Capítulo 9

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Mientras miraba por la ventana, el coche iba avanzando hacia la comisaría, el guardia que llevaba al lado no me quitaba el ojo de encima, tanto, que era molesto:

-¿Tengo monos en el pelo? -Dije mirándole un momento con una expresión molesta para luego volver la mirada hacia la ventana antes de que respondiera.

-No, pero mi deber es vigilarle -Dijo en un tono serio.

-Una cosa es vigilarme y otra que parezca que vas a entrar dentro de mí con la mirada, no confundas -En su tono se notaba que él era la autoridad en ese momento, y estaba muy por encima de mí en esa situación.

Opté por no volver a dirigirle la palabra y no buscarme más "amigos" en aquel coche en el que me encontraba con aquel guardia que llevaba a mi lado, y los otros dos que iban delante, que no los distinguía mucho por la reja que había en medio de nuestros asientos.

Seguí observando por la ventana y al poco rato paramos enfrente de la puerta de la comisaría. Uno de los policías que estaba delante, salió primero del coche para sacarme con brutalidad, como si fuese un delincuente, y llevarme dentro como si hubiera matado a cien personas en un atentado.

Todas las miradas de gente que estaban como en un tipo de recepción estaban puestas en mí. Supongo que era un delincuente más de los muchos que pisaban aquello cada día, pero para mí no era así. A pesar de haber venido muchas veces aquí, nunca era tan serio como esta vez, nunca me habían detenido con dieciocho años.

Se hicieron paso entre alguna gente que estaba en medio del pasillo, molestando, y fuimos a una sala bastante apartada, donde abrieron la puerta y se encontraban una mesa y dos sillas, con unas botellas de agua encima de ella. Creo que me tocaba el interminable, o al menos así se veía en las películas, rato del interrogatorio. El guardia que iba a mi lado en el coche cerró la puerta, dejándome allí solo y sentado observando aquella habitación vacía y deprimente.

Me levanté para tocar el tacto de las paredes, eran lisas. Parecerá una tontería, pero necesitaba tocar algo para sentirme lo más cercano a un hogar. Me había sentido indefenso e inseguro muchas veces a lo largo de mi vida, y creía que la vez que me llevaron al centro de menores era la vez que peor me iba a sentir respecto a soledad, pero me equivocaba. Cuando me fui acercando a una de las cámaras que se encontraban en un lateral de la habitación, alguien entró y me aparté, como un acto reflejo. Aquel hombre que ya me había intimidado en mi casa, se aclaró la garganta para hablar:

-Nombre completo -Su voz exigía que fuera rápido y no dudara ni un momento.

-Austin Carter Mahone -Dije atropelladamente.

Pude oír como dejaba unas carpetas en la mesa, no las vi hasta que me giré, pero por el sonido parecían bastantes, y no me equivocaba. Desvié la vista hacia su mirada, pero intimidaba demasiado, así que volví a mirar las carpetas:

-Puede sentarse, las sillas no muerden.

Ni siquiera le respondí y fui hacia mi asiento, no muy rápido, para no expresar todo el miedo que tenía, pero tampoco despacio. Aquel hombre cogió violentamente una de las botellas, le quitó el tapón y dio un largo sorbo, para después hablar:

-¿Sabe por qué está aquí?

Recuerdo aquellas palabras que me dijeron antes de montar en el coche "tiene derecho a permanecer en silencio", en el fondo era la mejor opción, por si hablaba más de la cuenta, pero aquel hombre tenía pinta de hacerte sacar la lengua si no lo hacías por ti mismo. A pesar de las consecuencias de ese tipo que pudiera traer, opté por estar en silencio. Aquel hombre se estaba cabreando, se le notaba la vena del cuello hinchada, le iba a estallar en cualquier momento. Dio un gran golpe en la mesa, que hizo que me fuera un poco hacia atrás, aún sentado en la silla:

Mi mundo es así {Austin Mahone}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora