La Casa de Papel: Raquel y el Profesor.

Capítulo VIII.

Cuando vi su rostro sentí una confusión muy grande, no pude evitar sorprenderme, creía haberme equivocado, aquel hombre que sostenía mi mano no parecía ser Sergio, parecía otra persona, como una versión de el totalmente distinta.

Solté su mano instintivamente y mis sentidos se alertaron, estaba confundía, nerviosa y alertada... ¿que estaba pasando?.

El me miró sorprendido, no sabría decir si por el hecho de que yo había despertado o por el hecho de que yo no sabía quién era y por qué me sostenía la mano.

Luego de un instante soltó una sonrisa, con sólo sonreír supe que era él.

- ¡Hola Raquel! - dijo Sergio.

Si era él pero se veía un poco distinto, no tenía tanta barba como estaba acostumbrada a verlo y llevaba puestos lentes de contacto de un color café más claro y además, no usaba sus gafas.

El se dio cuenta de cómo lo veía, como analizaba su cambio y entonces dijo:

- Se que te gustaba más con gafas, pero prometo que será algo temporal.

Entonces fue cuando sonreí y lo tomé del brazo para jalarlo hacia mi y darle un beso de esos que tanto extrañaba y sabía que el también extrañaría.

- Me alegra que estés aquí - dije y lo volví a besar.

- Siempre estaré para ti.

Nos separamos y el se sentó de nuevo en el sofá de la habitación.

Justo luego de eso una enfermera entró, no era la misma que había entrado cuando yo desperté, era otra, un poco más joven que la anterior y esta parecía más seria que la otra, aunque sin duda me di cuenta de lo mucho que miraba a Sergio.

La enfermera sólo paso a tomar control e inyectarme un par de medicamentos, dejó todo anotado en una carpeta y lo puso en una mesita junto a la cama y se fue no sin antes decir:

- El médico vendrá a verla dentro de un par de horas.

La enfermera se fue y volví a ver a Sergio, tenía mil y un cosas que preguntarle, mi cabeza daba vueltas y tenía muchas sensaciones que no podría explicar.

- ¿Qué me ha pasado? - comencé.
- Has tenido un accidente - respondió.
- ¿Iba con Paula?
- No, estabas sola.

Él se levantó de golpe y busco mi mano para tomarla y estuvo dispuesto a seguir contestado lo que yo preguntara, como si fuera un interrogatorio:

- ¿Cuándo fue?
- hace tres días.
- ¿Donde?

Volvió a hacer una pausa Y entonces preguntó el:

- ¿No recuerdas nada?
- No.

El me miró como si estuviera triste y se acercó para besarme en la frente y explicarme:

- Ibas a buscar a Paula al cumpleaños de una compañera de la escuela, era de noche y estaba lloviendo... estabas esperando a que cambiara la luz del semáforo cuando un auto que venía de frente al tuyo iba a cruzar y por accidente no pudo girar bien y terminó chocandote de frente...

- ¿Sí?

Asintió

- El otro auto luego del impacto se incendió en llamas y... tu coche también Raquel - dijo haciendo una pausa - te salvaste porque los que presenciaron el accidente corrieron a sacarte antes de... De que te quemaras.

Yo no pude evitarlo, comencé a llorar impactada.

Sergio sólo se quedó ahí, esperando a que me calmara sin decir más nada, se quedó así por unos minutos y finalmente continuó:

- tu móvil se rompió en el accidente así que sin el no sabían a quien podían informar pero luego consiguieron una tarjeta en el bolsillo de tu pantalón.

- La tarjeta que me dio Santiago... la había dejado ahí.

- Si, ¿como que había pasado antes por la lavadora no? - dijo soltando una sonrisa y moviéndose un poco para sacar su billetera y sacar un pequeño trozo de papel, estaba arrugado, con unas pequeñas manchas y algunas artes borradas por el agua.

- ¿Esa es? - pregunté.

- Si, y ahí está mi nombre, mi número de teléfono y mi dirección, se les hizo muy fácil encontrarme con eso - dijo Sergio pasandome la tarjeta y leí lo que decía.

- Daniel Ferreiro - dije leyendo aquel nombre.

- Ese es mi nuevo nombre - dijo él.

Entonces me di cuenta de que ya esto se había convertido en una realidad, Sergio estaba de vuelta, en España, con una nueva identidad, con una nueva tapadera y... con un nuevo plan maestro.