo te fue hoy?—, pregunto, acomodándome en la cama con una manta sobre las piernas. La noche es tranquila, pero no puedo evitar sentir un vacío en el pecho por su ausencia.
—Fue un día largo—, suspira, pasándose una mano por el cabello despeinado. Suelto una pequeña risa porque incluso cuando está agotado, sigue siendo tan atractivo. —Ensayos, entrevistas, luego el concierto… Pero, ¿sabes qué? Todo vale la pena si puedo verte al final del día.
Su comentario me hace sonreír de oreja a oreja, aunque también me preocupa. No quiero que se esfuerce demasiado solo por hacer tiempo para nuestras videollamadas. Sé lo importante que es su carrera, y ver cómo se desgasta por cumplir con todo me inquieta.
