Yeonjun

4.2K 109 4
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Stylist at home

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Stylist at home

Era un sábado por la tarde cuando todo comenzó

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Era un sábado por la tarde cuando todo comenzó. Estábamos en casa, los dos hundidos en el sofá, disfrutando de la tranquilidad. Yo hojeaba una revista, y él estaba distraído con el móvil. Lo conocía demasiado bien, sabía que algo le rondaba la cabeza.

—Quiero cambiar mi look —dijo de repente, rompiendo el silencio.

Lo miré, arqueando una ceja. Su cabello, ese tono oscuro que le quedaba perfecto, estaba perfectamente peinado como siempre. Lo observé por un momento, tratando de adivinar qué tipo de cambio quería.

—¿A qué te refieres? —pregunté, poniendo la revista de lado.

—No sé, algo diferente. He tenido el mismo estilo durante mucho tiempo —respondió, moviendo los dedos por su cabello, como si ya estuviera imaginando cómo se vería de otra manera.

—¿Estás hablando de cortarlo? —dije, y no pude evitar imaginarlo con un corte más corto, algo radical.

—No, no cortarlo. Estaba pensando en teñirlo. —Lo dijo con una sonrisa traviesa, como si acabara de confesar una travesura.

Me reí suavemente, sin poder creer lo que escuchaba. La idea me encantaba, pero sabía que podía ser un cambio enorme para él.

—¿De qué color estás pensando? —pregunté, un poco más intrigada.

—No lo sé, quizás algo más claro, tal vez rubio —respondió, como si aún no estuviera completamente decidido.

No pude evitar reírme otra vez. La idea de él con el cabello rubio era tan inesperada, pero a la vez podía verlo funcionando. Lo miré por unos segundos, considerando la posibilidad, luego me levanté y caminé hacia la cocina.

—¿Sabes? Podríamos hacerlo aquí mismo —dije, abriendo un cajón y sacando un viejo set de tinte que había comprado hace un tiempo.

Sus ojos se iluminaron, como si la idea le encantara de inmediato.

—¿Estás segura? —preguntó, aunque ya sabía su respuesta. Estaba emocionado, como un niño esperando abrir un regalo.

—Claro. Si confías en mí, puedo hacerlo —respondí con una sonrisa.

Lo vi asentir, decidido. Y sin perder tiempo, preparamos todo en la pequeña mesa del comedor. Colocamos una toalla sobre sus hombros para no manchar su ropa, y él se sentó en la silla con una mezcla de emoción y nerviosismo.

Comencé desenredando su cabello con cuidado. Era suave entre mis dedos, y me concentré en separarlo por secciones. En silencio, él observaba mis movimientos a través del reflejo en la ventana.

—¿Nervioso? —le pregunté mientras aplicaba el tinte en la primera sección.

—Un poco —admitió, riendo suavemente—. Pero confío en ti.

Sentí una calidez en mi pecho al escuchar eso. Terminé la primera sección y me concentré en la siguiente, asegurándome de que todo estuviera perfectamente cubierto.

—¿Qué pasa si me veo raro? —preguntó, su tono lleno de broma.

—Entonces te rapamos y empezamos de nuevo —respondí entre risas, aunque en realidad no lo creía ni por un segundo. Él siempre se veía bien, sin importar lo que hiciera con su cabello.

A medida que avanzaba, se relajaba más. Me habló de todo y nada al mismo tiempo, llenando el aire con historias sobre sus compañeros, las giras, y recuerdos de infancia que me hicieron reír.

—¿Recuerdas esa vez que casi me caigo en el escenario? —dijo, recordando uno de sus momentos más divertidos durante una actuación.

—¿Cuál de todas? —respondí, provocando que soltara una carcajada.

Era tan fácil estar con él, y ese pequeño momento en casa, entre risas y el olor del tinte, se sentía increíblemente especial.

Después de un rato, terminé de aplicar el tinte en todo su cabello. Lo cubrí con un gorro de plástico y le dije que teníamos que esperar un poco para que el color se fijara. Nos sentamos nuevamente en el sofá, esta vez su cabeza recostada en mi hombro mientras el cronómetro en mi móvil marcaba el tiempo restante.

—¿Cómo crees que se verá? —preguntó con los ojos entrecerrados, disfrutando de la cercanía.

—Increíble, obviamente —respondí con confianza, aunque en mi mente también estaba un poco nerviosa.

El tiempo pasó más rápido de lo que esperaba. Cuando el cronómetro sonó, nos levantamos y fuimos al baño. Le dije que inclinara la cabeza sobre el lavabo mientras le enjuagaba el cabello con agua tibia. El color comenzó a aparecer poco a poco, revelando un rubio brillante que me dejó sin palabras.

—¿Y? —preguntó con ansiedad.

—Espera un poco más, falta secarlo —le respondí con una sonrisa.

Después de enjuagar bien el tinte, le sequé el cabello con la toalla y luego usé el secador, moldeando su cabello con mis manos a medida que tomaba forma. El color resaltaba con cada pasada del aire caliente.

Cuando finalmente estaba seco, lo hice girar hacia el espejo.

—¿Qué piensas? —pregunté, mordiéndome el labio, esperando su reacción.

Se miró durante unos segundos, parpadeando como si no pudiera creer el reflejo frente a él. Luego, una sonrisa amplia se extendió por su rostro.

—¡Me encanta! —dijo con entusiasmo, tocando su cabello con las manos, como si no pudiera creer lo bien que se veía.

No pude evitar sonreír, satisfecha con el resultado.

—Sabía que te verías genial —dije, cruzando los brazos, orgullosa de mi trabajo.

—Eres la mejor —respondió, dándome un beso en la mejilla antes de seguir admirándose en el espejo.

Verlo tan feliz con el cambio me hizo sentir increíble. A veces, las cosas más simples, como un cambio de look en casa, podían tener un impacto enorme. Y esa tarde, en nuestro pequeño rincón del mundo, todo parecía perfecto.

O.S Kpop IdolsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora