Capítulo II.

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Podía sentir el aroma a mar y frutas tropicales, podía escuchar el romper de las olas y las conversaciones de uno que otro turista, pero aún así no estaba distraída, no podía pensar en nada más que mo fuera el ahora y el estar con ese hombre de sombrero que llevaba un par de minutos mirándome sin parar de sonreír.

- Me encantaría quedarme todo el día aquí, pero debemos irnos Raquel - dijo Sergio.

- ¿Irnos? - pregunté.

- Si, ¿vienes conmigo verdad ?

Pensé en lo que estaba haciendo, en lo que hizo él y en lo que podría suceder si me iba con él, pero ya no había vuelta atrás, ¿No?, habia viajado hasta las Filipinas sólo para verlo, una parte de mi decía que todavía estaba a tiempo de arrepentirme, de decir que no y así evitar cometer una locura, pero otra parte de mi quería hacerlo, cometer esa y muchas otras locuras... así que me levanté, lo tomé del brazo y le dije:

- Vamos.

Lo siguiente que pasó fue que llegaron dos hombre a buscarnos, nos guiaron hasta una calle donde nos estaba esperando un auto color gris, no era tan llamativo a decir verdad, me imaginaba que con todo el dinero que tiene nos hubieran buscado en un audi, como mínimo, pero ese auto hubiera llamado demasiado la atención, en una isla como esta... y en cualquier otro lugar.

- A donde vamos - pregunté cuando ya estábamos dentro del auto.
- Vamos a mi casa.

Uno de los hombres que lo acompañaba comenzó a conducir por esas pequeñas calles de la isla, nos fuimos cruzando con un montón de turistas, locales e incluso animales, pero luego de unos minutos dejamos atrás las zonas habitadas y comenzamos a ver sólo montañas y el mar, durante todo el camino yo me mantuve callada y sólo veía por la ventana, la verdad es que mi cuerpo había entrado como en una especie de trance, así como cuando haces algo por hacerlo, así sin pensar y cuando terminas quedas tipo "no puedo creer que hiciera eso", pues toda yo estaba sintiendo ese "No puedo creer que hiciera eso".

- ¿Te encuentras bien? - preguntó Sergio.

Tomé su mano y me acerqué un poco a él, si estaba feliz por haberlo encontrado y estaba feliz de estar ahí, pero tenía un conflicto mental por el hecho de que no sabía si había cometido un error, pero vamos que no sería la prima vez que cometo un error por amor.

- Si, sólo estoy un poco distraída.

Poco después llegamos a una cabaña que se veía bastante grande, pero pasaba lo mismo que con el auto, no parecía ser el hogar de un millonario.

Nos bajamos del auto y uno de los señores bajo un maleta, era mi maleta, ¿Como consiguieron mi maleta?

- No te asustes Rachel, pero no es tan difícil conseguir la maleta de una turista en una isla tan pequeña.

Ambos señores se montaron en el coche y se fueron sin decir nada, Sergio tomó mi maleta con una mano y la otra me la tendió para que la tomara, le di la mano y caminamos así hasta llegar a la puerta de la cabaña, el sacó unas llaves de su bolsillo y abrió la puerta para que entraramos y luego volvió a cerrar con llave.

- Bienvenida - dijo y se le dibujó una pequeña sonrisa en el rostro.
- Gracias - dije y me descubrí a mi misma acercandome más a él para darle un beso en los labios.

El respondió a ese beso y ese fue el detonante, ese pequeño interruptor que borro toda la mierda que tenía en mi mente, todas esas dudas y miedos y sólo dejó el deseo, las ganas de seguir y la seguridad de que por primera vez en mi vida estaba haciendo lo que realmente quería.

La Casa de Papel: Raquel y el Profesor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora