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The girl from the flower shop
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El sol de la tarde caía suavemente sobre las calles de Seúl mientras me apresuraba a llegar a la florería que quedaba a unas cuadras de la universidad. Tenía un encargo especial para mi amiga Hana, que celebraba su cumpleaños esa noche, y quería sorprenderla con un ramo que había visto días antes. Las flores eran su debilidad y esa tienda en particular siempre tenía las mejores.
Abrí la puerta de la florería, y el suave tintineo de la campanilla resonó. Un dulce aroma a flores frescas me envolvió, relajándome casi de inmediato. Caminé por los pasillos estrechos entre los estantes llenos de flores de colores, buscando el ramo perfecto.
—Bienvenida, ¿puedo ayudarte en algo? —la dueña, una señora mayor, se acercó con una sonrisa.
—Sí, estaba buscando un ramo para una amiga. Algo alegre, lleno de colores brillantes —respondí, recorriendo con la mirada los distintos arreglos que tenía.
Mientras ella preparaba las flores, me perdí en mis pensamientos. Siempre había algo especial en ese lugar, algo que me hacía sentir en paz. El estrés de la universidad, las constantes preocupaciones... todo parecía disiparse en cuanto cruzaba la puerta.
De repente, sentí una presencia detrás de mí. No era como cuando alguien simplemente está cerca; era más como una sensación abrumadora, como si el aire se hubiera vuelto más pesado. Me giré ligeramente y lo vi. Estaba allí, al fondo de la tienda, vestido de negro, observándome fijamente. Su mirada era intensa, penetrante. Me tensé de inmediato.
