Dragón

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Vivir en el castillo no era nada sencillo, más si no se era directamente de la realeza. Los Choi eran una familia noble encargada de proteger a los de sangre real. Años tras años la responsabilidad de la familia se había mantenido fiel a la realeza, generación tras generación, respetando los principios de la familia por años. Seung Hyun no sería la excepción, era uno más de los Choi, por ende, debía mantenerse acorde a las leyes y al plan de vida que tenían para él. Debía convertirse en parte de la guardia real y protector del príncipe.

Sus padres siempre le advirtieron de relacionarse sentimentalmente con el príncipe, con esto se referían a vincular sus emociones, en amistad tanto como hermandad. Pero Seung Hyun y Jiyong hicieron todo lo contrario, no pudieron evitar lo que era evidente, la relación entre ellos iba más allá de una amistad y peor, creciendo.

El príncipe se quejaba con respecto a su actuar, pero no podía evitarlo cuando lo estaban vigilando. Así es, la guardia se encargaba de cada uno de sus movimientos, no por desconfianza sino todo lo contrario, abuso de confianza. Sus noches a solas con Jiyong habían sido arrebatadas por sus propios padres cuando los rumores acerca de la relación que tenía con este aumentaron. Muchos juraron a los Choi el haberlos encontrado durmiendo abrazados, cuando se suponía que nadie podía ingresar a esa habitación sin aviso alguno. Debían identificarse y pedir una autorización para el ingreso, si los rumores llegaron a sus padres así, era porque más de un empleado rompió las reglas que el mismo príncipe había dado. El claramente no veía cual era el problema de dormir con su mejor amigo en sus brazos, desde pequeños lo hacían, con los años ya no era algo tierno de ver, sino bastante comprometedor.

La familia Choi aumento en exigencias, si bien estaban para servir a la familia real, no perderían a un hijo por un error. ¿Perderlo? Eran claras las reglas con respecto a ir en contra de la religión, incluso por involucrarse con el príncipe, la ahorca, decapitación y mucho más tenían para escoger si deseaban romper una de esas reglas. Sus padres confiaban en Seung Hyun, creían en cada una de sus palabras, el menor no iría contra la iglesia y las creencias del pueblo, el amor solo existía entre un hombre y una mujer, lo cual Seung Hyun aún no entendía. Llevaba años leyendo manuscritos de tiempos antiguos, resultaba ser que los reyes en otra época y claramente en otra aparte del continente, disfrutaban de sus esclavos, hombres o mujeres, para ellos todo valía si se trataba de sexo, pero todo terminaba igual, muertos o con la cabeza cortada por ir en contra de los principios naturales.

Jiyong no tenía idea alguna sobre el tema, un príncipe que se enterara de algo como eso, no era que lo alertaría, pero conociendo al mayor este iría de inmediato en contra de aquellos que inventaban cada uno de los rumores acerca de su relación. Aunque había quienes agradecían su amistad con el príncipe, puesto que estos siempre crecían con gran carácter producto de encontrarse siempre solos en el castillo. No había niños a menos que la reina tuviera más de un hijo, para su mala suerte, esta no se aventuró en la búsqueda de otro heredero, ya que al ser una mujer deberían regalar bienes a un reino contrario, Silla prefería mantener los bienes en su reino.

El pelinegro le tenía un gran cariño a su mayor, ser de la realeza o no, siempre había intentado ir en contra de sus padres para mantener la petición de Jiyong, el dejar el respeto a un lado, si bien tenían años de diferencia, no era demasiado para ellos, aun así no podían dejar a un lado el respeto, pero sus rangos eran diferentes, por ende Seung Hyun tenía que ser quien cumpliera con las reglas.

Aquel día en el que Jiyong había desaparecido, fue un tormento que no tenía fin. Buscar en el castillo sin dar con el mayor, la desesperación, no por perder al príncipe, sino a su mejor amigo, sentía como su corazón salía de su pecho ante el miedo de encontrarlo muerto. Todo por ser parte de la guardia real, donde enterarse de los atentados por parte de Gouryeo era cosa de cada reunión. La información no debía ser entregada más que al rey, por ende Jiyong no sabía de ellos y aquel día pensó lo peor, un secuestro.

My King | GTopDonde viven las historias. Descúbrelo ahora