Capítulo 10

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Le hicieron un gesto para que esperara pegado a la pared, y al poco rato un guardia al que no conocía traía una silla parecía la mía, y la puso a la suficiente distancia como para que yo no pudiese mandarle ninguna nota, y de tal manera que el lenguaje por gestos no sería muy eficaz. El guardia que asustaba cerró la puerta después de que el que traía la silla se fuera. Nos miró a los dos fijamente, pero fijó más su mirada en Alex:

-Nombre completo.

-Alexander Ruben Constancio -Respondió con una tranquilidad que sorprendía a cualquiera, la verdad no parecía su primera vez en este tipo de ambientes.

Dirigió una mirada hacia mí para volver a clavar sus ojos en Alex:

-¿De qué conoce a este chico?

-¿A este? -Fingió una mirada de asco, que si no fuera porque le conozco, diría que me tiene asco de verdad-. Él a mí de nada, pero yo a él de mucho.

Me quedé petrificado, ¿A qué estaba jugando? Estaba claro que el novato, en esto podía darme unas grandes clases:

-¿Puede especificar un poco más?

-Por supuesto -Cogió la botella de agua, que si no me equivoco era mía, dio un pequeño sorbo y tomó aire para empezar a hablar-. Yo tenía una novia. Ella me dejó por él, prefiero no dar detalles de las razones y eso, me duele -El guardia le dirigió una mirada de comprensión, pero que exigía más explicaciones, así que siguió hablando-. Y era lo que más amaba en la vida. Este cabrón me lo jodió todo y he estado meses para conseguir toda esa mercancía, poderme colar en su casa con discreción, y dejarla allí -Hizo un gesto como de que iba a llorar, pero como era mentira puso sus manos en los ojos, fingiendo que se limpiaba las lágrimas.

El guardia le acercó un pañuelo, él asintió. Y mientras fingía que se tranquilizaba yo pensaba que no conocía para nada aquella faceta de Alex, de teatrero, pero me estaba viniendo bien. Más tarde ya le preguntaría dónde había aprendido todo eso.

El guardia me miró a mí, con la mirada un poco más calmada, o eso me pareció a mí:

-¿Seguro que no conoces a este chico?

-No lo he visto en mi vida. O al menos si lo he visto no he cruzado una palabra con él.

-De acuerdo. Espero que sea verdad, de todas formas te vamos a asignar una celda para que pases cuarenta y ocho horas encerrado, a ver si te sirve de algo. No es rencor, es asegurarme.

Un guardia entró en la sala y me cogió del brazo izquierdo para acompañarme a donde estaban las celdas. Se acercó a mi oído para susurarme algo:

-A pesar de estar aquí, vas a tener suerte chaval.

Me sorprendí por aquellas palabras, no sabía si iban en tono irónico o en serio, pero decidí darme la vuelta ligeramente para preguntar:

-¿Por qué lo dices?

-Porque ha habido un problema en donde metemos a las chicas, y estáis todos juntos. Para tu suerte, tú vas a estar con una y con el chico ese que ha entrado en la sala.

¿Una chica? Seguro que era la típica choni que va de matona y con cuatro gritos ya están haciendo lo que tú quieras. Pero sería una buena forma de alegrarme la vista, no hay duda.

Después de unos interminables pasos mientras aquel guardia no me soltaba, llegamos a las celdas. La que parecía la mía durante 48 horas, estaba justo al principio. El guardia me soltó un momento para sacar las llaves y abrir la celda. Me hizo un gesto para que entrara.

Al entrar la observé atentamente. Eran cuatro paredes deprimentes, bañadas en un tono gris, tirando a claro y que al fondo de la sala se encontraba una cama, y a su lado un banco en el que cabían como cuatro personas. Sentada en este banco se encontraba una chica, como me había dicho el guardia.

La chica lucía una melena larga, unos cuantos tatuajes poco visibles por la ropa que llevaba, y algo de maquillaje, que sin duda se veía corrido, supongo que por lágrimas. Me quedé parado sin saber qué hacer o qué decir, pero esta chica parecía que tenía ganas de conversación:

-¿Y tú eres? -Dijo poniendo un dedo entre sus labios y mordisqueándolo levemente mientras no me quitaba el ojo de encima.

Ante esta reacción me puse algo nervioso, no sé porqué, a lo que ella me hizo gestos para que volviera a la tierra y poder contestarle:

-Austin, ¿Y tú? -Puse la mejor de mis sonrisas.

-Cher -Se acercó para darme un beso en la mejilla, que poco más y roza con mis labios.

¿Por qué se supone que estaba aquí?

No es que me interesase mucho, pero necesitaba sacar tema y en cierto modo quería saber con quién iba a compartir mi espacio vital las próximas veinticuatro horas:

-He matado a una persona.

Me puse serio, tenía mala pinta.. ¿Pero como para eso? Ahora sí que podía decir que yo era bueno, bueno, en realidad tampoco, pero más bueno que ella seguro que sí.

Tragué saliva cuando vi que volvía a articular palabras, que lo hizo tan bajo que ni siquiera escuché:

-¿Qué dices? -Dije intentando no molestar, pero queriendo saber lo que decía.

-Nada, hablaba conmigo misma, no te asustes, es algo que hago a menudo.

-¿Lo de matar gente? -Dije sin darme cuenta de la gravedad de mis palabras.

-No hombre -Soltó una carcajada que no sé si me tensó o me relajó-. Digo lo de hablar conmigo misma. Y tranquilo, no he matado a nadie -Se acercó para darme una palmadas en el hombro.

-¿Entonces qué hiciste?

Supongo que algo peor no puede existir, o eso espero.

-Digamos que se me fue un poco la gasolina en un local.

-¿Has quemado un local?

-No no -Dijo en un tono tranquilizador pero a la vez sarcástico-. El de dentro del local me iba a quemar a mí, así que decidí quemarlo yo a él.

-Una buena solución -Solté una pequeña risa que me tranquilizó.

-¿Y tú qué has hecho para estar en este acogedor lugar? -Volvió a usar aquel tono sarcástico que la debía de tener enamorada o algo por el estilo.

Ni siquiera me dio tiempo a contestar cuando se oyó el ruido de las llaves para abrir la puerta. Al girarme allí estaba Alex con un guardia detrás, que no conocía. Venía esposado y le hicieron un gesto para que entrara dentro, pero para mi sorpresa no cerraron la puerta después de que él entrara.

-Mahone -Dijo el guardia que acompañaba anteriormente a Alex.

-Soy yo -Dije en un tono tranquilo, aunque por dentro oír ese nombre en aquel sitio me ponía demasiado nervioso.

-Puede salir. Ni siquiera le van a quedar antecedentes penales por este incidente. Pero no vuelva a meterse en ese tipo de problemas, ¿Entendido?

-Entendido -Dije haciendo un gesto para salir de aquella deprimente celda, pero algo me lo impedía, miré hacia abajo y vi una mano con unas largas uñas, arregladas, que me agarraba lo suficientemente fuerte como para no poder librarme de su agarre.

-Espera un momento -Dijo en voz baja, para que solo pudiera oírlo yo.

Sacó un papel del bolsillo de su pantalón y me dio un papel con unos números apuntados. Después se acercó a mi oído:

-No te preocupes, mañana saldré de aquí y podré contestarte si me mandas un mensaje en WhatsApp -Después de decir esto pasó despacio la punta de la lengua por el lóbulo de mi oreja, lo que me hizo sentir algo más de calor del que se respiraba en el ambiente.

Cuando salí y cerraron la puerta, le guiñé el ojo, a lo que ella respondió mojándose los labios. Si era así y solo me conocía de unos minutos, no iba a dudar en mandarle un mensaje o llamarla.

Mi mundo es así {Austin Mahone}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora