Capítulo 24: Celebración de Año Nuevo.

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27 de diciembre.

Chloe.

- ¿Qué hace él aquí? -bromeo viendo a Alejandro sentarse a mi lado en el auto. Mi madre, Kate, sólo habló por teléfono con tía Sandra, dijo que hablaría algún día con Sam y ya está.

Pero mi madre, Alejandra, necesita ver a tía Fernanda. Ahora este metiche no sé qué diablos.

-Soy tu hermano mayor, tu mejor amigo y tu mitad. Tengo que hablar seriamente con esa. -Dice poniéndose rudamente el cinturón de seguridad.

No se lo discuto, se ha tragado toda mi depresión y no me ha dejado sola, además le conté varias cosas. Se que, aunque no se lleve con Sam o se enoje y se preocupe, su amor es incondicional.

Vaya, que sensible me he puesto.

-Te amo- le digo a mi hermano.

-Lo sé.

-Dime ''Hermanita hermosa yo también te amo'' -me enojo.

-No.

- ¡Dilo!

-Hermanita hermosa yo también te amo.

-Muy bien. -Viajo feliz.

Hasta que llegamos al barrio de Sam, me da un poco de miedo tía Fernanda, si me dice que está enojada o no me quiere lloraré. Ando con las emociones un poco a flor de piel estos días. Debe ser la fecha.

- ¿Lista? -pregunta mamá.

-No estoy segura ¿y tú?

-Es mi mejor amiga, si se pone pesada sabe lo que le espera- levanta el puño. Alejandro ríe.

Caminamos por el jardín frontal y mamá toca el timbre, la puerta se abre y sale tía Fer con una cara de absoluta seriedad, nos mira de reojo hasta llegar a mi, abro los ojos con pánico. Se acera lenta y peligrosamente a mamá. Es algo más alta, pero mamá se ve más fuerte.

-Bueno, bueno- sonríe creída sin quitar la vista de mamá. -Que puedo decir, nunca esperé que una hija mía se fijara en una hija tuya; ya sabes, eres muy llorona y las costumbres se pegan. La mira de pies a cabeza.

Alejandro la mira de reojo.

Para nuestra sorpresa mamá apenas se inmuta.

-Qué puedo hacer, eres una bruta impulsiva, temo por la seguridad de mi bebé. -Tía Fer levanta una ceja.

-Culona.

-Plana.

Nuestros ojos viajan de la una a la otra como partido de tenis. Se evalúan en silencio, hasta que la seriedad de tía Fer se rompe y mamá la mira creída. Se abrazan y se quedan así con los ojos cerrados. No estoy segura, pero me atrevería a inferir que su amistad lleva tantos años que con un simple abrazo o palabras vacías pueden decirse muchas cosas.

-No te mueras nunca. -Bromea dándole una nalgada. Mamá se ríe, me mira y le da una miradita de advertencia pasando.

-Alejandro, ¿qué tal? – lo saluda con la mano y un beso.

En eso mira hacia abajo y se encuentra con mi persona. Trago saliva mirándola con precaución lista para echar a correr.

-Yo no fui- gimoteo.

-Si, tú si fuiste.

Miro mis pies, decido ''tirarme a los leones''.

-Su hija esta buena, ¿qué quería que hiciera? - hago un puchero. La miro y está con el ceño fruncido.

Mi pareja perfecta IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora